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Cristinismo puro: luego de los saqueos, la Presidenta acusó a los policí­as de "organizar la delincuencia"

La Presidenta, a través de su cuenta de Twitter, dijo que "los hechos se explican solos" y que no se puede "instalar así miedo y terror"
14/12/2013 - 06:00hs
Cristinismo puro: luego de los saqueos, la Presidenta acusó a los policí­as de "organizar la delincuencia"

La presidenta Cristina Kirchner aseguró que se "confirmó" su denuncia sobre la vinculación de policías con los saqueos y dijo que los efectivos de esa fuerza no pueden "organizar la delincuencia para robar a gente y comercios, instalando miedo y terror".

Desde Santa Cruz y a través de la red social Twitter, la mandataria rescató una frase del presidente de la Conferencia Episcopal, Jorge Arancedo, quien tras su encuentro de ayer en Olivos remarcó: "La policía no puede dejar huérfana a la ciudadanía".

"Me permito agregar: tampoco puede organizar la delincuencia para robar a gente y comercios, instalando miedo y terror... ¨Con qué fin?Me parece que los hechos se explican solos, y los personajes políticos que aparecieron también", apuntó Cristina Kirchner en una serie de mensajes en la red social.

Por otra parte, indicó NA, la mandataria mencionó el caso de un suboficial en Entre Ríos, en cuyo domicilio encontraron electrodomésticos robados, y pidió "muchos fiscales más como Zabaletta y Dri de Entre Ríos y también jueces que actúen y juzguen rápidamente".

"No sea cosa que pase lo que ocurrió con el Secretario de Seguridad Berni, procesado por detener a un grupo de manifestantes que cortaban rutas", señaló.

Volvió el cristinismo

El Gobierno volvió a "cristinizarse": ante la primera señal de dificultades, se dejó de lado todo el "nuevo estilo" y la apertura mental para admitir errores y buscar nuevas soluciones que los había caracterizado estas semanas con la asunción de Capitanich.

Y afloró el instinto kirchnerista en su estado más puro: la teoría conspirativa como única argumentación para explicar las dificultades económicas, la tensión social y los saqueos.

Y ese argumento esgrimido por el Gobierno para explicar los desmanes muestra una notable diferencia con el originalmente esgrimido para analizar el caos social en Córdoba, o como el que se había usado para explicar en 2010 la ocupación del Parque Indoamericano.

En esos casos, las declaraciones de funcionarios y de sus medios afines apuntaban a la incapacidad de los gobiernos locales para aportar soluciones a los sectores más desprotegidos o para manejar la cuestión policial.

En menos de una semana, el discurso mutó 180 grados, de forma tal que la seguidilla de estallidos sociales en NeuquénCatamarcaEntre Ríos y la provincia de Buenos Aires ya no se corresponde con la ineficiencia gubernamental ni con una situación objetivamente miserable de los habitantes que producen los desmanes. Ahora hay saqueo organizado.

Lo dejó en claro Jorge Capitanich, que luego de haber cargado sobre José Manuel de la Sota las responsabilidades de lo ocurrido en Córdoba, cambió el tono y habló de "acciones deliberadas que pretenden generar caos y zozobra" luego de que la crisis se expandiera a provincias gobernadas por el kirchnerismo, incluyendo a su Chaco natal.

Si se lleva el argumento oficialista hasta su extremo lógico, casi podría decirse que los saqueos son una prueba más de la mejora socio-económica.

A fin de cuentas, la propia Cristina ha destacado en varias oportunidades, como pruebas de avance social, el hecho de que en la villa 31 se construya en altura y que en los asentamientos de emergencia haya antenas de DirecTV.

Pero queda en claro que la lucha por sostener el "relato" no es fácil.

Desde la vereda de los analistas más críticos, el cuestionamiento más grave que se hace por estas horas al kirchnerismo es cómo el conflicto dejó al desnudo la marginalidad cultural: después de una década de crecimiento y supuesta redistribución de la riqueza, una porción muy fuerte de la población demuestra haber perdido los valores del trabajo y ahorro como forma de lograr la movilidad social ascendente. Asimismo, la ola de saqueos obligó a las autoridades a incrementar los salarios de los efectivos y a tomar medidas de índole social. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, comenzaron a distribuir cajas navideñas.

Las acciones implementadas buscan apaciguar el clima antes de las fiestas. Sin embargo, no pueden evitar que crezca un temor entre quienes conocen de cerca la realidad de los barrios: la sensación de que las medidas no sólo llegan tarde, sino que son una gota para apagar un incendio, en un escenario en el que los punteros políticos cada vez tendrían un menor control sobre la situación en las zonas más carenciadas.

Lo que está claro es que, con o sin policía, hay un campo fértil como para que cualquier chispa encienda un nuevo movimiento de saqueos en cadena. En particular en el conurbano, donde todavía no se ha disputado la "batalla mayor".

Como quedó en evidencia en estos días, ya está instalada la idea en un sector de la población de que en esta época del año se debe recibir una ayuda extra para pasar las fiestas.

Y si no llega bajo la forma de una asistencia estatal o una donación privada de comerciantes, entonces la pulsión al saqueo puede cobrar una fuerza incontenible.

En el conurbano, salvo pequeños incidentes aislados, no se han visto las escenas violentas sufridas en las provincias del norte. Y eso, lejos de generar tranquilidad, parece poner nerviosos a los comerciantes, porque perciben una sensación de que en esa zona hay quienes sienten que todavía no han recibido su parte del reparto "findeañero".

La difícil tarea de contener los ánimosMuchos comerciantes son conscientes de que, solamente un refuerzo de la vigilancia puede ser insuficiente si no se busca dar una respuesta al pedido de ayuda por parte de la población marginada.

Esto es lo que lleva a que cadenas de supermercados estén analizando la distribución de alimentos o cajas navideñas, luego de llamados y planteos por parte de dirigentes barriales.

En este contexto, el gran interrogante es si las estructuras políticas del conurbano y los movimientos sociales y de piqueteros siguen manteniendo bajo control la zona de manera tal de poder garantizar que, al administrar un reparto de ayuda alimentaria, los ánimos se mantendrán contenidos.

Algunos admiten que en algunas zonas los "punteros" se ven desbordados por la situación.

"Están empezando a repartir la caja navideña, que es poco, pero la asistencia social tiene un límite, porque el pan dulce y una lata de durazno no te resuelve el problema de la luz o el acceso a la garrafa. Hay un cuadro de tensión", dijo a iProfesional, el dirigente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni.

La mayor preocupación de las organizaciones territoriales se concentra en la juventud, un sector para el que prácticamente no existen programas sociales, pese a ser uno de los más castigados por la falta de empleo y las dificultades para continuar con sus estudios.

Desde la asociación que nuclea a los supermercados asiáticos, recomendaron a los locales ubicados "en las zonas más vulnerables" que tomen medidas preventivas.

"Sugerimos que no tengan sobre stock, y que traten de no abrir o de trabajar a puertas cerradas. También les recomendamos, a los que pueden, que tengan seguridad privada o un sistema de alerta temprana, si cuentan con las fuerzas municipales o federales", explicó Miguel Calvete, el titular de la Asociación.

"Los comerciantes se ven obligados a reforzar sus rejas o a armarse", relató.

También sostuvo que, si bien en Capital Federal no se han registrado saqueos, algunos comerciantes toman medidas preventivas como atender a través de las rejas.

"Se generó una psicosis que, ante los hechos, no podemos cuestionarles. Es el miedo por todo lo que pasó en estos días", explicó Calvete. Y concluyó: "Esto se podría haber evitado".

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