iProfesionaliProfesional

Ropa más cara que en EE.UU.: sector textil, de niño mimado del Gobierno a "rebelde sin causa"

Recibió la "bendición oficial" durante años y El Ejecutivo le evitó el tener que lidiar con la competencia importada. El atraso cambiario y suba de costos
08/08/2013 - 14:17hs
Ropa más cara que en EE.UU.: sector textil, de niño mimado del Gobierno a "rebelde sin causa"

El kirchnerismo siempre se ha jactado, desde sus orígenes, de ser un fiel defensor de la industrialización y del modelo desarrollista.

Básicamente por las iniciativas orientadas a darle impulso a algunos sectores, tal como lo ha hecho con la industria electrónica de Tierra del Fuego, o con la rama textil, que goza de las ventajas del bloqueo al ingreso de productos importados.

Es así como un puñado de empresas se encontraron frente a sus narices con una oportunidad casi única: contar con la "bendición oficial" para no tener que competir con productos traídos de afuera, algo que en los años 90 había sido un gran dolor de cabeza para el "Made in Argentina".

Muchos empresarios de estas ramas de actividad lograron sacar rédito de estas medidas proteccionistas. Y han podido trabajar durante un buen tiempo con la tranquilidad que les brinda un "guardaespaldas comercial", provisto por la propia Casa Rosada.

Sin embargo, uno de estos sectores "mimados" ha empezado a sentir los efectos colaterales de la suba de precios interna y ahora teme por un potencial quiebre de la relación con el Gobierno.

De la "bendición" al enojo

En el último tiempo se ha visto una suerte de "tira y afloje" entre la administración kirchnerista y varias industrias.

Entre ellas la textil, luego de que ésta haya permanecido por varios años en el podio de los beneficiados por el modelo protector K.

A pesar del cerrojo importador, las firmas que fabrican indumentaria -así como el común de la industria nacional- comenzaron a sentir las consecuencias de operar en un contexto de atraso cambiario y de costos crecientes.

El hecho de haber aumentado los precios de la mercadería hizo que sobre esta actividad se pose la mirada "acusadora" del Gobierno.

En efecto, ahora muchos empresarios son vistos como "especuladores" y señalados como aquellos que se aprovecharon de la menor competencia extranjera para monopolizar el mercado y de haber trasladado su "hegemonía" a precios para así sacar rédito de un público cautivo.

Este quiebre comenzó a hacerse evidente cuando el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, salió a criticar abiertamente el hecho de que un "jean en los Estados Unidos cueste u$s15 y acá $500".

Su enojo fue tal que amenazó con liberar importaciones. Y lo llevó a lanzar otra de sus polémicas iniciativas, el plan "Ropa para Todos".

Lo hizo en conjunto con la Fundación ProTejer, que para calmar las aguas entre el Gobierno y el sector, y así mostrar buena voluntad, acompañó al funcionario en su idea de presentar una canasta "nacional y popular".

Cuesta creer lo polifacético que es Moreno, ya que ejecutivos confiesan que hasta se hizo tiempo de reunir a empresarios para mostrarles cómo tenían que exhibir los productos nacionales en vidriera.

A los de ropa deportiva los asesoró para distribuir mejor en los puntos de venta la producción de, por ejemplo, las zapatillas Topper y Flecha.

Cadena de pagos "deshilachada"

Lo cierto es que en este último tiempo se empezó a percibir un debilitamiento en la cadena de pagos de los textiles, que ya por naturaleza están sujetos a plazos muy extensos.

Según una encuesta de Observatorio Pyme, una empresa de este rubro tarda en promedio unos 64 días para hacerse de los pagos y unos 52 para poder cancelar sus compromisos con proveedores.

Desde esta rama de actividad, dan cuenta de las "fisuras" con que se encuentran hoy día. Entre ellas, mencionan las vinculadas con el acortamiento de plazos para cancelar la provisión de materias primas, los fuertes aumentos en la mano de obra y las menores ventas en los comercios.

"Las condiciones se han acortado y ahora los proveedores quieren cash o como mucho dan 30 días", detalla Vicente Lourenzo, directivo de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME).

"Si es un producto de alta de rotación te piden pago por anticipado contra culata de camión", agrega.

Un ejecutivo de una importante marca de ropa de mujer -con presencia en todos los shopping- señala que "actualmente los proveedores hasta te piden un anticipo en la entrega, algo que antes no sucedía".

En igual sentido opina Hernán Ebekian, empresario textil y directivo de la cámara que nuclea a firmas del sector: "El proveedor quiere cobrar corto y te pide que le des los cheques apenas entrega". Y explica que esta necesidad ocurre, entre otras cuestiones, porque "perdieron en invierno".

Además de los acortamientos de plazos y de la mayor presión de proveedores, hay otras cuestiones que están afectando a la cadena de pagos del rubro.

Una de ellas es que el consumo no repunta, pese a que ya transcurrió más de medio año, la mayoría de las personas ya cobró su salario con aumento y el medio aguinaldo.

"No estamos precisamente ante un escenario de exceso de demanda", comenta Horacio Lazarte, analista de Abeceb.

El experto también destaca que las empresas más pequeñas son las que no están pudiendo hacer frente a este "duro invierno" en cuanto a ventas. Y esto se nota en la cantidad de locales vacíos.

"El minorista con negocio a la calle está sufriendo y mucho. Y esto se vio reflejado en el primer semestre, que fue malo en líneas generales", agrega Lazarte.

En ese sentido, un empresario apunta que además del panorama más frío en la Ciudad de Buenos Aires en cuanto a ventas, también hubo una fuerte caída en las principales ciudades del interior, producto de las menores ganancias en el sector rural, que ahora no puede lubricar la maquinaria consumista de igual modo a como lo hacía antes. Otro de los factores que está afectando las cuentas de los empresarios del rubro indumentaria son los costos, en particular alquiles y salarios.

"Los precios de fábrica están bastante estables pero el canal comercial es carísimo. Algo que sale $40 en fábrica tenemos que venderlo a $130 en los punto de venta", explica la fuente consultada.

A este contexto complejo se suma la dificultad de obtener líneas de financiamiento que ayuden a mejorar el capital de trabajo, lo que hace que muchos participantes de la cadena quieran cobrar en cash para sostener su taller de producción.

Otra variable que afecta de manera adversa a la actividad está vinculada con el cambio climático que, según cuentan los empresarios, le jugó una mala pasada a las empresas textiles.

"La temporada de invierno no se afianzó porque se retrasó la llegada del frío. Así, el minorista tuvo que salir a cubrir los cheques que ya había emitido, y está teniendo serios problemas para lograrlo", explica Vicente Lourenzo, secretario de CAME.

Las reglas de Moreno

Si bien las reglas de juego parecían claras para el rubro textil, su "rebeldía" en materia de precios hizo que el sector de "niño mimado" a "rebelde sin casua" para el Gobierno.

En ese sentido, un empresario de una reconocida firma de la industria, confirma a este medio que "el planeamiento de comercio internacional ya no puede establecerse bajo pautas precisas, ya que depende del stock exportador que nos solicite el Gobierno para poder planificar las importaciones".

En ese sentido, también agrega que lograr los permisos mediante las famosas Declaraciones Juradas (DJAI) que aprueban desde el recinto morenista se ha transformado en una odisea.

"No hay una pauta clara para importar insumos. Pueden pasar cuatro meses sin que te autoricen nada para después ver si te habilitan algo. O todo junto, aunque en algunos pocos casos", remarca. 

Desde la actividad justifican que este manejo "con pinzas" del Gobierno de los permisos tiene que ver con el permanente monitoreo del superávit comercial.

"En la medida en que encuentra más dificultades para lograr el saldo fijado como objetivo -en un contexto de sangría de reservas- lo primero que hace es restringir los permisos, tal como lo está haciendo ahora", explica el empresario.

Al estar reducidos los cupos para importar, aquellos empresarios que logran sortear la barrera se hacen una "fiesta" de aumentos de precios.

"En la tela nacional siento una cierta regularidad, pero en aquellas que vienen importadas estoy notando incrementos desmesurados, en torno al 50% o 60% anual", relata un empresario.

También trascendió que estas empresas son aquellas que ya tienen acuerdos con el Gobierno, lo que les permite conseguir los cupos deseados. Pero, aun así, tienen ciertos "recargos" que a la larga se reflejan en el precio final del producto terminado.