iProfesionaliProfesional

El verano pasó y comienzan a llegar los "sojadólares": ¿alcanzarán para mantener el dólar a $8?

Las divisas que entrarán por la cosecha son la esperanza del Gobierno para estabilizar la economía. Para los expertos servirán para una tregua pasajera
19/03/2014 - 07:04hs
El verano pasó y comienzan a llegar los "sojadólares": ¿alcanzarán para mantener el dólar a $8?

Tan fuerte fue la consigna de "pasar el verano" que para muchos kirchneristas empezó a idealizarse la llegada del otoño como el arribo a un paraíso perdido.

Según esta visión, a partir de abril, todo lo malo podría darse vuelta y transformarse en bueno:

•Los calores intensos darían paso a temperaturas agradables que contribuirían a moderar las demandas de electricidad y gas. Esto generaría un momento propicio para que la suba tarifaria pudiera realizarse sin tensión social.

•El fin de las vacaciones haría bajar los requerimientos de dólares por parte de los turistas, trayendo un alivio a las castigadas reservas del Banco Central.

•La cercanía del Mundial -con el inicio de las promociones publicitarias y los programas periodísticos centrados en el fútbol- correría un poco la atención de los problemas económicos.

Para un Gobierno obsesionado por el humor de la opinión pública, esto implica una tregua en la que Lionel Messi se llevaría toda la atención y obraría el milagro de devolver el sentimiento de unidad nacional a una sociedad políticamente fragmentada.

•Pero, sobre todo, la gran bocanada de oxígeno que se espera es la liquidación de los dólares provenientes de la exportación agrícola, lo que en la jerga del campo se conoce como "cosecha gruesa".

Este último punto se ha convertido en la gran esperanza en materia económica y es a la que se aferran los funcionarios que vienen trabajando denodadamente en estabilizar el tipo de cambio.

Es el argumento que se repite como un mantra para autoconvencerse de que cuando entren los 30.000 millones de "sojadólares" se podrá decir con alivio la esperada frase: "Lo peor ya pasó".

¿Y si no alcanza?

Pero -siempre hay un pero- en círculos de analistas, esos mismos que irritan al Gobierno por su tendencia a ver el vaso siempre medio vacío y a difundir la "cadena de la mala onda", han empezado a deslizar una duda inquietante: ¿y si los dólares de la soja no alcanzan?

¿Qué pasará si son menos de los que se esperan? ¿O si son muchos pero, aun así, ya no resultan suficientes como para hacer frente a los gastos, compensar y disimular las distorsiones del "modelo"?

"El Gobierno se aferra a una esperanza que consideramos ilusoria: que la liquidación de la cosecha bastará para que el Banco Central deje de perder reservas", afirma el economista Federico Muñoz, uno de los que se manifiesta convencido de que el aumento en la oferta de divisas que traerá la soja estará muy lejos de ser la solución que evite una nueva presión devaluatoria.

En tanto, Salvador Di Stefano, un consultor con sede en Rosario y muy escuchado por los empresarios agropecuarios, afirma que "sólo los que no conocen el campo" pueden hablar de una avalancha de dólares de la mano de la soja.

"Este año el campo estará aportando menos dólares, impuestos y rentabilidad que en el 2013", sostiene Di Stefano.

El Gobierno se confía en la perspectiva de una mejor cosecha. Pero aun así, abundan los reportes que advierten sobre el peligro de entusiasmarse más de la cuenta.

Para empezar, porque el reciente impulso en el precio de la soja no es necesariamente una noticia para festejar. No hay que olvidar que la Argentina es un gran productor mundial y, por lo tanto, influye en la cotización.

Los analistas interpretan que, cuando hace un mes se produjo un aumento en el precio del yuyito fue, justamente, porque se temía que los problemas climáticos llevaran a una menor producción en las cosechas argentina y brasileña. En las últimas horas, ocurrió el fenómeno inverso, las buenas noticias sobre una previsión de cosecha superior a 53 millones de toneladas fueron acompañadas por una caída en la cotización.

"Nadie tuvo en cuenta los precios", plantea Di Stefano, quien destaca que esta baja respecto de la campaña de 2013 llega al 15,7%. Según su estimación, este año el ingreso de sojadólares será de u$s24.900 millones, lo que implica una caída de u$s2.000 millones respecto de la temporada anterior.

En tanto, un reporte de la Fundación Mediterránea plantea que, incluso cuando la soja tuviese un excelente año y superase las previsiones, hay que considerar que podría haber una merma en maíz, cebada, alimentos balanceados y biodiesel. Esto implica que la entrada de "agrodólares" podría llegar a u$s31.000 millones, lo que implica unos u$s1.000 por debajo del ciclo pasado. 

Números que no cierran

Claro que a la hora de determinar qué tan acuciante será la situación de las cuentas estatales, la cuestión del ingreso de los sojadólares es solamente la mitad del enfoque.

La otra parte está conformada por los gastos del Gobierno, incluyendo las crecientes obligaciones financieras del sector público.

Este año, para sorpresa de los analistas, agregará u$s3.500 millones por el "cupón del PBI", un tema polémico porque ese pago no debería concretarse si se calculara en forma retroactiva a 2013 la inflación que arrojó nuevo índice.

Lo cierto es que la necesidad de dólares de la economía es creciente. Tanto que los economistas creen que, paradójicamente, sólo con un fuerte enfriamiento de la actividad se podrá equilibrar esa cuenta.

Para Economía&Regiones, la consultora de Rogelio Frigerio, esta estrategia "sólo sería posible si el Gobierno siguiera manteniendo las importaciones totalmente 'pisadas', lo cual no es sostenible a mediano plazo".

¿Qué tan grave es la situación, hablando en plata? Para Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central, no cabe duda que ni siquiera una excelente cosecha sojera liberará a la administración K de enfrentarse nuevamente al estrés financiero y cambiario.

"Un resultado positivo en la balanza comercial no alcanza para hacer frente al pago de la deuda externa, al de la deuda privada y a las erogaciones que se hayan fugado por turismo y otros servicios", afirma.

Su estimación es que el comercio exterior dejará un saldo de u$s8.000 millones frente a los u$s9.500 millones del año pasado.

A ello hay que contrarrestarle una deuda pública en torno de los u$s10.000 millones, una privada por u$s4.000 millones y los gastos de los turistas argentinos en el exterior, que el año pasado ascendieron a u$s8.000 millones, aunque con pronunciada caída para este año.

"Los números son claros. Lamentablemente, como no hay acceso al crédito y hay pocas inversiones extranjeras, ese desfasaje se ajusta por las reservas", es la drástica conclusión de Pignanelli.

Una tregua con fecha de vencimiento

Si los dólares no alcanzarán para mantener la actual "paz cambiaria", ¿debe concluirse que habrá inevitablemente un nuevo ajuste devaluatorio?

Esa es la gran pregunta que los economistas están escuchando todos los días de parte de sus clientes. Y la que le sigue es "¿hasta cuándo resiste la actual estabilidad?".

La respuesta más oída es que mucho estará dado por el tema fiscal: dependiendo de cuán fuerte sea la voluntad del Gobierno por atacar las causas de fondo de la inflación, la situación se hará manejable o se correrá el riesgo de salirse de cauce.

Por lo pronto, nadie duda que el tipo de cambio de $8 pueda llegar hasta mayo.

En primer lugar, porque la inflación se está comiendo la devaluación. En segundo término, porque los otros países también están devaluando sus monedas.

Así las cosas, se ingresa en un terreno de incógnitas, donde todo dependerá más de lo que haga Axel Kicillof que de los intentos estabilizadores de Juan Carlos Fábrega.

"Parar la fuga de reservas y eliminar las presiones cambiarias exige que el Gobierno haga un ajuste fiscal serio y creíble. Sin ello, no hay chances de éxito", afirman desde Economía&Regiones.

Hay, además, otro problema en vista: el Banco Central logró esta temporaria estabilidad por la vía de retirar pesos del mercado -$56.000 millones en lo que va del año- y colocar títulos.

Pero esto no es gratis, porque esos títulos deben pagarse a una tasa que puede llegar al 30%.

Para muchos economistas, esa estrategia fue válida para el corto plazo, pero no podrá sostenerse en el tiempo sin generar que ello alimente aun más la inflación.

"La opción es cambiar impuesto inflacionario por endeudamiento del Central, que no es otra cosa que un crecimiento de sus pérdidas", advierte el analista Roberto Cachanosky.

La cuenta regresiva

Finalmente, hay otra pregunta clave que circula por estos días: ¿alcanza la devaluación ya realizada? ¿O se necesitará de un ajuste adicional para que las empresas recuperen la competitividad perdida?

Y aquí es donde se agregan los pronósticos pesimistas: la mayoría de los analistas considera que, con inflación elevada, en pocos meses se habrá perdido todo el camino que el tipo de cambio recuperó en enero.

Una investigación de la Fundación Mediterránea concluye que la mayoría de las economías regionales sigue teniendo una situación menos competitiva que la que existía al inicio de la gestión de Cristina Kirchner.

"La devaluación beneficia rápidamente a aquellos productos que en gran parte se destinan al mercado externo. En cambio, los más intensivos en el mercado interno, se beneficiarían sólo en la medida en que las regulaciones permitan que los precios suban. Si esto no ocurre, y tienen insumos importados, peor será su situación", añade el informe.

Otra investigación, de la consultora Ledesma, pone su foco en la evolución del peso y en las monedas de aquellos países con los que la Argentina comercia, incluyendo al dólar estadounidense.

Su conclusión es que la devaluación de enero llevó al tipo de cambio a un nivel de 1,23 en comparación con la época del "uno a uno".

En otras palabras, hubo un relativo alivio que hizo salir a la economía argentina de esa zona de riesgo, pero todavía falta un buen trecho para lograr una mejora sustancial de la competitividad.

Y destaca que, si bien la Argentina se abarató respecto de sus socios comerciales, la magnitud de esa recuperación es menor de lo que parece, como consecuencia de la elevada inflación, que hace subir los costos en términos de dólares.

En definitiva, Ledesma afirma que no habrá forma de que el tipo de cambio resista el tercer trimestre del año sin otra corrección.

"De no mediar ajustes de fondo, lo más probable es que el golpeado equilibrio económico vuelva a hacer agua hacia el último cuatrimestre", pronostica.

Lo cierto es que el fin del verano ya está a la vista, pero nada indica que el otoño sea un remanso. De hecho, puede transformarse en una estación en la que Cristina Kirchner haga un descubrimiento desagradable: que la plata de la soja ya no alcanza.

Temas relacionados