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En una conferencia de antologí­a, "los cinco" dejaron al desnudo las falencias del relato

La situación es holgada, pero hay cepo. Hay que pesificar, pero mejor dólares. La economía va bien, pero se busca el colchón. Muestrario de contradicciones
08/05/2013 - 03:37hs
En una conferencia de antologí­a, "los cinco" dejaron al desnudo las falencias del relato

¿Cómo se habrá sentido ayer el ahorrista que, contagiado por el entusiasmo patriótico que exhibía el Gobierno en su batalla cultural por la pesificación, siguió el ejemplo de Cristina Kirchner y de Víctor Hugo Morales y pesificó sus ahorros en dólares?

¿Qué habrá pensado al ver al equipo económico del Gobierno admitir que ni los ahorros, ni el mercado inmobiliario, ni las inversiones en infraestructura se harán en pesos, sino que todo seguirá teñido de verde?

Y que, por el contrario, aquel que hizo caso omiso a la cruzada pesificadora, finalmente se vio beneficiado por un dólar blue que duplicó su valor, y ahora se ve nuevamente favorecido por una amnistía fiscal general que incluye hasta el costo de la transferencia bancaria.

¿Cómo se habrá sentido el propio Víctor Hugo, o el senador Aníbal Fernández, obligado a retractarse en público y teniendo que pesificar su plazo fijo en dólares que -en todo su derecho- había mantenido en moneda extranjera "porque me da la gana", tal cual había expresado?

Lo cierto es que la conferencia que brindó ayer el equipo económico dejó al desnudo, como pocas veces antes, todas las contradicciones y falencias del "relato".

Y, lo más curioso, esa admisión de todas las fallas del "modelo K" se presentaron bajo la forma de una autocelebración por el éxito.

Así, el cepo cambiario se aplica en un país donde hay "una situación holgada en términos de disponibilidad de divisas", al decir de Axel Kicillof.

Y, en ese contexto, donde "todos los indicadores de sostenibilidad dan bien", el Gobierno sale a pedir dólares, en una actitud que los analistas no han vacilado en calificar como de desesperación.

"Segundo blanqueo en cinco años. ¡Récord! Están desesperados por las reservas que necesitan cobrar en tres meses. Crujen el modelo y el relato", escribió el ex titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay, en su cuenta de twitter. 

En tanto, el economista José Luis Espert, afirmó: "Cepo, pesificación, este blanqueo... medidas para recuperar por izquierda los dólares que perdés por el agujero fiscal y la caída de la demanda de dinero".

"Esto termina con la idea de fomentar el ahorro en pesos", fue la conclusión de Miguel Kiguel, ex secretario de Hacienda y actual titular de la consultora Econviews.

El ladrillo gana la pulseada

Las contradicciones aparecieron a lo largo de toda la conferencia de prensa, donde prácticamente no hubo un punto explicado por los funcionarios que no haya sido una admisión implícita de fracaso en las políticas previas.

La más obvia fue el reconocimiento a que el Gobierno -ya lejos de todo proyecto pesificador que en su momento había impulsado- perdió la pulseada contra el mercado inmobiliario, que se mostró absolutamente reticente a resignar al dólar como moneda de intercambio, aunque eso implicara un congelamiento de las operaciones.

El mes pasado la CAME, una cámara empresaria a la que no puede catalogarse como opositora al Gobierno, informó que en abril la compraventa de viviendas había sufrido una caída del 34% en la Ciudad.

Durante un año y medio los funcionarios K se ocuparon de minimizar esta situación. Y confiaron en que llegaría el momento en que el mercado se pesificaría.

Esa argumentación alcanzó su punto cúlmine cuando el diputado Carlos Heller sostuvo que el gran bajón inmobiliario -lejos de ser preocupante- debía ser un motivo de festejo, porque daba la pauta de cómo los compradores no convalidaban las posturas dolarizadoras de los vendedores.

Ayer se borró de un plumazo toda esa batería argumental, cuando Mercedes Marcó del Pont admitió que el Gobierno estaba ofreciendo un instrumento reclamado por el mercado del ladrillo para normalizar la situación.

La titular del Banco Central parece no haber escuchado al ministro Julio de Vido que, en los últimos días, se mostró enojado con los medios que hablaban de una situación complicada en la construcción.

Marcó del Pont justificó la emisión del nuevo certificado como "la generación de instrumentos que vuelven a generar dinamismo en el sector de la construcción".

En el mercado inmobiliario no hay euforia por estos anuncios, pero al menos se los ve como un primer paso en la admisión de una realidad inocultable.

"El Gobierno está reconociendo que perdió la batalla en su intento por pesificar el mercado. Tras 17 meses de restricciones, tuvieron que permitir operaciones que, en definitiva, se harán en dólares. Reconoce que hay una crisis y que la caída no es un síntoma positivo sino todo lo contrario", resume José Rozados, CEO de la consultora Reporte Inmobiliario.

De todas formas, este experto cree que el uso de los nuevos certificados como forma de cancelar pagos estará acotado al sector superior del mercado.

"Esto no se hará sentir en el segmento de viviendas más chicas o medianas", afirma Rozados, para quien sólo verán atractiva la iniciativa oficial aquellos que necesiten blanquear fondos no declarados.

En tanto, el empresario Armando Pepe, fundador de la Cámara Inmobiliaria Argentina, recomienda cautela: "Hay que ver si después, a quien vende el inmueble le entregan los dólares que dice el certificado, porque recién en la instrumentación de la ley estará la clave".

Pepe admite que, para los vendedores, no parece haber tanto atractivo en este nuevo título, que sólo aceptarán quienes tengan confianza en que, efectivamente, el círculo se cerrará con la devolución de los billetes verdes en efectivo.

"Por ahora, no es tan clara la operatoria. Más bien, parece apenas una herramientas de blanqueo de capitales", afirma.

Ayer una amenaza, hoy una amnistíaEse punto, el del premio al evasor impositivo y al que adquirió dólares en el mercado ilegal del blue, es donde reside la mayor polémica y la más grave contradicción.

Los gestos y expresiones severas de Guillermo Moreno respecto del carácter delictivo de quienes compran divisas en las cuevas chocaron de frente con el contenido real de los anuncios hechos por Ricardo Echegaray.

Es decir, todos aquellos que infringieron la ley, serán ahora perdonados. Quienes acusan al Gobierno por dogmático deberán reconocer, al menos, que si algo no falta en estos funcionarios es pragmatismo.

"El que puso dolares negros recibirá... bonos blancos", es la irónica observación de Diego Dillenberger, experto en comunicación política.

Mientras que Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres, pone la lupa sobre otra contradicción todavía no observada: "El Gobierno siempre destaca que casi todos los costos de construcción son en pesos. Entonces, cuando el que haya adquirido el certificado del Central invierta en una obra, ¿dónde comprará esos pesos que necesitará para construir, en el mercado legal o en el paralelo?"

Lo cierto es que, en la hipótesis de que la convocatoria del Gobierno sea exitosa al 100%, entonces, de acuerdo con la estimación hecha por Kicillof y Echegaray, habrá una masa de u$s140.000 millones que podrá ser blanqueada (exceptuando, claro, a los dólares de los directores del Grupo Clarín, de Ricardo Fort y de Susana Giménez).

Es probable que semejante amnistía esté en condiciones de pelear un lugar en el libro Guiness de los récords.

Pero eso ocurrirá en el supuesto de que todos los que tienen dólares se sientan tentados por blanquear su situación y pasar a ser felices poseedores de los bonos emitidos por el Gobierno argentino.

Los funcionarios no se animaron a pronosticar qué adhesión estiman, pero Echegaray cree que superará el resultado de la amnistía de 2009, cuando regresaron al país poco más de u$s4.500 millones. El optimismo del funcionario está fundado en que, a diferencia de aquella vez, en que se cobró hasta 8% por el blanqueo, ahora hay franquicias totales.

No todos comparten ese optimismo. Como Alicia López, ex titular de la Unidad de Información Financiera, quien planteó: "¿Alguien cree que si uno tiene dólares, en este contexto va a traerlos a invertir en estos bonos?". Y dejó flotando su sospecha en el sentido de que "deben querer un mecanismo para blanquear algo".

Los expertos, nuevamente, muestran su cautela.

Como Daniel Marx, ex negociador de la deuda externa argentina, para quien los inversores no verán gran atractivo en el menú propuesto.

"La tasa que están anunciando sobre dólares está por debajo de los títulos que paga el Estado", apunta el consultor, quien cree que el mercado recibirá la propuesta "con algún grado de cautela".

Menos diplomático, Martín Redrado, que ocupó el sillón de presidente del Banco Central hasta hace tres años, preguntó desde twitter: "¿Vos le prestarías dólares a este Gobierno, aunque sean no declarados?"

Y a continuación se respondió: "Para prestarle se necesita confianza. La política económica no la genera por más que pretenda blanquear capitales".

El curioso método de generar confianza

Es aquí donde aparece la otra gran contradicción del equipo económico: el sentido último de este proyecto de ley es recuperar dólares para la economía argentina. Y para convencer a la gente de hacerlo, los funcionarios enfatizan que... no se necesitan dólares.

El ministro Hernán Lorenzino destacó que no sólo la relación deuda/PBI es históricamente baja, sino que además el desendeudamiento es una política de Estado que hay que preservar, y que además éste es un año particularmente oxigenado en materia financiera porque no está el vencimiento del Boden de mediados de año.

Entonces, con todos estos puntos de fortaleza a favor... se piden dólares a cambios de bonos.

¿Difícil de entender? Para los analistas, hay una única explicación, y es que la situación no es tan desahogada como se la presenta.

"¿Esto marca el fin de la política de desendeudamiento tal cual la conocíamos?", plantea Kiguel.

Más bien, lo que queda evidenciado es cómo el bajo nivel de deuda no parece algo voluntario sino producto de la marginación de la Argentina del mercado de crédito internacional.

Y el ejemplo más dramático es la situación de YPF que, a un año de su reestatización, no logra interesar a la larga lista de empresas de primera línea con las que se entrevistaron los funcionarios.

Y que, mientras sigue consumiendo divisas para importar combustible, debe recurrir a la ayuda de la ANSES.

Lorenzino, entonces, admite que se necesitan los dólares del colchón para financiar la recuperación de la petrolera como así también para las obras de infraestructura.

Y para que la gente entregue con tranquilidad esos dólares, Kicillof plantea la convicción del Gobierno respecto de que no hay que devaluar.

Es decir, de que no hay una conveniencia a futuro en quedarse con divisas estadounidenses ni un perjuicio en mantener el peso.

Para completar el argumento, Marcó del Pont plantea como garantía final el hecho de que los dólares entregados quedarán "encajados" al 100% en el Banco Central. Y que el sistema respondió bien ante el pánico de los ahorristas que, desde el inicio del cepo, se llevaron la mitad de los u$s15.000 millones que había en cajas de ahorro.

En otras palabras, que el Gobierno nunca estuvo tan holgado de divisas y por eso se emiten bonos en dólares.

Y que el Banco Central es la mejor garantía para los pocos ahorristas que aún confían en el sistema bancario, así como para aquellos que hace rato descreen y mantienen unos u$s140.000 millones bajo los colchones.