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El Gobierno admitió faltantes de hasta 46 por ciento en algunos productos

"No existe un Rodrigazo en la Argentina", sentenció Kicillof, y recordó que aquella histórica depreciación había desencadenado alzas de 719 por ciento
28/01/2014 - 08:34hs
El Gobierno admitió faltantes de hasta 46 por ciento en algunos productos

Lo más relevante llegó sobre el final. Acababa de terminar una extensa exposición, casi docente, del ministro de Economía, Axel Kicillof, sobre el dólar y le llegó el turno a Augusto Costa, secretario de Comercio, anfitrión y quien realmente había convocado. Escuchaban más de 60 ejecutivos de empresas de consumo masivo, incluidos representantes de proveedores y cadenas de supermercados.

Según detalla La Nación, Costa parece de estilo más elegante que su antecesor, Guillermo Moreno. Es difícil, por ejemplo, que suelte alguna mala palabra en estas reuniones.

En realidad, hasta el entorno físico ha cambiado: el recinto de la Secretaría de Comercio fue ya despojado de los carteles de "Clarín Miente". Sólo algún calco aislado, debajo del vidrio inamovible de una mesa, acredita aquella obsesión de Moreno. Los afiches que quedan sólo homenajean a Cristina Kirchner.

Costa fue de todos modos terminante. Dijo que estaba detectando desvíos en los precios de apenas el 1% de los productos alcanzados, es decir, un cumplimiento casi perfecto de los acuerdos, pero que éstos convivían con faltantes que, en algunos sectores, llegaban al 46 por ciento.

Apeló entonces a un recurso que ya lleva su sello: mostró una lámina con la foto de una góndola semivacía de botellas de litro y medio de Coca-Cola.

Después, relata el matutino, exhortó a los que quisieran, a todos aquellos que tuvieran una verdadera razón para aumentar precios, a quedarse después a discutirlos. Algunos aceptaron.

Había sido una reunión larga y, en cierto modo, sorpresiva. Igual que la que, también el lunes, los funcionarios tuvieron con representantes de insumos como el aluminio y el acero.

En general, a estos contactos de monitoreo de los acuerdos se viene invitando con uno o dos días de anticipación. Pero el lunes fue sobre la hora: todos se enteraron a las 10, por teléfono, de un encuentro que se fijó para las 15 y arrancó a las 16. La segunda sorpresa fue Kicillof como orador. No su discurso, casi calcado de lo que horas antes había dicho a Página 12 y en el programa 6,7,8 .

Batalla cultural al fin, la contienda kirchnerista es por las palabras. En el Gobierno exasperan, por ejemplo, las comparaciones con el Rodrigazo. "Quise venir para compartir con ustedes la visión sobre lo que está pasando", se presentó Kicillof, y explicó los vínculos que debería haber entre devaluación y precios.

"No existe un Rodrigazo en la Argentina", sentenció, y recordó que aquella histórica depreciación había desencadenado alzas de 719 por ciento. "Es como si el dólar se fuera ahora a los 70 pesos", dijo, y atribuyó los últimos aumentos en determinados productos a "una campaña malintencionada sobre la continuidad del acuerdo de precios".

Según La Nación, no hablaba con furia, sino pausado, como siempre, y en actitud permanente de estar contestándole a alguien. Así buscó transmitir tranquilidad: la idea de que estos movimientos del dólar obedecen a una táctica del Gobierno, que ha encontrado en los $8 un "nuevo valor de equilibrio" para la divisa.

"No hay ninguna razón para alarmarse", reforzó, definió el blue a $13 como "un precio ilegal, formado por gente que especula", y se adentró en desvelos recurrentes: el desempleo en España, la crisis global y las devaluaciones en Chile, Brasil o Uruguay.

Se explayó además sobre quienes hacen operaciones aprovechando un "desequilibrio de variables" financieras que el Gobierno ha decidido corregir. Y en los "ataques de las ideologías", donde ubicó a quienes lo critican por derecha y por izquierda: "Antes, cuando no se podían comprar dólares para atesoramiento, y también ahora, cuando decidimos permitirlo".

Le dedicó un comentario a Alfredo Coto, el empresario que había planteado el sábado que la devaluación se iría a los precios y que se desdijo 24 horas después.

Kicillof concluyó en que había sido sacado de contexto e ironizó sobre la contradicción: "¿Cuál declaración de Coto, la de ayer o la de anteayer?". Pero era una pregunta retórica, porque dialogaba solo. Como casi siempre en estos años. En dos horas, ni uno solo de los ejecutivos lo contradijo o expuso pensamiento alguno.

Hay un argumento en favor del silencio: en ningún momento fueron consultados, concluye La Nación.

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