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La Cámpora en súper: "Mirar para cuidar" hace agua y la inflación de julio fue de las más altas en 3 años

El índice de inflación del Congreso registró en julio aumentos de un 2,55%. Expertos atribuyen esta "escalada" a la reducción del freezer
18/08/2013 - 12:10hs
La Cámpora en súper: "Mirar para cuidar" hace agua y la inflación de julio fue de las más altas en 3 años

En el último mes, los precios de los supermercados dejaron a la vista las dificultades existentes para que el plan freezer pueda mantenerse de forma sostenida en el tiempo sin que empiecen a aparecer "fisuras".

Así lo demuestra el índice de inflación que mide el Congreso, según el cuál, en julio fue del orden del 2,55%, uno de los mayores niveles alcanzados desde 2010.

Muchos expertos anticiparon que esto iba a ocurrir y dijeron que no podían frenarse fácilmente los aumentos, pese a la entrada en vigencia del congelamiento, considerando que -finalmente- la medida quedó reducida a unos 500 productos.

Según José Ignacio Amodei, director de Trade de la consultora CCR, "entre enero y mayo el crecimiento mensual promedio de los precios fue de 1,7 puntos; mientras que en junio éste alcanzó los 4,5 puntos con respecto a mayo".

"La media en cuanto a la inflación en el primer semestre, fue del 24% respecto del mismo período de 2012", precisa el especialista.

Vale recordar que, ya en los inicios del congelamiento, los expertos advertían que cuanto más se retrasara el fin del "efecto freezer" más duras serían sus consecuencias. Y si bien algunos hasta aprobaban su aplicación por un corto tiempo, la mayoría pronosticaba una efectividad dudosa a medida que éste transcurriera.

Hoy, advierten los analistas, los precios se han disparado y han quedado "al desnudo" las fallas del plan. En su momento, Amodei ya señalaba que "si en el camino" no se tomaba algún tipo de medida de más de largo plazo, "el impacto de la salida sería mucho mayor".

Así las cosas, ya pasado el primer semestre del año, los consumidores se encuentran con que todo se encareció y que esto ni siquiera excluye a los productos de la famosa "lista de los 500".

Ahora bien, ¿a qué lo atribuyen quienes conocen de esta materia? A "errores en la estrategia del Gobierno" para frenar la inflación.

Esto es así, agregan, ya que el congelamiento funciona más como un "parche" que como una solución que permita resolver un problema de fondo.

Al respecto, Soledad Pérez Duhalde de la consultora Abeceb, sostiene que "el estallido" actual de precios es producto de "la inflación reprimida de todos los primeros meses del acuerdo".

Y explica que, frente a la situación que se aprecia en las góndolas, los distintos actores se reacomodan.

Es decir, los consumidores refuerzan su cautela y cuidan cada peso que gastan en sus visitas al supermercado. En tanto, las marcas también se adaptan impulsando -por ejemplo- la salida de envases más pequeños que les permiten reducir el gramaje para no tener que aumentar el valor de los artículos que venden, entre otras estrategias a las que apelan.

El "efecto glaciar" y el "sinceramiento" económico

Uno de los aspectos que destacan los expertos en consumo que permiten explicar el "estallido" de los precios tiene que ver con el "descongelamiento" de gran parte de los artículos que estaban "freezados".

Sobre este punto, Amodei aclara que "mientras que inicialmente la medida incluía a 10.000 productos, en junio ésta pasó a abarcar solamente unos 500". Por ese motivo, el analista considera que "allí comenzó una nueva etapa".

Para el ejecutivo de CCR, "se liberaron los precios que estaban contenidos y por eso se dispararon".

"Cuando hay una aceleración de este tipo, se trata de algo generalizado que incluye a todas las categorías", apunta Juan Manuel Primbas, country manager de la consultora Kantar Worldpanel.

Esto derivó en subas que estuvieron, inclusive, por encima de las pronosticadas por los consultores. "Esperábamos que hubiese un salto inflacionario, pero éste fue mucho mayor del que suponíamos", confiesa Pérez Duhalde.

En tanto, Amodei remarca que el incremento se notó principalmente, en:

Productos de heladera, cuya suba entre mayo y junio fue del 8,4 por ciento.

Bebidas con alcohol, que se encarecieron un 5,5% en el mismo período.

Y afirma que otro de los aumentos significativos, que tuvo lugar en el primer semestre del año, se dio en la harina. "Entre enero y junio, la suba en el valor de este producto fue del 22%", acota.

Así, la "extensión forzosa de una medida cortoplacista tiene como corolario que su efecto desaparezca ni bien se sacan los controles", explica Pérez Duhalde.

Es decir, los analistas en consumo consideran que la "disparada" de julio fue, en realidad, una especie de "sinceramiento económico".

Asimismo, la experta añade que "la inflación durante los controles de precios fue una gran mentira" y argumenta que esto quedó en evidencia al publicarse los índices de julio: "Cuando se redujo la lista de productos congelados, saltó la verdad".

"Ni bien hay un hueco o ventana que les permiten tener un poco de aire, los valores de los productos aumentan de vuelta", comenta Primbas.

El regreso de "Mirar para Cuidar"

En este contexto, tras publicarse los índices inflacionarios que revelaron la existencia de las referidas grietas, reapareció en escena la "patrulla" de "Mirar para Ciudar".

Para los especialistas, el lanzamiento de una segunda etapa del plan no se trató de una mera casualidad. Por el contrario, atribuyen el "regreso" de los militantes a las góndolas a la intención del Gobierno de mostrar que se tiene un control de la situación.

Al respecto, Pérez Duhalde concluye que como "se empezaron a acelerar los precios de nuevo, el Ejecutivo tuvo miedo por la publicación de estas cifras en un escenario electoral".

Artilugios de las marcas

En un momento en el que los precios de los artículos se fueron "descongelando" de forma evidente, así como los argentinos se cuidan más, también resurgen las estrategias de las marcas para seducir a estos consumidores más atentos a los gastos.

"La gente trata de defender como puede su poder adquisitivo", aclara Amodei.

Es por eso que ahora vuelven a ganar espacio en las góndolas los envases de tamaño reducido, un formato que utilizan las empresas que prefieren "achicarse" para hacer que la suba de precios, en lo posible, no se note.

El objetivo de los packs pequeños es el de "incrementar el margen de ganancias de las empresas reduciendo el producto", afirma Pérez Duhalde.

Pero ésta no es la única forma de sortear la situación. Consultados acerca de las tácticas de las marcas para afrontar el "estallido" de precios, los analistas de consumo mencionan una segunda estrategia: el agregado de componentes "extra" a los artículos para incrementar su valor de una forma sutil.

"Lo que hacen es cambiar la composición de las fórmulas", aclara Emiliano Schwartz desde la consultora Tomadato.

De esta manera, las firmas consiguen modificar el código EAN- número exclusivo de cada producto representado por barras legibles por escáner-, habitualmente conocido como "código de barras".

Amodei también advierte este fenómeno y señala que "muchas veces se altera el nombre del producto para poder sacarlo del freezer".

Una vez que se incorpora el ingrediente "extra", lo que se hace es poblar las góndolas con estos productos "modificados" y espaciar más la salida de los que no tienen el nuevo agregado.

Entonces, se van remplazando los artículos más económicos por otros similares, pero más caros.

Según Schwartz, si bien éste es un fenómeno generalizado, un claro ejemplo de este mecanismo se aprecia en el caso de los productos de limpieza.

De acuerdo con el experto, se trata de un momento de "lanzamientos y relanzamientos, en el que salen artículos nuevos y más caros por sus componentes adicionales".

¿Quién ganó pese a todo?

Si bien los analistas coinciden en que el "freezer" fracasó como medida para resolver la inflación, también distinguen que hubo un sector que se vio beneficiado con la medida: el de las cadenas de retail.

Es que, más allá de las evidentes fallas del congelamiento, éste generó tracción hacia los grandes jugadores, que venían perdiendo clientes en manos de los supermercados chinos y almacenes de barrio.

"La sola idea de los precios congelados hizo que la gente se vuelque más a estos canales de compra", señala Amodei.

Y destaca que, "durante 2012, el volumen de ventas en estos formatos creció en un 1,7% y en 2013 este número llegó a ser del 3,3 por ciento".

Según el ejecutivo de CCR, esta tendencia se potenció y se mantuvo a pesar de la reducción de la lista de artículos freezados. "En junio siguieron creciendo las ventas en las grandes cadenas", comenta.

En definitiva, más allá de los beneficios que pudieran haber sacado los retailers del acuerdo, seis meses más tarde sus resultados saltan a la vista de los consumidores una vez que llegan a la caja. Según concluye Primbas: "La desaceleración de precios por los controles fue algo que sólo funcionó en el corto plazo".Otra batalla perdida de MorenoEl Gobierno había logrado frenar un poco la suba de precios en los primeros meses (desde febrero a mayo) luego de haberse instrumentado el plan de congelamiento de Moreno.

Este, en el arranque, contemplaba el control sobre unos 10.000 productos, que luego quedó circunscripto a uno 500 artículos y a la instauración de una suerte de "policía militante", compuesta por seguidores de La Cámpora, que se iban a encargar de requisar que se cumplieran los acuerdos.

Pero ese relativo éxito inicial que había mostrado la baja de la inflación nunca llegó a entusiasmar a los economistas, que continuaban mostrándose escépticos respecto a la suerte de la segunda parte de esta película.

"A partir de junio se modificará al alza esta tendencia, ya que empezará a notarse el efecto de las paritarias y del aguinaldo, que van a generar una mayor demanda, que empujará hacia arriba la inflación", adelantaba a iProfesional Fausto Spotorno, director de research de Orlando Ferreres & Asociados, a principios de junio.

En esa misma línea argumental se ubicaba Marcelo Capello, economista de IERAL, que señalaba que "los precios repuntarán luego de habérselos contenidos de manera artificial".

Gastón Rossi, de LCG -la consultora de Martin Lousteau-, no ocultaba su pesimismo: "Cuando se terminen los congelamientos volveremos a un crecimiento inflacionario del 2% mensual, tal como habíamos tenido hasta enero".

La razón que argumentaba era que este tipo de medidas sólo consiguen "anestesiar" el dolor sin atacar la enfermedad. Es decir, le dan más fuerza a la futura espiral inflacionaria que históricamente viene luego de que se rompe el "muro de los congelamientos".

Y esto lo ilustró de manera muy elocuente el economista Carlos Melconian, quien declaró, sin ironías de por medio, que lo mejor que le podía ocurrir al país era el fracaso del congelamiento para lograr la contención de los precios.

Su argumento es que, cuantos más efectivos son estos planes en el corto plazo, más dolorosa resulta la corrección posterior, cuando desaparece el factor de "represión" de los precios.

"Es como una dieta que consiste en que no vas a comer 60 días y que en el día 61 comes todo, y más que antes", ejemplifica el economista.

"Es mejor que el congelamiento haya fracasado, ya que por lo menos el aumento de precios sigue en la ruta en la que estaba y no estamos en una estampida futura".

En el peor momentoMientras Moreno intentó nuevos parches a través de medidas, como las clausuras de supermercados y los acuerdos para topear el precio del pan, empieza a quedar claro que la etapa de combatir la inflación con los viejos métodos ya da señales de agotamiento.

Seguramente en las próximas semanas ya no resultará tan fácil sostener, como lo hizo recientemente el ex viceministro Roberto Feletti, que "la estrategia de Guillermo fue brillante", al combatir la inflación por la vía de "la apropiación de la tasa de ganancia".

Más bien, todo indica que se podría radicalizar el discurso oficial en el sentido de apuntar a los empresarios como responsables por las remarcaciones.

Y, por cierto, sólo puede implicar malas noticias desde el punto de vista electoral. Los opositores han sacado rédito de los consejos oficialistas para hacer pan casero o sustituir el consumo de tomate.

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