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Cristina no deja de sorprender: ahora crea policí­a anti-inflacionaria al mando de "Cuervo" Larroque

La Presidenta dejó en claro que profundizará los lineamientos del "modelo". Se resiste a admitir que los aumentos de precios son un problema profundo
23/05/2013 - 03:00hs
Cristina no deja de sorprender: ahora crea policí­a anti-inflacionaria al mando de "Cuervo" Larroque

Los críticos de Cristina Kirchner tendrán que reconocerle, por lo menos, un punto a favor: ya no niega la existencia de la inflación, ni desconoce que sea un fenómeno preocupante.

Es más, el discurso en cadena nacional de ayer de la Presidenta hasta pareció una aceptación en el sentido de que el "método Moreno" para combatir la suba de precios tuvo resultados regulares y que no alcanzará por sí solo para evitar un pico inflacionario luego de que los salarios hayan sido actualizados por las mejoras tras las paritarias.

Después de todo, ella misma había manifestado, hace pocas semanas, su escepticismo respecto de la eficiencia de los congelamientos de precios.

"Está demostrado por el paso de la historia que obligar, acordar, esas cosas no sirven, es el propio usuario y consumidor el que tiene que hacer valer sus derechos", había dicho la Presidenta.

Posiblemente esa convicción haya sido la que llevó ayer a Cristina a anunciar lo que, sin dudas, será una de sus medidas más polémicas: la creación de cuerpos especiales de controladores voluntarios que vigilen en cada punto de venta si hay incrementos de precios en los artículos de primera necesidad.

A juzgar por cómo lo anunció, bien puede afirmarse que lo que comenzará a actuar será una verdadera "policía anti inflacionaria" bajo el mando del diputado Andrés "Cuervo" Larroque e integrada, mayoritariamente, por los jóvenes militantes de "La Cámpora".

Desde ya se puede descontar que el ascendente joven, que se viene ganando la confianza de la Presidenta en situaciones graves -como por ejemplo la asistencia a los evacuados en la inundación de La Plata- se tomará su nueva misión con empeño.

De hecho, en los últimos días han circulado versiones en el sentido de que su nombre es considerado como posible nuevo ministro de Acción Social, en reemplazo de la alicaída Alicia Kirchner.Dudas de un operativo con alto riesgo

Lo que no quedó en claro tras el discurso de la Presidenta es cómo será, en los hechos concretos, el accionar de estas patrullas que, bajo el lema "Mirar para cuidar", pasarán un "radar por las góndolas" de los súper y mini mercados de las principales ciudades y del conurbano bonaerense.¿Cómo harán estos jóvenes voluntarios, a los que se les encomendó cuidar que los salarios y los planes de asistencia social no se diluyan por los aumentos de precios?

¿Tendrán algún tipo de identificación? ¿Llevarán pecheras de La Cámpora como en las tareas solidarias post inundación? ¿Contarán con un listado de precios oficiales para cotejar en las góndolas?

Y, en el caso de constatar aumentos, ¿actuarán directamente increpando a los comerciantes? ¿Publicarán una lista de "escrachados", conformada por quienes hayan remarcado la yerba o el aceite? ¿A qué tipo de sanciones se harán pasibles quienes sean encontrados en "infracción"?

Por no ahondar en cuestiones más espinosas -como por ejemplo si el comerciante está legalmente obligado a dejarse auditar por militantes que no fueron capacitados ni investidos de autoridad alguna para realizar esa tarea-, ¿qué ocurrirá si el dueño de un mini mercado se niega a este tipo de control y se genera un incidente violento?

Los detalles operativos serán definidos en los próximos días, en reuniones que mantendrán los intendentes del conurbano junto con las organizaciones políticas y con Guillermo Moreno.

Pero la chispa de la polémica ya se originó. Y las voces críticas llegan al punto de asimilar a esta política anti inflacionaria con metodologías de regímenes totalitarios.

"Diez años de relato y podemos naturalizar cualquier cosa, hasta milicias populares para un control de precios que fracasó hace apenas seis años", señaló Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis.

Su frase hacía alusión a los primeros intentos de represión de los aumentos de precios iniciados durante la gestión de Néstor Kirchner, cuando se amenazaba con sanciones y se alentaba a "escraches" de organizaciones piqueteras a empresas que traspasaran los niveles que el Gobierno consideraba adecuados.

En la misma línea opina el economista José Luis Espert: "Argentina está tan loca que su Presidenta puede convocar a una manifestación violenta como la de su ex con Shell: boicots populares".

Con ironía, Lucas Llach, docente de la universidad Di Tella, califica a "Mirar para cuidar" (así fue bautizado el plan oficial) como "el programa con el nombre más paternalista del planeta desde la caída del muro".El mensaje entre líneas

Más allá de la polémica sobre la metodología, lo que está en debate es cuál será el alcance real de los nuevos controles.

En otras palabras, si la intención de fondo del Gobierno con este anuncio es solamente "meter presión" a los empresarios para que éstos extremen el celo en sus cuentas y eviten trasladar costos a precios o si, por el contrario, efectivamente se espera un mega operativo de control que tenga resultados concretos en la lucha anti inflacionaria.

Los analistas tienden a creer que es más probable la primera posibilidad.

"Amenazar a los empresarios es parte del juego. La semana pasada se acordaron subas salariales y ahora, con su discurso, Cristina quiere licuar el costo político que va a tener por la suba de precios de los 10.000 productos que dejan de estar congelados", opina Rodrigo Alvarez, economista jefe de la consultora Analytica.

Desde su punto de vista, el efecto del anuncio será más visible a nivel político que en el terreno comercial. "Y también es para alertar a empresarios que ajustan sus precios en cifras mayores a la de sus incrementos de costos", agrega.

En todo caso, lo que la Presidenta dejó en claro es que no considera que la inflación pueda ser explicada por errores en las políticas oficiales, como por ejemplo por una emisión monetaria en torno del 40% anual.

Fue elocuente en ese sentido su frase, con la que advirtió irónicamente a los empresarios presentes en el auditorio: "Parece que los precios los aumentara Guillermo Moreno o Cristina Kirchner, pero los que ponen los precios son ustedes. Los medios terminan hablando del Gobierno y no de ustedes. Claro, porque ustedes son los que ponen la plata en publicidad".

"El anuncio de crear brigadas es una forma de hacer política en un año electoral y echarle la culpa a alguien por la inflación. Es parte de un discurso que intenta no reconocer que existe un desequilibrio macroeconómico, donde hay un alto gasto con emisión monetaria", observa el economista Enrique Szewach.

De todas formas, señala que en caso de que efectivamente este anuncio derivara en un mega operativo de control, las consecuencias no serían buenas: "Indudablemente habrá desabastecimiento porque nadie producirá a pérdida. La otra posibilidad es que la inflación continúe y la economía siga estancada por sus problemas de fondo. Todo lo demás es discurso".

"Yo te conozco"No es la primera vez que el kirchnerismo intenta métodos represivos contra la inflación. El antecedente más recordado data de fines de 2005, cuando se hacía evidente que la suba de precios empezaba a ser un problema, superando el nivel de 12% anual, que por entonces parecía escandaloso.Néstor Kirchner había elegido como blanco de sus ataques a Alfredo Coto, que en esos días participaba del encuentro empresarial de IDEA, donde abundaron las críticas a la política económica."Yo te conozco", afirmó con ironía Kirchner, aludiendo al eslogan publicitario de la cadena supermercadista. Y a continuación acusó a los empresarios del sector de "cartelizarse".

Lo cierto es que, ni Néstor en ese momento, ni Cristina ahora, han podido argumentar por qué el negocio supermercadista, cuyo modelo es de grandes volúmenes y márgenes chicos, podría estar interesado en hacer acuerdos entre competidores para subir precios y consentir una caída en las ventas.

De todas formas, tanto en aquella ocasión como ahora, los supermercados consintieron firmar un acuerdo, cuya efectividad siempre fue parcial y efímera.

De hecho, el intento de pactar precios en 2006 fue frustrante para el Gobierno, a juzgar por la decisión posterior de intervenir el Indec, a inicios de 2007.La apuesta por el consumo

Más allá del polémico anuncio, hay un mensaje que queda claro: la intención de la Presidenta en esta etapa del "modelo" es generar un nuevo shock de demanda que permita hacer arrancar la economía.

Tras un comienzo de año muy flojo en términos de actividad, aun con una buena temporada agrícola, la apuesta del Gobierno vuelve a ser que el consumo actúe como locomotora.

"El Gobierno necesita reactivar el consumo para las elecciones, y todo lo vuelca a ese fin. Es importante tener en cuenta que las jubilaciones representan el 25% de los ingresos de las personas de menores recursos", destaca Alvarez, de Analytica.

Este economista define al segundo trimestre como "el momento clave del año".

"Es posible que en el corto plazo haya impacto en el nivel de compras. Los paritarias de 24% no devuelven poder adquisitivo, pero al comienzo, con el salario nuevo, puede generar el efecto buscado", agrega.

Claro que para lograr ese objetivo, se necesita que la relativa estabilidad de precios continúe, de manera que el dinero que ahora se vuelca a la calle -tras los incrementos salariales y de planes sociales- se traduzca en más ventas y no en más subas de precios.

Es un objetivo difícil según la mayoría de los economistas, que siempre advierten que el modelo de crecimiento basado en estímulo del consumo mediante la expansión monetaria da buenos resultados al comienzo pero, a medida que se insiste en él, empieza a tener rendimientos decrecientes, hasta que finalmente se diluye ese consumo y sólo queda la inflación.

La propia Cristina, como ya es su costumbre en este tipo de anuncios, se encargó de dejar en claro que estas medidas no son gratis para el fisco.

Destacó que las mejoras en la asignación universal por hijo y en las asignaciones familiares implicarán un costo de $18.750 millones, en un momento en el que la caja no es la de otros tiempos más felices.