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Bajaron las aguas, subió el mal humor y la clase polí­tica enfrenta la condena social del "dí­a después"

No borrarse y dar la cara. Esta ha sido la actitud de varios funcionarios ante la tragedia. En algunos casos tardía, en todos con pocos argumentos
05/04/2013 - 10:01hs
Bajaron las aguas, subió el mal humor y la clase polí­tica enfrenta la condena social del "dí­a después"

Las aguas empiezan a bajar y, a partir de ahora, comienza la segunda parte del drama para miles de personas: la reconstrucción de sus vidas y la trabajosa vuelta a la "normalidad".

Y, pasadas las frenéticas horas de la emergencia, arranca la pesadilla de rebobinar y volver a ver en cámara lenta, una y mil veces, cómo la inundación se llevó en cuestión de minutos el fruto del esfuerzo de años.

Las primeras señales de cómo se canaliza esa angustia y ese sentimiento de impotencia se están viendo con claridad: la ministra de Acción Social, Alicia Kirchner, recibió un duro abucheo y hasta llegó a poner en riesgo su seguridad física cuando los damnificados reaccionaron indignados ante su llegada a un centro de ayuda a los evacuados.Visiblemente contrariada, la ministra intentó calificar estos hechos como la reacción minoritaria de activistas políticos que querían sacar provecho de la situación y generar violencia.

"Hay vecinos enojados, y que tendrán sus razones, pero hay otros, agitadores, que no quieren que se los ayude. Entiendo los enojos, pero no la violencia, no conduce a nada", afirmó Alicia Kirchner, junto al gobernador Daniel Scioli, tras su accidentada recorrida por la zona del desastre.

Y agregó una frase que parece ser la nueva consigna para el kirchnerismo y toda la clase política en general: "Lo mejor que podemos hacer es trabajar y poner la cara; las muertes no las vamos a poder reconstruir, el dolor no tiene consuelo".

Esa convicción de que es preferible escuchar los gritos indignados de "que se vayan" y los reproches por "llegar tarde" antes que ser acusado de no haber estado presente ya había resultado evidente en la conducta de Cristina Kirchner.

En una actitud absolutamente inédita, la Presidenta se alejó de la seguridad de los salones de la Casa Rosada y de los disciplinados aplausos de ministros y militantes de La Cámpora para oír a vecinos quejarse sobre cómo las soluciones para sus problemas cotidianos de infraestructura eran eternamente postergadas.

Para los analistas políticos, el punto de inflexión fue el accidente ferroviario de Once de hace un año, cuando el kirchnerismo vivió una de sus peores experiencias de comunicación política al intentar derivar culpas por la falta de mantenimiento en la infraestructura de transporte.

"Entendió que esta vez no podía cometer la equivocación de borrarse. Posiblemente la hayan advertido respecto de que en las redes sociales la gente la estaba criticando a ella tanto como a Mauricio Macri", había señalado a iProfesional.com Diego Dillenberger, experto en comunicación política.

Antes de esa incursión de la Presidenta en la zona anegada aledaña a La Plata, los funcionarios de la ciudad de Buenos Aires habían vivido una situación similar.

La vicejefa de gobierno, María Eugenia Vidal, se puso al frente del operativo ante la ausencia de Mauricio Macri y ordenó a los ministros recorrer las zonas afectadas, no sin antes advertirles que ello implicaría recibir reacciones "duras" por parte de los vecinos que habían sufrido la inundación.

También pareció notarse cierta intención de "tregua", al menos en la disputa entre el Gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires, lo cual quedó evidenciado en la reunión de Cristina con Scioli.

El diputado Andrés "Cuervo" Larroque, uno de los líderes de La Cámpora, fue elocuente al respecto: "Hay que parar la pelota un poquito, bajarle el tono a la locura de ciertas confrontaciones".

"Ya tendremos tiempo para ir viendo responsabilidades de todos los sectores y actores", afirmó el dirigente. Pero advirtió que, mientras dure la emergencia, "no es una cuestión para analizar desde el punto de vista político".

"Por unos días la pelea política se va a congelar. Van a evitar un enfrentamiento hasta que pase el tema de la inundación", confía el politólogo Ricardo Rouvier.

Estas actitudes de los funcionarios traslucen, en el fondo, hasta cierta cuota de autocrítica y la admisión de cosas que no se han hecho bien.

"La falta de liderazgo de la dirigencia política argentina suele quedar en evidencia en este tipo de situaciones, como así también el desconocimiento sobre cómo manejar estos casos", señalaba a este medio Julio Burdman, director de la consultora Analytica. La tercera "gran falla" que se buscará evitar 

Pero mientras los funcionarios se enorgullecían de "no hacer política" en medio de la tragedia, quienes sí hablaron en términos políticos fueron los ciudadanos damnificados que, ante las cámaras de TV, dejaron en claro su discrepancia con el Gobierno respecto de qué significa "un Estado presente".

"No debería ser la gente la que dé ayuda, tendría que ser el Gobierno, porque nosotros pagamos los impuestos", afirmaba un hombre entrevistado, tras relatar cómo había subido a su familia al techo de su casa.

"No pido que venga un funcionario de traje, pido que esté la Prefectura. Y no estaba", se quejaba otro, indignado por la ausencia del servicio en el momento en el que la población lo demandó.

"La Presidenta dice que quiere ayudar pero le recorta fondos a Scioli para las obras", afirmaba un vecino del barrio Los Hornos.

Y muchos otros, visiblemente enojados, hablaron con la elocuencia de las piedras y piquetes, al rechazar la llegada de bomberos y gendarmes, enojados por la tardanza con la que estos servidores públicos se hicieron presentes en los sitios de la tragedia.En este contexto de híper sensibilidad social y de mala predisposición hacia la clase política en general, los funcionarios tienen ahora su gran desafío: actuar de forma tal que la población no perciba una tercera falla.

Hasta ahora, ya quedó en evidencia la primer grave falencia que es la de infraestructura, tanto por falta de inversión como de planificación. Los expertos en temas ambientales fueron claros al respecto, como Pablo Romanazzi, titular de la cátedra de hidrología de la Universidad de La Plata, quien alegó culpas por deficiencias de gestión.

"Acá no se tuvo en cuenta el desagüe, se urbaniza irresponsablemente. Las leyes tampoco nos ayudan porque hay gente que está viviendo al costado de los arroyos y tiene título de propiedad. Fue autorizada a construir ahí y nunca tendría que haber estado", argumentó el experto.

La segunda gran falla tuvo que ver con la emergencia propiamente dicha: quedó al descubierto la carencia de planificación y la lentitud de reacción para mitigar los efectos de la catástrofe natural. Es allí donde el "Estado ausente" debe ser cubierto por la tarea de voluntarios y es cuando el enojo de los damnificados se hace más visible.

Ahora, la consigna de los políticos es no fallar en la tercera instancia: la de la asistencia el "día después".

De momento, se nota una intención de mostrarse en actividad y con los reflejos funcionando a pleno.

Tanto a nivel de la Nación como de la ciudad y la provincia se anunciaron alivios en el pago de impuestos para los domicilios afectados y la posibilidad de ayuda económica en los casos más graves.

El gabinete de la provincia explicó con detalle la logística del reparto de alimentos y ropa en las zonas afectadas, así como el refuerzo en el trabajo de la recolección de residuos.

También fue evidente que se recibió el mensaje por el tema de la seguridad. Fue una indicación expresa de la Presidenta y hay un despliegue especial para evitar que al drama de la inundación se le agregue una situación de delincuencia.

No faltan, por otra parte, las demostraciones de dureza hacia el sector privado.

Se anunciaron multas para Telefónica, por las deficiencias en el servicio celular en la zona del conurbano donde se produjeron las inundaciones. Y, por otra parte, Edenor deberá indemnizar a los perjudicados por los cortes de energía durante la tormenta en Capital."Heridos" graves y leves¿Alcanzará esta reacción para que aminore la "sanción social" hacia la clase política? Los expertos creen que no será suficiente como para tapar el malhumor social, pero al menos servirá para que las cosas no se agraven más.

Un elemento crucial al respecto será la disposición al trabajo coordinado entre los rivales políticos y la ausencia de acusaciones cruzadas respecto de quién tuvo las mayores culpas del desastre.

"Cuando se produce este tipo de situaciones todos salen perdiendo; la gente rechaza las peleas entre políticos en medio de una tragedia social", sostiene Carlos Fara, experto en opinión pública.

Los analistas creen que todavía es prematuro saber si este desastre natural podrá reflejarse a nivel electoral.

Algunos estiman que, como los problemas afectaron tanto a la Presidenta como a Scioli y a Macri, el efecto terminará siendo neutro.

Otros, en cambio, creen que habrá "heridos" leves y graves. En este grupo, la primera sensación es que figurará Macri, quien tuvo una primera reacción de "victimización".

"Tuvo un desempeño pobre a nivel mediático y es probable que termine pagando más costos políticos que Cristina y que Scioli", afirma Fara.

Y en lo que respecta a la disputa electoral en la provincia de Buenos Aires, ayer quedó flotando en el ambiente político una seria duda respecto de si el plan kirchnerista para postular a Alicia Kirchner podrá mantenerse en pie.

El rechazo a la ministra por parte de los damnificados -en plena tarea de coordinación de la ayuda humanitaria- fue una experiencia dura y probablemente difícil de remontar en medio de una campaña electoral.

Pero para las elecciones faltan seis meses, y en la Argentina eso significa hablar de largo plazo. En el medio, es casi seguro que ocurran otros hechos que cambien el humor social.

Por lo pronto, ya está circulando en las redes sociales una convocatoria a un nuevo "cacerolazo" el 18 de abril. Y, por cierto, sigue tan vigente como nunca la preocupación por la inflación.