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"Anarquí­a de precios": sin una referencia a seguir, en Argentina ya hay no menos de 6 "indexadores"

Quedaron atrás los tiempos en que los bienes y servicios aumentaban según la inflación. Ahora se vive una gran distorsión en las distintas actividades
29/04/2013 - 10:05hs
"Anarquí­a de precios": sin una referencia a seguir, en Argentina ya hay no menos de 6 "indexadores"

Quién diría que se iba a llegar a sentir nostalgia por los años en los que la indexación se hacía con un único índice.

Hasta hace poco tiempo, los precios seguían en forma más o menos pareja y uniforme al indicador de la inflación. Todos los costos y salarios evolucionaban en forma similar y los empresarios ajustaban aquello que vendían en función de ello.

Los economistas veían el fenómeno con preocupación, alegando que este mecanismo provocaba la temida "espiral inflacionaria". Sin embargo, deben estar añorando aquellos tiempos, porque hoy se agrega un efecto más aterrador, el de la distorsión de precios.

Es decir, ya no existe más un único parámetro según el cual las cosas aumentan. Más bien, hay una multitud.

En un contexto en el que el Gobierno interviene con más regulación e intentos de congelamiento -y con un dólar blue que cada vez es más referente de varios sectores- empieza a perderse el parámetro para saber qué es barato y qué es caro.

A modo de síntesis, los siguientes son algunos de los indexadores que se utilizan, de los tantos que rigen en la Argentina de hoy día:

1. Indexador "ajuste salarial"

Los salarios constituyen un factor primordial a la hora de establecer aumentos de precios. Especialmente, en sectores industriales o de servicios, donde la remuneración es el componente principal del mix de costos.

Pero, incluso en aquellos rubros que no se caracterizan por ser intensivos en mano de obra, tampoco es un punto a desdeñar, ya que éstos, a su vez, contratan servicios tercerizados (transporte, limpieza, entre otros), que sí están fuertemente influidos por el componente salarial.

Tal como observa el economista Miguel Bein, al explicar su escepticismo sobre el congelamiento: "El impacto de los salarios se traslada significativamente a los precios, como respuesta a su incidencia directa en los costos de producción pero también al valor de los servicios.

Un ejemplo de esto es lo que ocurre en la educación privada, donde se producen dos aumentos anuales, según lo que se acuerde en paritarias.

Otro sector por excelencia donde el salario es el indexador principal es el de productos de la canasta básica, para el que se observan ajustes de entre 25% y 30% anual, según el artículo.

2. Indexador "aumento de insumos"

Otra variable importante a la hora de fijar precios es la de los costos de los insumos, que pueden ir en línea con la inflación o estar influenciados por otras cuestiones, tanto del mercado interno como del exterior.

Un ejemplo típico es el de alimentos frescos, como las carnes, que registraron un incremento promedio del 21%. Ello, a su vez, influye sobre toda la cadena alimenticia.

"Aquí hay que tener en cuenta, por ejemplo, el costo de cuidar y de alimentar al ganado", indica Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres.

En este caso, la influencia del intervencionismo estatal ha generado una gran distorsión, de la que el sector quedó preso hace unos años y de la que no se ha podido recuperar.

Tal como quedó comprobado en los hechos, hoy la Argentina no sólo exporta menos carne que hace unos años sino que los precios internos no pararon de subir.

A partir de 2010, "los precios no sólo se duplicaron sino que, además, hoy se ubican incluso por encima de los valores internacionales", recuerda Bein.

Otro factor que ha tenido injerencia en los aumentos ha sido el cierre importador. La consecuencia típica de una medida de este tipo es la de un "consumidor cautivo", producto de la falta de competencia entre lo nacional e importado.

Pero es curioso cómo, a contramano de la creencia popular sobre que el cierre importador benefició a la industria local, muchos empresarios se quejan de que sus costos se encarecieron.

Un gerente de una reconocida marca de indumentaria, con presencia en los principales shopping del país, señala que los costos de las mercaderías le han aumentado fuertemente por "tener que acudir a proveedores nacionales".

3. Indexador "dólar oficial"

En estos tiempos en los que el tipo de cambio oficial se ha convertido, para la mayoría de la población, en una ficción, quedan algunos pocos privilegiados que pueden obtener dólares a $5,17.

Se trata de los importadores o, mejor dicho, de aquellos que pudieron sortear el férreo cierre diseñado por Guillermo Moreno.

En los casos en los que se logra acceder a la ventanilla del Banco Central, los productos mantienen sus precios relativamente estables.

En los últimos años, la inflación le sacó varias vueltas de ventaja a un billete verde que se quedó atrás -entre 5 y 10 puntos anuales- lo que se tradujo en un abaratamiento de los artículos importados en relación con las subas de salarios (que siguieron al índice inflacionario) y con el resto de la producción nacional.

Un ejemplo típico es el de los autos traídos de afuera. Según un relevamiento de precios de la consultora Abeceb, éstos en 2012 se incrementaron "apenas" un 16,5% (frente a un índice general del 25%).

"Ha habido un claro subsidio a los autos de alta gama", señala Ricardo Delgado, economista jefe de Analytica.

Otro caso típico de productos importados cuyos precios se indexan según el dólar oficial es el del mobiliario para el hogar traído de otros países.

"Tenemos dos aumentos por año que, en conjunto suman un 16%", señala el representante de una firma distribuidora de muebles traídos de afuera.  

4. Indexador "dólar blue"Este viene a ser el gran "cuco" para los economistas, que suelen contradecir el argumento oficial según el cual el dólar informal no es relevante, por lo pequeño de su mercado.

Así lo argumenta el economista Federico Muñoz: "La suba del blue dista de ser inofensiva; por el contrario, es inflacionaria, porque un dólar paralelo por las nubes se convierte en referencia en la formación de varios precios. Sobre todo -pero no exclusivamente- en sectores en los que la informalidad tiene alta incidencia".

Este es el fenómeno que ha irrumpido con más fuerza el último año, y a partir del cual empieza a observarse cómo en determinados rubros hay aumentos de precios que ya no guardan relación con indexadores clásicos -como la inflación, los salarios o el tipo de cambio oficial- sino que se mueven al compás del paralelo.

Un caso típico al respecto se da en el sector inmobiliario.

Pero no es el único. "En las actividades donde hay un mayor componente de informalidad ya se está viendo una tendencia de ajustar al blue", comenta Delgado, de Analytica.

Es muy notable el caso de empresas de servicios que, sin tener una conexión directa con la importación, empiezan a tener ajustes en porcentajes que van en sintonía con el alza del blue.

Un caso "pintoresco" se encuentra en el índice Big Mac, que elabora la revista The Economist. Cabe aclarar que, entre la variedad de hamburguesas, hay una que está "intervenida" por Moreno, que es justamente la que utiliza la publicación para comparar precios entre países.

Para "esa", la orden oficial es que sólo suba en línea con el alza del billete verde del Banco Central, las otras tienen rienda suelta. Esto, para que en el ranking global que elabora The Economist no quede en evidencia que la Argentina está cara en dólares y tiene atraso cambiario.

Ahora bien, la diferencia de precio entre el Big Mac "intervenido" y el de un producto análogo "libre" (cuarto de libra) evoluciona llamativamente en línea con la brecha cambiaria.

En mayo de 2012, cuando la diferencia entre el blue y el oficial era de 20%, el gap de precios entre ambos combos era ese mismo porcentual. 

Lo mismo ocurre hoy. Al tiempo que la distancia entre el marginal y el oficial se ha disparado, el diferencial entre el Big Mac y el Cuarto de Libra se acerca al 60 por ciento.

5. Indexador "precios políticos"

En lo que respecta a los servicios públicos, el criterio del Gobierno se ha basado en la "dinámica del freezer": congelar los precios, ya sea por la sensibilidad social de algunos de estos rubros (caso del gas, el agua y la electricidad), o bien por la capacidad de provocar aumentos en cadena, al ser insumos fundamentales de industrias y servicios (electricidad y combustibles).

Esto no necesariamente significa que las facturas de luz o de gas se hayan mantenido invariables del todo, porque además de la tarifa hay otros renglones que sí han tenido actualizaciones.

Por ejemplo, el cargo creado a fines de 2012 por Axel Kiciloff, destinado a un fondo para invertir en infraestructura y solventar gastos de importación. Para una factura de consumo medio, este cargo implicó un aumento real de un 15%.

A pesar del congelamiento, la estadística del Estudio Ferreres marca que en servicios públicos ha habido un aumento interanual promedio del 50%.

Para ello, incide el hecho de que parte de la población, en zonas de alto poder adquisitivo, ha perdido los subsidios.

Otro sector que está fuertemente regulado por el Estado es el del transporte público. Según Ferreres, la suba interanual en este rubro ha sido de 41,6 por ciento.

Y esto se explica en lo ocurrido el año pasado. El primer caso fue, tras cuatro años de congelamiento, la aprobación de un incremento de 35% en las tarifas de colectivos y trenes.

O el asunto de los subtes, cuando el Gobierno de la Ciudad, a un día de haber tomado posesión, anunció la suba del boleto desde $1,10 a $2,50, actualizando un servicio que en diez años había aumentado apenas 57% contra, por ejemplo, un 360% de la nafta súper.

6. Indexador "servicios privados semi-regulados"

Al igual que los servicios públicos, hay ramas de la actividad privada que también son seguidas de cerca por el Gobierno, por más que en los papeles no se trate de sectores con precios regulados.

Los casos más representativos son la medicina prepaga, la educación, televisión por cable o la telefonía celular, donde se negocian con Moreno subas que, por lo general, coinciden con las alzas salariales.

En el caso de salud y educación, cuyos aumentos dependen de acuerdos con el Gobierno, han tenido incrementos de precios de 24,9% y 20,7% respectivamente, según el relevamiento de Ferreres.

De todas formas, los criterios no son siempre uniformes, y suele haber controversias entre las empresas y las autoridades.

Por ejemplo, en la TV por cable, a fines de 2012 la Secretaría de Comercio Interior fijó en $130 el precio del abono mensual de Cablevisión. No obstante, la empresa alegó al día siguiente que no iba a acatar ese tope.

También hubo controversia en la telefonía celular. Es así que, luego de los aumentos del último verano, el Gobierno frenó la suba de tarifas pensadas por las compañías para marzo, argumentando que éstas "deberán invertir en infraestructura, sobre todo ante las sucesivas quejas de los usuarios".

Así es hoy el panorama de los "indexadores de precios" en Argentina, en donde algunos bienes y servicios siguen a unos y otros siguen a otros.

Lo que sí resulta claro es que las cosas siguen aumentando, la distorsión de precios se agudiza y que, en algún momento, habrá que ponerle fin a esta "anarquía" de precios.