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"Inversores privados hoy piden un retorno de más del 25% en dólares para un proyecto en Argentina"

Ramiro Lauzan, managing partner de Humus Capital Partners, dialogó con iProfesional sobre los desafíos y oportunidades de operar en el país
13/11/2018 - 05:36hs
"Inversores privados hoy piden un retorno de más del 25% en dólares para un proyecto en Argentina"

Días atrás se desarrolló en Cancillería el Foro Argentino de Inversiones 2018, que contó con ocho paneles temáticos y más de 500 asistentes.

Durante el mismo, referentes de la industria de capital privado discutieron oportunidades de inversión, tendencias macroeconómicas y los desafíos para el desarrollo de empresas en el país.

En esta edición, además, se analizaron a fondo las oportunidades que tienen aquellos sectores que más apuestan por la innovación, como las fintech y aquellos que se apoyan en la tecnología para potenciar ramas de actividad, como el agro y la salud.

Entre los oradores estuvieron directivos de fondos de inversión, emprendedores y funcionarios de primera línea, tales como el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica; el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Horacio Reyser y el secretario de Emprendedores y Pymes, Mariano Mayer, entre otros.

Uno de los disertantes fue Ramiro Lauzan, managing partner de Humus Capital Partners, compañía de capital privado que invierte en empresas mediadas de diversos sectores estratégicos.

Este año, Humus Capital Partners se asoció con Acon Investments y adquirió una participación mayoritaria en Biosidus, el principal fabricante de biofármacos de la Argentina.

En este contexto, iProfesional dialogó con Lauzan sobre los desafíos a la hora de convencer a inversores del exterior para que inviertan en el país y las diferencias respecto de otros mercados de la región.

-¿Cuán complejo es mostrarles a los potenciales inversores las oportunidades que ofrece la Argentina, en un escenario de tanta volatilidad?

-Claramente hay mucho de remar contra la corriente. Es un trabajo duro, porque para un inversor externo es difícil entender la macro. Cuando miramos hacia Chile o Uruguay, por ejemplo, vemos situaciones antagónicas a las que debemos enfrentar en la Argentina. Aquí tenemos mucha volatilidad a nivel cambiario y, en 20 años, se puede pasar de un régimen de convertibilidad a tener hiperdevaluaciones. Tampoco hay financiamiento a largo plazo y existe ruido político. Es decir que la macro se puede volver un obstáculo. Pero nosotros le damos otro enfoque: con los inversores hablamos de un caso específico, de una industria puntual y de las oportunidades que allí existen. Es como encontrar y mostrarles un diamante en una mina de carbón. Y la realidad es que la Argentina, en muchas industrias y etapas de la cadena de valor, tiene compañías interesantísimas. Y ahí es donde la conversación funciona.

-¿Cuál es general la reacción de los inversores del exterior cuando se les propone entrar en una empresa argentina?

-Es cierto que entre inversores termina primando la cautela y que, en general, prefieren operar en entornos de menor volatilidad y no tener que pararse frente a un comité y explicar los cambios constantes que se producen en el país. Pero también es realidad que la percepción les cambia cuando les mostrás que hay una compañía con enorme potencial, emblemática y que tiene una posición en el mercado que mitiga los riesgos. Por eso es que nos enfocamos en firmas que operen en sectores de alto valor agregado y con presencia en los mercados internacionales.

-La comparación entre la Argentina y Chile es inevitable, por las diferencias. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas que ofrece el país trasandino?

-Está claro que, así como en la Argentina la macro es un desafío, en Chile pasa un poco lo inverso. Allí la economía funciona de manera más simple; es un mercado que crece, que tiene un índice inflacionario bajo y donde hay financiamiento abundante. Tampoco hay restricciones al comercio y existe una baja conflictividad gremial. Pero así como hay claras ventajas en la macro, a nivel micro es un mercado más desafiante, donde las oportunidades están más arbitradas y que, además, es caro. Los múltiplos son elevados, algo típico de las economías con mucha competencia, donde todo el tiempo se está arbitrando contra la importación. Por eso, la conclusión es que tiene cosas positivas pero tampoco es un paraíso.

-¿Cómo se conforma el portfolio de Humus Capital Partners actualmente?

-Hoy por hoy tenemos presencia con Biosidus, una empresa de biotecnología y productos farmacéuticos. También tenemos inversiones en energía renovable y en una compañía dedicada a la producción de cerveza artesanal.

-¿Cuál es la clave para detectar en un contexto tan complejo ese diamante en una mina de carbón?

-Hay que tratar de ser muy humildes, autoexigentes y plantearnos por qué vamos a ser capaces nosotros de hacer algo con la compañía a la que apuntamos. Es decir, tenemos que convencernos nosotros mismos para luego convencer a los inversores de que hay una oportunidad con mucho potencial. Como contrapartida, ellos nos ven como gente con experiencia, con buena reputación y con inversiones locales, es decir que no somos simples intermediarios. Lo interesante es que es un modelo distinto al modelo trasplantado de los Estados Unidos. Nuestros inversores son todos privados, familias e individuos de muy alto patrimonio y nosotros estamos posicionados como su socio local en el Cono Sur.

-¿A qué nivel de rendimiento hay que apuntar para que el proyecto se vuelva atractivo para ellos?

-Antes que nada, es una industria que está estructurada en retornos en dólares. Para la Argentina, un inversor externo hoy está pidiendo un retorno en dólares de más del 25% anual, en dólares. Son inversiones de riesgo, más allá de que estamos operando con compañías con muchísimo potencial. Además, hay que ponerlo en perspectiva: hoy tenés bonos argentinos que están rindiendo entre el 10% y el 11% anual, y estamos hablando de un instrumento líquido, que se puede vender en cualquier momento y tiene riesgo soberano. Entonces, en el comparativo, un 25% anual o más, no es una exigencia ilógica.

-Tras la devaluación y en un contexto económico difícil, ¿están baratas las empresas argentinas?

-En el pasado, en momentos difíciles, el mercado limpió por cantidades y no por precio. Es decir, se dejaron de hacer transacciones de fusiones y adquisiciones, en lugar de darse una baja de las cotizaciones. Y esto obedece a que en la Argentina te encontrás con accionistas a los que les cuesta mucho aceptar que su empresa, con un tipo de cambio de $20 por dólar, valía u$s50 millones, por ejemplo. Y que, tras la devaluación, vale u$s25 millones. A muchos les cuesta dar vuelta la página y son varios casos en los que prefieren esperar, con la esperanza de que se recomponga el precio. Como contrapartida, hay inversores que no están dispuestos a ingresar con estos precios. Por eso hay muchas operaciones que están en stand-by.

-¿En qué sectores de la economía hoy ven más potencial para realizar inversiones?

-Es difícil hacer afirmaciones a nivel sectorial. Creo que en todas las ramas de actividad hay compañías con diferentes niveles de competitividad. Igualmente sí podemos ver cuestiones estructurales que son preponderantes y donde pueden generarse oportunidades positivas, como agro, minería, energías alternativas, turismo y ciencias de la salud, terreno en el que opera Biosidus.

-Y en el caso concreto de Humus Capital Partners, ¿cuáles son los próximos pasos?

-Estamos mirando muy entusiasmados el sector salud, analizando algunas oportunidades que se están presentando. Son compañías que tienen puntos en común con Biosidus: relevantes en su sector, pero subexplotadas, con mucho potencial para dar en áreas como servicios ambulatorios y clínicas.

-A punto de iniciar el 2019, ¿qué perspectivas ven desde la compañía que se abren a nivel macroecónomico en la Argentina?

-Es difícil analizar el pasado y más difícil aun pronosticar de cara al futuro. Por eso siempre destaco algo: cada vez que hacemos una inversión en una compañía, sabemos que como mínimo vamos a estar cinco años. No nos cambia mucho si el dólar subió o bajó. Ese ruido nos afecta poco. La clave, entonces, es pensar a largo plazo y no subirse a la moda. Esto último pasa en la bolsa, en los títulos públicos. Pero así como no nos espanta el ruido en el corto término, sí somos más exigentes a la hora de evaluar la tendencia general de largo plazo, porque tiene que ser positiva. Al fin y al cabo, esto tiene que ver menos con la discusión macro que con el hecho de que te convenza la empresa y el sector en el que estás por invertir.

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