Se la conoce por varios nombres pero los más comunes son San La Muerte o Santa Muerte. Los seguidores de esta "santa", caracterizada por una calavera asexuada con capa y guadaña y rodeada de velas rojas, participan de un culto que cada vez suma más adeptos en México, Argentina, Paraguay y sur de Brasil, pero en general está presente a lo largo y ancho de todo el continente americano.

El caso de la adolescente de Villa Lugano que vivió confinada durante nueve años a base de pan y agua reavivó la conversación sobre este credo, ya que sus padres adoptivos, quienes la retuvieron en condiciones de esclavitud, eran seguidores de San La Muerte.

Santa Muerte -que, como su nombre lo indica, personifica a la muerte- está relacionada con culturas mesoamericanas y en los últimos tiempos se la asocia con el mundo del crimen, ya que quienes la veneran suelen llevar vidas cercanas a la violencia. En México, por ejemplo, es un credo que se asocia con el narcotráfico.

De hecho, las autoridades mexicanas suelen encontrar los altares de esta santa en los hogares de los violentos narcos, reportó el Huffington Post en 2012, cuando ya se observaba cómo esta práctica se asentaba también a ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos.

Por su parte, la Iglesia católica rechaza este culto. En 2013, el cardenal Gianfranco Ravasi, secretario de Cultura del Vaticano, aclaró que la figura de la Santa Muerte es "blasfema" y que no debe ser parte de ninguna religión, según informó BBC Mundo en ese entonces.

Aun así, existen católicos practicantes que participan de la creencia, que el Vaticano considera pagana. La Iglesia protestante también la califica de satánica.

De acuerdo con BBC, se estima que en México, Centroamérica y Estados Unidos más de 8 millones de personas siguen a San La Muerte, que se asocia a tradiciones mortuorias. Quienes la adoran, creen en sus poderes sobrenaturales como protectores, sanadores, "doctora del amor", fuente de dinero, abogada y ángel de la muerte, y realizan ofrendas a cambio de su cuidado.

A raíz de la noticia de la joven argentina esclavizada por sus padres adoptivos, San La Muerte se arraiga cada vez más en Argentina y se lo asocia con los pedidos de justicia y, por extensión, de venganza.