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Vision Fund: así invierte el mayor fondo tecnológico del mundo

Su estructura difiere de cualquier otro fondo de inversión, pues "trabaja a gran velocidad para cerrar acuerdos", según consigna un empleado
03/08/2018 - 14:47hs
Vision Fund: así invierte el mayor fondo tecnológico del mundo

Vision Fund está cambiando las normas de la inversión y revolucionando el mundo tecnológico. ¿Llevará su arriesgada e impulsiva toma de decisiones a efectuar malas apuestas?

En el verano de 2014, el fundador de SoftBank Masayoshi Son asistió a una boda en la costa sur de Italia que cambiaría su compañía para siempre, pero no de la forma que parecía entonces.

El multimillonario japonés formaba parte de un selecto grupo de celebridades y magnates de los negocios reunidos en un complejo vacacional en Plugia para celebrar la boda del ejecutivo de Google Nikesh Arora.Días después de la boda, el novio dejó su lucrativo empleo al frente del negocio de la publicidad basada en las búsquedas de Google para incorporarse al grupo global de tecnología y telecomunicaciones -presumiblemente como heredero natural de Son-. Pero ha sido el reencuentro de Son con otro originario de India el que ha resultado tener una mayor importancia. Rajeev Misra, que ayudó en una ocasión a SoftBank a sacar adelante un complejo acuerdo cuando estaba al frente del tráding de deuda de Deutsche Bank, entró a trabajar a los pocos meses para su antiguo cliente.

Cuatro años después, Misra ha sobrevivido a Arora y está considerado el lugarteniente más influyente de Son, cuya inclinación por hacer grandes apuestas por ideas no probadas lo ha convertido en uno de los inversores en tecnología más importantes -y polémicos- del mundo. Fuentes internas explican que ha sido la destreza financiera de Misra, cuyo carisma y tolerancia lo alzaron a los puestos más altos del banco de inversión de Deutsche hace una década, lo que ha proporcionado a Son las herramientas para perseguir sus ambiciones.Juntos, han creado un fondo de 100.000 millones de dólares, la mayor reserva de dinero jamás recaudada, que ha situado a SoftBank en el epicentro de las negociaciones en todos los rincones del mundo. El SoftBank Vision Fund ha permitido a Son esquivar a un club elitista formado principalmente por firmas de capital riesgo de Silicon Valley. SoftBank compite ahora contra gigantes tecnológicos de Estados Unidos y China por las start up más codiciadas.

En el proceso, SoftBank está modificando la relación entre el sector tecnológico y los mercados de capitales.En un momento en que las start up tratan de seguir siendo privadas el mayor tiempo posible, SoftBank permite a las compañías de su cartera buscar crecimiento sin tener que preocuparse del dinero gastado.

Stephen Schwarzman, el multimillonario fundador de la firma de capital riesgo Blackstone, asegura que Son está redefiniendo la inversión en tecnología. "Nadie ha hecho algo así a esta escala antes", señala. "No tiene precedentes, pero satisface una demanda del mercado". En Silicon Valley, los inversores de venture capital se preguntan si SoftBank está inflando su propia burbuja, inyectando dinero en un sector que ya posee abundante capital.

Algunos advierten de un comportamiento que recuerda a la burbuja tecnológica -después de todo, Son se convirtió brevemente en el hombre más rico del mundo hasta que estalló la burbuja en el año 2000 y las acciones de SoftBank se desplomaron un 99%-. Otros van más lejos aún, diciendo que las inversiones de Son se basan en el ingenuo supuesto de que los mercados subirán siempre.

La oleada de inversiones ha sido espectacular. En los dos últimos años, SoftBank ha inyectado decenas de miles de millones en compañías con pérdidas, desde los apps para pedir coche Uber y Didi Chuxing, a WeWork, el grupo de espacios de trabajo compartidos que en la actualidad trata de recaudar fondos por casi el doble de la valoración de 20.000 millones de dólares, obtenida en un proceso de captación de fondos el pasado agosto donde SoftBank invirtió 4.400 millones de dólares.

Esta red de al menos 31 participaciones minoritarias alimenta lo que Son llama una "estrategia de sinergia de grupo", donde la copiosa cantidad de datos que pueden recabarse le permitirán influir en multitud de industrias sin que la propia SoftBank tenga que gestionar las empresas. "La estrategia es crear un consorcio de compañías que puedan sostener el crecimiento de SoftBank durante 300 años", afirma Son con su habitual bravuconería.

El epicentro de su proyecto es Arm Holdings, una empresa británica de diseño de chips. Son cree que la tecnología de Arm estará omnipresente en un mundo donde los dispositivos conectados y la inteligencia artificial conformarán el futuro. No obstante, el acuerdo de Arm pone de relieve lo que algunos consideran una vulnerabilidad fundamental de SoftBank -su alto nivel de deuda y apalancamiento-. SoftBank pagó 32.000 millones de dólares por Arm hace dos años, hecho que alarmó a sus inversores. Su deuda asciende en la actualidad a 143.000 millones de dólares.

Fue Misra el que halló una solución a la presión sobre su balance, diseñando una compleja estructura financiera que permitió a SoftBank financiarse poniendo como garantía la apuesta más famosa de Son, una inversión en el año 2000 en el grupo chino de comercio electrónico Alibaba que vale ahora 145.000 millones de dólares. A raíz del acuerdo de Arm en 2016, Son decidió que necesitaba ir más lejos. Una vez más, Misra tuvo suerte.

Gracias a anteriores contratos, consiguió una audiencia para Son con el poderoso príncipe de la corona de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, tras el rechazo de Qatar. El príncipe saudí comprometió 45.000 millones de dólares para Vision Fund en pocas semanas. Se hizo coincidir además la ceremonia de la firma con el primer viaje al extranjero de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

Son ha recompensado generosamente a Misra por su habilidad negociadora. Le nombró consejero delegado del Vision Fund, uno de los diez miembros del consejo de administración de SoftBank y uno de los tres ejecutivos que pueden suceder un día al fundador de 60 años.

Arora se marchó unos días antes de la operación de SoftBank sobre Arm, al quedar claro que no se convertiría en el jefe en un futuro próximo. Las circunstancias que rodean a su salida aún persiguen a la compañía. Consejeros de SoftBank han contratado aun bufete para que investigue si alguien de dentro colaboró en la campaña de un accionista anónimo centrada en la conducta de Arora y de otro ejecutivo.

Misra ha adoptado una estrategia poco ortodoxa con el Vision Fund. En lugar de recurrir a Silicon Valley o a fuentes tradicionales del capital riesgo, ha traído a excompañeros de Deutsche Bank y de otros rincones de las altas finanzas. Los hombres formaban parte de un grupo elitista de banqueros que transformó una entidad conservadora alemana en una de las firmas más sofisticadas de Wall Street, pero que no desarrolló los controles internos que exigía esa enorme toma de riesgos.El Vision Fund opera desde un edificio de cuatro plantas de estilo eduardiano en el barrio londinense de Mayfair, donde se ubica la comunidad europea de los hedge fund y el capital riesgo. Los socios de la época de Misra en la banca recuerdan a un operador brillante que se movía a su propio ritmo, uno que permitía modificar las reglas.

Misra supervisó a los grandes operadores y las mayores transacciones de Deutsche, incluida una apuesta contra las hipotecas de alto riesgo que dio frutos al estallar la crisis financiera. Tras dejar el banco en 2008, pasó breves periodos en UBS y Fortress, el hedge fund que SoftBank compró el año pasado por recomendación suya.

El Vision Fund refleja y proyecta el estilo arrollador de Misra, más similar a un vertiginoso parqué bursátil que a una refinada firma de inversión. Su plantilla incluye a compañeros en Deutsche Bank como Colin Fan, su exjefe de parqué, Akshay Naheta, Munish Varma, Saleh Romeih y Faisal Rahman. Su jefe de personal, Neil Hadley, llegó procedente de la entidad suiza UBS.

La estructura del Vision Fund, que difiere de prácticamente cualquier otro fondo de capital riesgo, es obra de Misra. En lugar de obtener participaciones puras en renta variable, los patrocinadores externos reciben un 62% en unidades preferentes que pagan un cupón del 7%. Sólo SoftBank tiene una participación completa en el capital,lo que implica que es el que más beneficio obtiene del éxito del fondo.

Ante el reto de distribuir una suma sin precedentes, los empleados describen una cultura con una supervisión del día a día limitada donde se les insta a buscar oportunidades de inversión. Inicialmente, se animó a los trabajadores a colocar deprisa el capital para que el fondo empezase a ganar comisiones por gestión, según personas familiarizadas con los controles internos del fondo.

"Es como el Salvaje Oeste", afirma una persona que ha trabajado con los equipos negociadores tanto de SoftBank como del Vision Fund. "La organización parece pensada para la máxima velocidad. Existe una gran urgencia por cerrar acuerdos. La competencia entre los diferentes equipos es feroz, todo se mueve increíblemente deprisa... pero no están implantados los sistemas que cabría esperar para formalizarlo todo".

En los primeros días de existencia del Vision Fund, SoftBank colocó más de 1.000 millones de dólares en tres start up -Improbable, OneWeb y Brain Corp- que en el momento de la inversión no tenían ingresos significativos. Además, SoftBank ha empleado más de 32.000 millones de dólares en participaciones minoritarias en compañías que van desde proveedores de Internet por satélite a una aplicación para pasear perros llamada Wag!

Misra orquestó su movimiento más audaz hasta la fecha el año pasado con un acuerdo por 9.300 millones de dólares mediante el cual SoftBank se convirtió en el mayor accionista en Uber. Las negociaciones se produjeron en plena disputa interna entre los accionistas de la compañía de transporte, su consejo de administración y su fundador.

Las conversaciones también generaron tensiones con el principal mecenas del Vision Fund, Arabia Saudí, que evitó una vergonzosa provisión sobre una inversión anterior en Uber gracias al acuerdo diseñado por Misra."La operación de Uber fue todo cosa de Rajeev. Es el que la sacó adelante", explica un asesor que reconoció el mérito de Misra por su gestión de la situación de Uber, según consigna Expansión. El acuerdo consolidó la gigantesca apuesta de SoftBank por la industria de los coches compartidos, con participaciones en Uber, la start up india Ola, Grab en Singapur y la china Didi Chuxing, que en todos los casos se espera que se engloben dentro del Vision Fund y que contarían como parte de la aportación de 28.000 millones de dólares de SoftBank junto a una participación del 25% en Arm.

Start up que han mantenido discusiones sobre una inversión de SoftBank explicaron que, en ocasiones, el Vision Fund externaliza su proceso de due diligence a consultoras, a diferencia de los inversores tradicionales del capital riesgo. Mientras que el capital riesgo suele examinar a fondo el negocio, crear modelos de ingresos y establecer indicadores de rendimiento claves antes de invertir, Son, que tiene la última palabra en todas las decisiones, sigue una estrategia distinta. Con su tendencia a parafrasear a Yoda, el maestro Jedi de Star Wars, Son afirma que se deja guiar por las corazonadas mientras trata de "sentir la fuerza" en un acuerdo.