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¿No quiere o no puede?: el Gobierno y el temor a que se llegue a un "punto de no retorno" con el dólar blue

Sube de forma empinada, baja rápido y vuelve a subir, dando giros imprevistos. En esa suerte de "montaña rusa" se transformó el billete paralelo
20/03/2013 - 10:07hs
¿No quiere o no puede?: el Gobierno y el temor a que se llegue a un "punto de no retorno" con el dólar blue

El día en el que el dólar blue llegó a un sorprendente nivel de $8 -hoy ya parece lejano- hubo además otro indicador que batió récords: el "rumorómetro", que subió a temperaturas inéditas.

En el plano local, volvieron a agitarse todo tipo de versiones respecto a lo que podría suceder el día después de las urnas, en octubre. Entre ellas, la posibilidad de que el Ejecutivo avance en un desdoblamiento cambiario

Y las versiones no se limitaron a charlas de pasillo, sino que hasta influyentes bancos de inversión internacionales, como Barclays o el Bank of America Merril Lynch, llegaron a conjeturar en sus reportes sobre nuevas medidas económicas para después de las elecciones legislativas.

Y, en los hechos, parte de esos rumores se terminaron concretando con el cargo de 20% sobre las compras de paquetes y pasajes aéreos, lo cual implica la vigencia de un "dólar turista".

La sola mención de que se hable de estos temas es un síntoma de que la brecha cambiaria no es inofensiva para el país ni para el humor social. Pero, sobre todo, es la señal de que nada infunde más temor que un gobierno que no logra controlar las variables de la economía.

Y el nerviosismo crece en la medida en que la temporada veraniega ha concluído y nunca termina de producirse el "desinfle" que los funcionarios K habían pronosticado cuando pasara el "efecto estacional".

El obstinado comportamiento del blue, subiendo por encima del nivel que los economistas más escépticos habían pronosticado, reflota la sensación de que el mercado podría ser ganado por el pánico. Y, como indica la experiencia, cuando eso ocurre no hay análisis técnico que valga.

De manera que la gran duda es si la escapada del dólar paralelo se produce porque el Gobierno decidió no intervenir o si, por el contrario, quiere hacerlo pero no le encuentra la vuelta al tema.

"Cualquiera de los dos escenarios son gravísimos, así que se entiende el nerviosismo del mercado", afirma Luciano Cohan, economista jefe de la consultora Elypsis.

En el momento de máxima cotización, un operador cambiario comentaba, off the record, su convicción de que el Ejecutivo dejaba escapar el blue a propósito, "para enviar el mensaje de que quien quiera atesorar divisas deberá pagar un costo muy alto".

Otros afirmaban que se repetiría una estrategia ya utilizada en 2008, durante el conflicto con el campo, cuando el Ejecutivo había dejado subir el tipo de cambio hasta $3,21 para luego bajarlo abruptamente a $3,04 y plancharlo, de manera de "castigar" a quienes habían comprado caro.

Los comentarios que llegaban desde las oficinas del Ministerio de Economía eran, en principio, que no había una preocupación excesiva por un eventual "contagio" del blue al resto de los precios, y que el Gobierno prefería conservar las reservas y que el mercado paralelo fuera abastecido por dólares "del colchón".

Lo cierto es que el nivel de incertidumbre que sobrevino con la escapada de la divisa en el mercado negro fue tan grande que hacía quedar como optimistas a quienes creían que habría cambios después de las legislativas: por lo menos, estaban dejando entrever que la situación podría aguantar hasta octubre, algo de lo que muchos dudan seriamente. Jugando con fuego

La gran pregunta es si se pasó un punto de "no retorno". Es decir, si todavía sigue siendo un tema económico y, por lo tanto, manejable para los funcionarios o si, por el contrario, pasó a tener un componente emocional ("de expectativas", en la jerga de los economistas) y entonces se transformó en ingobernable."Al principio, la lógica indicaba de que la escapada del dólar era por un tema estacional, potenciada por la fuerte emisión de dinero que hubo, y un ajuste del cepo, justo en un momento de alta demanda de divisas por las vacaciones", observa Fernando Marengo, economista jefe del Estudio Arriazu.

De haber sido este el caso, sostiene el analista, podría haberse dominado la situación "drenando" moneda local del mercado.

Pero enseguida deja planteada la duda: "Siempre puede llegarse a un punto en el que se gatille una corrida contra el peso. Es más difícil de detectar eso cuando hay un mercado paralelo, porque ahí los pesos no vuelven al Banco Central sino que siguen dando vueltas en la economía".

El analista alerta que el Gobierno "está jugando con fuego" y que existen serios riesgos de traspasar el punto crítico. Es decir, el de "no retorno", aquél a partir del cual las expectativas de la gente se tornan inmanejables.

En la misma línea, Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central, advierte sobre la ausencia de una mayor cantidad de particulares dispuestos a vender dólares, aun cuando la cotización haga ganar una suculenta diferencia.

"¿Quién quiere hoy tener pesos? Salvo las grandes empresas que tienen que tenerlos y los colocan a plazo fijo, hoy nadie quiere moneda local", argumenta el ex funcionario.

En este contexto, algunos traen a colación analogías inquietantes con otros momentos convulsionados de la historia económica argentina.

Uno de ellos es Luciano Cohan, de Elypsis, quien hace un cálculo a precios de hoy para determinar cuánto costaba el paralelo en momentos previos a los grandes ajustes de la historia argentina. 

Su conclusión es preocupante: "A valores actuales, antes del Rodrigazo el dólar financiero subió hasta los $10 y se quedó ahí durante meses. Este último año y medio es un calco de lo que pasó a principios de los ‘70".

Aun así, Cohan se reserva una cuota de esperanza en que "en algún momento el Gobierno empiece a desandar un camino de errores". Aunque aclara que, en todo caso, "no va a ser sin costos".

¿Lo peor ya pasó?

El bajón que había experimentado el blue tiempo atrás, tras haberse codeado con los $8, parecía una señal de que, después de todo, al Gobierno no le resultaba indiferente lo que ocurre en el "mercado ilegal de las divisas".

El hecho de que el Banco Central haya decidido, durante el verano, salir a barrer la plaza de pesos, retirando del mercado más de $18.000 millones (un 47% de lo que había emitido en diciembre) viene siendo interpretado por muchos analistas como un síntoma de preocupación ante una posible espiral inflacionaria.

Además, según los operadores de la city, hubo ofertas inusuales en el mercado del blue, lo cual parece indicar que el Gobierno siguió el consejo de veteranos de otras crisis, como Javier González Fraga, quien había aconsejado enviar a empleados del Central a vender unos millones y así descomprimir el circuito marginal.

Es un secreto a voces que el Gobierno recurrió a "financistas amigos" para tal fin. Pero aun así, no logró que la calma fuera duradera, porque tras caer volvió a subir hasta los más de $8 que cotiza hoy en día. 

¿Debe interpretarse esta situación como que el mercado blue ya no es tan pequeño para domarlo? ¿O acaso no es suficiente haber "aspirado" nada menos que $18.000 millones?

O, más inquietante todavía, ¿ya se ingresó en la zona en la que no hay medida política capaz de torcer las expectativas de la gente?

De momento, se percibe en el gremio de los economistas un fuerte pesimismo respecto de la habilidad de los funcionarios K para manejar la situación.

Para Luis Palma Cané, lo que ha quedado en evidencia es "un grosero error de diagnóstico" de las autoridades, que ponen el acento en que el billete verde marginal subió sólo por la demanda turística, cuando en realidad el problema de fondo es haber tenido que llegar a la situación de instaurar en el país un cepo cambiario.

"Cuando se impone una restricción de este tipo, a medida que se avanza en el tiempo uno se ve obligado a ir sumando más controles por las grietas que se van produciendo, y así el precio aumenta por la suba de la demanda", argumenta Palma Cané.

En consecuencia, no suscribe a la postura de que "lo peor ya pasó".

Otro pronóstico pesimista viene de Economía & Regiones, la consultora de Rogelio Frigerio, que pone el acento en la dificultad del Gobierno para dejar de emitir dinero, dada la necesidad imperiosa de tener que financiar su complicada situación fiscal.

"El dólar paralelo dejaría de subir sólo si el Banco Central imprimiera mucho menos y volviera a acumular reservas", señalan desde la firma.

Dado que no cree que esto vaya a suceder pronostica un dólar blue de $10 hacia finales del año.

¿Y si los sojadólares no ayudan a bajar al blue?

No todos son tan pesimistas, claro. Porque siempre están quienes apuestan a la bendición de una cosecha salvadora, y ya está a la vista la luz de los sojadólares al final del túnel veraniego.

Pero el verano llegó a su fin a su fin y las divisas todavía no se hacen notar. El nerviosismo oficial se hace muy evidente en las inspecciones que se envían a las principales firmas productoras para saber si están acopiando granos que podrían vender.

Esto ha abonado, nuevamente, las teorías conspirativas respecto de intentos de desestabilización política por la vía de "secar" la plaza de dólares, un temor probablemente alimentado por el recuerdo de situaciones ocurridas antes de la crisis hiperinflacionaria en 1989.

De todas formas, los conocedores del mercado agropecuario no creen que ese temor gubernamental esté justificado. Como Salvador Di Stéfano, consultor de la zona sojera de Santa Fe, quien afirma que la delicada situación financiera de los productores no hará posible esa conducta especulativa.

Su expectativa es que habrá un aporte de u$s32.750 millones entre la cosecha de soja y la de maíz.

"Esta oferta de dólares ayudará a calmar expectativas y al dólar blue", predice Di Stefano.

Su análisis parece dar por descontado que, al contrario de lo que temen algunos economistas, el Gobierno habilitará algún grifo, formal o informal, para que parte de esos dólares vayan a engrosar la oferta de billetes verdes.

No es una decisión fácil para las autoridades, que deberán elegir entre dos objetivos: si acumular reservas o generar una sensación de estabilidad con el dólar paralelo.

"Un dólar menos en el Banco Central permitiría relajar el cepo para contener al inquieto dólar paralelo, liberar importaciones, aliviar la restricción al giro de utilidades para incentivar la inversión o incluso financiar a YPF", enumera Cohan.

Pero no se anima a pronosticar cómo el Gobierno manejará su lista de "objetivos contrapuestos".

La cuestión es que, aun asumiendo que la política fuera sacrificar reservas, no todos creen que eso pueda garantizar calma entre los ahorristas.

"La única estrategia oficial es contar los días hasta que comience la liquidación de la cosecha y, mientras tanto, negar la realidad. Se trata de una visión muy pobre", destaca Martín Redrado, otro ex titular del Banco Central que pone el foco en la mala praxis de los funcionarios K.

Como muchos ex funcionarios, Redrado diagnostica que el tema central a atacar es la inflación, una preocupación que curiosamente lo invadió recién a partir de enero de 2010.

En todo caso, esta es otra prueba de que las cosas se deben ver bastante diferentes cuando se está a cargo de la economía que cuando se analiza desde fuera.

Y una señal más sobre lo difícil que será la batalla contra el blue en 2013.