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El Ministerio de Hacienda publicó un libro digital titulado “La Reforma Tributaria Argentina de 2017”                              
13/06/2018 - 14:32hs

El Ministerio de Hacienda publicó recientemente en su página web un libro digital titulado “La Reforma Tributaria Argentina de 2017”, en el cual, a lo largo de sus 88 páginas, se repasan los objetivos que tenía la iniciativa impulsada por el Gobierno, que luego se convirtió en ley.

1. Reducir la asfixiante presión fiscal: Argentina, por lejos, es el país con mayor carga tributaria del mundo (según “Paying Taxes 2018” del Banco Mundial).

En promedio, un argentino trabaja más de la mitad del año (entre 180 y 211 días) solamente para pagar sus impuestos.

Entre 2004 y 2015 la presión tributaria escaló del 24% al 35% sobre el PBI.

El Gobierno, con esta Reforma, se planteó disminuir, en 5 años, 1,85% la presión tributaria nacional y 1,08% la presión tributaria provincial (ambos medidos sobre el PBI).

Es decir, solamente para poder volver a los niveles de 2004 (24%), necesitaríamos aproximadamente 20 años reduciendo la carga fiscal a estos niveles propuestos por el Gobierno (0,60% por año), lo cual no parece muy prometedor.

Además, a nivel provincial, el Consenso Fiscal parece no haber funcionado: 14 provincias subieron Ingresos Brutos, en vez de bajarlos.

2. Reducir la alta evasión fiscal, bajando los impuestos: Según un informe del Foro Económico Mundial somos el quinto país del mundo con mayor nivel de evasión tributaria.

“Nadie evade porque quiere”. Argentina está inmersa en un terrible círculo vicioso, determinado por estos dos primeros puntos (presión tributaria y evasión fiscal):

(1°) los impuestos son tan altos que las empresas tienen un “premio” muy grande por evadirlos (baja la recaudación);

(2°) sin embargo, el Gasto Público debe financiarse de alguna manera, entonces, el Estado aumenta los impuestos;

(3°) como el “premio” por evadir se incrementa, menos empresas pagan impuestos (baja la recaudación); etc.

Así es como hemos pasado del 24% en 2004 al 35% en 2015: son cada vez menos los que pagan, que tienen que pagar cada vez más.

En definitiva, bajando los impuestos de manera significativa, la evasión se reduce, se aumenta la base de contribuyentes y se aumenta la recaudación.

Sin embargo, hemos visto que la presión tributaria solamente se reducirá en un 0,6% por año, por lo cual, este segundo postulado difícilmente sea cumplido.

3. Simplificar el ineficiente sistema tributario: Un sistema tributario simple generaría los siguientes beneficios:

(i) las empresas no necesitarían enormes estructuras administrativas para cumplir con sus impuestos: bajarían los costos y, con ello, los precios de los bienes y servicios (se reduce la inflación);

(ii) se necesitarían menos funcionarios públicos avocados a recaudar y controlar a los contribuyentes: bajaría el gasto público y, con ello, el déficit fiscal y la necesidad de financiamiento público.

En Argentina existen tres niveles de Gobierno que recaudan impuestos (Nación, Provincias y Municipios), por lo cual: triple gasto público totalmente innecesario y triple gasto empresarial para cumplir con sus obligaciones.

En definitiva, ¿se simplificaron los impuestos con la reforma?

No solo no se simplificaron, sino que, por ejemplo: (i) se crearon nuevos impuestos de alta complejidad y de insignificante recaudación (con el nuevo impuesto sobre la renta financiera para las personas humanas se espera recaudar 0,22% sobre el PBI); (ii) se pasó a convivir con varios regímenes diferentes sobre un mismo ingreso al mismo tiempo (ejemplo: “ITI” para los inmuebles comprados antes del 2017 e impuesto a las ganancias para inmuebles comprados después del 2018).

4. Disminuir la regresividad del sistema: Los impuestos “regresivos” son aquellos que más lo sufren quienes menos tienen.

Una persona que gana $20.000 por mes, sufre mucho más el IVA (21%) contenido en los bienes y servicios que compra, que una persona adinerada.

A nivel Nación, los impuestos regresivos representan un 70% del total de impuestos que existen. A nivel provincias, es aún peor: 88%.

Sin embargo, el IVA no se modificó en absoluto. La tasa general (21%) en comparación con el promedio de Latinoamérica (13%) y el promedio del mundo (15%), no sufrió ninguna variación.

Por lo cual, podríamos concluir que seguiremos teniendo un sistema tributario altamente ineficiente, complejo, regresivo, injusto y distorsivo.