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¿Para celebrar o preocuparse?: argentinos enfrí­an su consumo, la inflación se modera y el Gobierno festeja

Haciendo gala de su "timing" para la comunicación política, los funcionarios K hicieron coincidir el anuncio del 1,8% con el acto de la CGT opositora
15/05/2014 - 07:01hs
¿Para celebrar o preocuparse?: argentinos enfrí­an su consumo, la inflación se modera y el Gobierno festeja

Hay costumbres difíciles de erradicar. Y seguro que los años de manipular la estadística de inflación con intencionalidad política no se pueden borrar así como así.

No es que ahora haya vuelto la duda sobre si se "trucha" el nuevo IPCNu del Indec, pero resultó muy sugestivo el "timing" elegido para difundir el dato de abril: originalmente estaba previsto para hoy jueves, pero el ministro Axel Kicillof decidió adelantar un día el anuncio, en sospechosa coincidencia con el acto que Hugo Moyano realizaba a pocos metros de su oficina, en Plaza de Mayo.

Así, mientras el líder de la CGT opositora cargaba las tintas contra los aumentos de precios que erosionan los salarios, Kicillof daba la buena noticia de que se confirmaba una fuerte desaceleración inflacionaria.No es que un 1,8% mensual sea una cifra para la euforia -hace un año, el índice del Congreso daba 1,5%-, pero es cierto que, cuando se lo pone en perspectiva, el dato genera alivio.

Es menos de la mitad de lo que se había registrado en enero, cuando la devaluación hizo temer una disparada de los precios con consecuencias imprevisibles a nivel político.

En cambio, la secuencia que recordó ayer el ministro (3,7% en enero, 3,4% en febrero, 2,6% en marzo, 1,8% en abril) justifica, al menos, la constatación aliviada de que se está saliendo de la zona de riesgo.

Y, claro, resulta funcional a la política salarial adoptada por el Gobierno, en la que los incrementos para el sector público tienen un techo de 28% y difícilmente superen el 30% para los privados.

Si el índice registrado en abril se proyecta a un año, eso da una inflación acumulada del 24%, lo cual habilita a los funcionarios K a usar el argumento de que no habrá caída del poder adquisitivo.

Y, por otra parte, unas horas después de la aparición de Kicillof, la presidenta Cristina Kirchner anunció en cadena nacional el ajuste del 40% en el pago de la Asignación Universal por Hijo.

Es decir, la difusión del dato de inflación de abril, junto con la mejora en los planes de asistencia social, apuntó a desarmar el principal punto de la agenda reivindicativa que planteaba Moyano. Las bondades del enfriamiento

La astucia en la comunicación política es innegable. Pero claro, hay una contracara que el Gobierno no logra disimular: que la desaceleración inflacionaria se logró "gracias" a un enfriamiento de la economía.

En el mismo mes en el que el índice fue de "apenas" 1,8%, el consumo se desplomó un 7,5%, incluyendo caídas mayores en aquellos rubros emblemáticos de la década K, como el de electrodomésticos, que registró una baja del 15 por ciento.

El mismo día del anuncio, por otra parte, se conoció el dato de que General Motors había suspendido a 2.700 empleados en su planta de Santa Fe, con lo cual sólo la industria automotriz lleva una nómina de unos 12.000 trabajadores con dificultades laborales.

Es por eso que, en estos días, el objetivo que persigue obsesivamente Kicillof es el de convencer de que el mérito de la caída en la inflación reside en la aplicación del programa "Precios Cuidados" y no se debe a un bajón del consumo.

Ya lo había insinuado el mes pasado, con un argumento curioso: que el rubro de indumentaria había liderado los aumentos y que ello habría sido imposible si no fuera porque la gente está comprando. "No pueden ajustar precios mientras no están vendiendo, sería extraño", dijo.

La frase implicaba un riesgo, dado que si el alza en los valores de los productos es prueba irrefutable de que el consumo está "a full", entonces la conclusión lógica debería ser que inducir un enfriamiento en la economía -vía reducción de salarios- sería la forma de bajar la inflación.

Luego, el ministro pretendió introducir un concepto al que, en su momento, había recurrido Amado Boudou: el del ajuste de precios relativos, un proceso en el que no todos (los precios) suben en forma pareja, sino que unos aumentan y otros caen.

"El fenómeno del movimiento de los precios es muchísimo más complejo que esa palabra inflación, que tanto usan, que encapsula una situación que no se da. Porque quiero decir que, desde el punto de vista estricto, la inflación implica el alza generalizada de los precios en la misma proporción, es decir, que todo sube igual. Y eso no es verdad", sostuvo el ministro.

También en los últimos días, Kicillof se mostró enojado con Javier González Fraga, ex titular del Banco Central y uno de los economistas más influyentes del mercado, por haber dicho: "La única política anti-inflacionaria es el enfriamiento de la economía, lo del programa Precios Cuidados es para la gilada y obviamente no funciona".

El mismo punto fue señalado por otro ex titular del Central, Alfonso Prat-Gay, para quien "el Gobierno eligió el peor de los caminos para calmar los aumentos, que es el del ajuste".

Algo ingrato para Kicillof es que, con bastante frecuencia, la propia Presidenta defiende involuntariamente los mismos argumentos que él critica.

Ayer, en el acto realizado en Casa Rosada, Cristina advirtió a los empresarios que no aumentaran en estos días, cuando empieza a sentirse el efecto del incremento del poder adquisitivo por efecto de las paritarias.

La Presidenta concedió que un alza en el consumo podía ser inflacionaria si la capacidad instalada del aparato productivo estaba a tope y, además, no había inversión.

"Pero hoy la capacidad instalada usada es de apenas el 67,2%", sostuvo Cristina, abonando así el argumento de que, si no fuera por la caída en el nivel de actividad, entonces la moderación inflacionaria no sería posible.¿Punto de inflexión?

Mal que le pese al ministro, hay un dato incuestionable: la progresiva desaceleración de los precios se produjo en el período del año en el cual el salario real está más castigado, porque todavía no ha recibido la actualización nominal.

Es lo que los analistas diagnostican como "la convivencia de sueldos viejos y precios nuevos" y que todos los años causa dolores de cabeza entre los gerentes de marketing.

Este año, con una la inflación oficial que acumuló 12% en el primer cuatrimestre, el efecto nocivo sobre el consumo fue mayor aun.

Esos días de frialdad en las góndolas y mostradores parecen estar ya en el pasado, dado que a partir de mayo no quedan muchos empleados que no hayan percibido un incremento salarial.

La gran esperanza del Gobierno es que, en las próximas semanas, empiece a verificarse una suba en las ventas, pero sin que necesariamente ello implique una presión inflacionaria -por el argumento que expuso la Presidenta-.

Sin embargo, no son pocos los economistas que creen que existe el riesgo opuesto: que el consumo siga mostrando números modestos -por el miedo de la gente al desempleo- y que, simultáneamente, la inflación recobre impulso, por el aumento del gasto público y la caída en las tasas de interés.

"Abril se va a quedar con el premio de ser el mes de menor inflación, porque lamentablemente la primera semana de mayo ya dio un aumento muy fuerte", sostiene Carlos Melconian, uno de los economistas que realiza una estimación propia del índice.

Para este economista, en el actual contexto económico, sólo con medidas de apriete monetario se puede contener la suba de precios.

De todas formas, no cree que ello sea un escenario factible, "debido a que eso requeriría que el Gobierno debiera seguir aplicando semejante catástrofe crediticia para mantener tan bajo el nivel de actividad".Mayo: el momento de la verdad

Por lo pronto, Kicillof tiene un mes de alegría en el cual puede seguir argumentando que la inflación es un problema bajo control.

Queda planteada, entonces, la incógnita sobre el IPC de mayo, que se dará a conocer en junio y que será un momento clave por dos motivos:

•El primero es saber si, efectivamente, se confirma el pronóstico oficial de que el alza de precios se mantiene en niveles bajos o si, como temen los economistas opositores, volverá a agravarse.

•Y el segundo motivo de duda es si, en caso de que las cosas no salgan como esperan los funcionarios K, el nuevo índice mantendrá su aún frágil credibilidad. O si alguien se tentará con volver a los "retoques".Por ahora, se confirma que el IPCNu viene ubicándose 20% por debajo del cálculo que los economistas independientes realizan para la zona metropolitana. El promedio de las estimaciones daba 2,16%, de manera que, en abril, el dato oficial se mantuvo dentro de lo esperado.

Hubo, claro, algunos comentarios irónicos, como el del economista José Luis Espert, quien escribió en su cuenta de twitter: "Ya se anotó tres bajas consecutivas y la mitad de inflación que en enero. En tres meses entramos en deflación".

Pero, más allá de estas chicanas, lo cierto es que hoy el centro del debate ya no es el método de medición de los precios sino la inflación propiamente dicha. Y la gran apuesta del Gobierno es que el próximo mes se consolide la baja.

Será difícil de lograr, si es que simultáneamente se pretende inyectarle "anabólicos" a la economía para que dé señales de recuperación.

Quedará, al menos, un consuelo: la difusión del próximo dato coincidirá con el inicio del Mundial de fútbol. Como ha demostrado la historia, en medio de la euforia causada por los goles, la opinión pública suele darle una tregua a las malas noticias de la economía.