iProfesionaliProfesional

Gol sobre la hora: de la mano de Kicillof, el "relato" se oxigena con un endeudamiento "Nac&Pop"

El Gobierno reflota ahora la estrategia de diferenciar el endeudamiento, y defiende el que sirve para mejorar la vida de los argentinos
30/05/2014 - 06:58hs
Gol sobre la hora: de la mano de Kicillof, el "relato" se oxigena con un endeudamiento "Nac&Pop"

Como un gol sobre la hora y cuando ya todo hacía suponer que el partido se perdía. Así festejó el kirchnerismo el acuerdo alcanzado por el ministro Axel Kicillof para saldar la deuda en default con el Club de París.

En un clima de euforia más propio de los triunfos mundialistas que del ámbito de las finanzas, los más prominentes funcionarios del Gobierno, empezando por la propia Cristina Kirchner, reivindicaron la "gesta patriótica" de haber negociado la cancelación de los u$s9.700 millones y pronosticaron un listado de beneficios para el país.

Para un extranjero recién llegado, hubiese sido un panorama difícil de explicar: un Gobierno que se autodenomina progresista, y que siempre ha reivindicado la conveniencia de "vivir con lo nuestro", ahora celebra la posibilidad de amigarse con los mercados para volver a tomar crédito.

Y, mientras tanto, los más connotados defensores del liberalismo, como José Luis Espert, o Alfonso Prat Gay -quien supo conducir la oficina local del banco JP Morgan-, denuncian que se hizo una negociación lesiva para los intereses nacionales, de forma tal que se sacrificarán recursos del país para transferírselos a los acreedores extranjeros.

Es una situación que puede ser calificada como ejemplo de las contradicciones argentinas, pero por el acuerdo logrado difícilmente pueda acusarse al kirchnerismo de apartarse de sus tradiciones. A fin de cuentas, este Gobierno siempre se ha jactado de sus pagos de deuda y los ha convertido en mojones de su "relato" épico.Declaraciones de independenciaEl primer caso fue, naturalmente, la cancelación de una sola vez de toda la deuda que la Argentina mantenía con el FMI: eran u$s9.810 millones y su pago fue anunciado en diciembre de 2005 por el entonces presidente Néstor Kirchner.Antes, la Argentina había logrado una adhesión cercana al 76% en su canje de deuda impaga. Había sido un largo camino desde el default declarado a fines de 2001, que con sus u$s100.000 millones entraba en los libros de historia como el mayor cese de pago de un deudor soberano.

En aquel momento, Néstor Kirchner no tuvo ambigüedades respecto de qué significaba para él esa cancelación al contado al FMI: era el precio de la libertad.

Con ese gesto, el Gobierno dejó de recibir misiones técnicas y, además, de firmar cartas de intención con el organismo internacional de crédito.

"El país será otro: tendrá soberanía política e independencia económica", dijo Kirchner en un eufórico acto realizado en la Casa Rosada, donde la noticia se celebró como un auténtico hito independentista.

Los episodios continuaron con la segunda etapa del canje en 2010 y con cada pago de los polémicos "cupones del PBI" que daban un premio extra cuando el país crecía fuerte.

Pero tal vez nadie haya sido tan entusiasta como el ex ministro Hernán Lorenzino quien, hace dos años, en ocasión de pagarse el Boden 2012, anunció que dicha cancelación significaba ni más ni menos que "la independencia económica".

El pago era relativamente menor -u$s2.300 millones-, pero implicaba el final de las obligaciones con los acreedores que habían sido perjudicados por el fin del "corralito" de 2001.Un pago Nac&Pop

De modo que este acuerdo con el Club de París se inscribe en esa línea del "desendeudamiento popular".

El primer capítulo de la historia había sido el anuncio, en septiembre de 2008, del pago de la deuda al contado. Lo hizo Cristina Kirchner, en la Casa Rosada, ante un auditorio que aplaudió largamente su propuesta.

En ese entonces, la deuda era de u$s6.700 millones, y los opositores al Gobierno alegaban que pagar semejante suma de una sola vez no era conveniente, por más que las reservas del Banco Central estuvieran en ascenso. Era mejor, decían, buscar un cronograma de cancelaciones.

Lo cierto es que, no por haber tomado ese consejo, sino por el efecto de la crisis financiera internacional, el pomposo anuncio quedó en la nada.

Hasta que Kicillof tomó el encargo de retomar las negociaciones, pero ya en un entorno muy diferente al de hace seis años.Ahora, a diferencia de aquel momento, el Banco Central ya no tiene que esforzarse en sostener la cotización de la divisa estadounidense sino que debe luchar para que el dólar no suba. Y, por cierto, la situación fiscal es radicalmente distinta, además la inflación se mantiene elevada, mientras que las reservas están en zona crítica.

En ese contexto, Kicillof debía superar las suspicacias que siempre despiertan los funcionarios argentinos, con el agravante de que, además, iba en representación de un Gobierno que afronta su etapa final.

Y, para colmo, iba con el encargo innegociable de que las conversaciones y todo el proceso de pago debían ser realizados sin la participación del FMI.

Todo un desafío para un ministro que venía de sufrir una seguidilla de contratiempos en el ámbito internacional, como su infructuosa gira por China.

Hay que reconocer que había amplio escepticismo en el sentido de que Kicillof lograra un acuerdo concreto en esta reunión. Tanto que el propio Gobierno se había cuidado de no generar expectativas desmedidas.

De manera que el ministro confirmó su fama de "chiquito pero cumplidor", tal como lo catalogara Cristina luego del acuerdo alcanzado con Repsol para la indemnización por haber expropiado YPF.

"La participación del FMI hubiera supuesto ciertas cadenas, porque suele imponer condicionantes sobre qué políticas tomar en la economía", explicó un contento Kicillof luego de la difusión del comunicado oficial.Llegó la hora del "endeudamiento bueno"

Ahora, logrado el acuerdo sin la temida presencia del FMI, viene una nueva etapa del "relato": después de la serie de medidas desagradables que deprimieron el consumo y la producción, llega el momento de anunciar que las políticas de aparente ajuste son, en realidad, el preámbulo de una reactivación de la economía.

Es, tal vez, uno de los mayores logros que ha tenido la usina ideológica kirchnerista: presentar el pago de deudas -incluyendo capital, intereses y punitorios- como parte del modelo económico alternativo al que recomiendan los centros de poder.

La Presidenta no sólo reivindica el hecho de haber "pagado religiosamente" sus obligaciones sino que argumenta que esta política financiera permite un tipo de crédito distinto al de otros momentos históricos.

"Ya no será, como ha ocurrido en otras décadas, para el gran casino financiero. Será para infraestructura, desarrollo, tecnología y para el futuro de todos los argentinos", afirmó. Ese concepto, el de la existencia de un endeudamiento "bueno" y uno "malo" viene formando parte desde hace tiempo de la ingeniosa argumentación kirchnerista.

Pocos lo expresaron con tanta elocuencia como Artemio López, el encuestador y politólogo más cercano al oficialismo, quien en un debate televisivo pronunciaba tiempo atrás esta frase antológica: "Y bueno, cada uno tiene el FMI que se merece, ustedes lo tuvieron para endeudarse, nosotros para financiar las obras de infraestructura".Sintetizaba, con desparpajo no exento de humor, el giro retórico que encontró "el relato" para justificar la adopción de medidas que el Gobierno siempre dijo que no tomaría por ser contrarias a los intereses nacionales y populares.

Con menos gracia que Artemio, pero con el mismo sentido, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, hablando ante empresarios, hizo la misma diferenciación: "No es cierto que la Argentina no tenga acceso al financiamiento internacional, pero una cosa es no acceder para reciclar recursos financieros y otra hacerlo para obras".

Es todo un desafío para el Gobierno, porque el argumento se hace cada vez más difícil de sostener.Primero, por la evidencia -luego del sinceramiento estadístico del Indec-, de que en 2008 se pagaron u$s2.361 millones por el cupón del PBI que, en realidad, no correspondían.

Pero, más allá de este tema, que ha motivado una denuncia penal, también hay cuestionamientos desde el foco meramente económico.

Como la crítica de Javier González Fraga, ex titular del Banco Central: "Han caído en la estupidez del desendeudamiento. Al punto que la deuda pública actual bajó a 10 puntos del PBI, cuando lo que se considera lógico a nivel internacional es 30%. Si hubieran hecho eso, hoy tendrían u$s100.000 millones de reservas. Ahora tratan de corregir el error y es por eso que buscan acuerdos internacionales".

Lo cierto es que, más allá de estas críticas, el Gobierno ha tenido en estas primeras horas un primer rédito: el acuerdo con el Club de París recibió el aplauso de todo el arco político, que saludó la normalización del relacionamiento con el mercado financiero global.

Desde Mauricio Macri hasta Ernesto Sanz, desde Sergio Massa hasta Luis D'Elía, desde la Gran Makro hasta la Unión Industrial Argentina, todos saludaron la concreción del entendimiento y las "buenas señales" que se derivan de él.

Aunque, a la hora de pronosticar el impacto de este tema sobre la economía real, las expectativas se enfrían bastante: prácticamente ningún economista cree que se abra un inmediato flujo de inversiones que pueda revertir el estancamiento productivo.

Hasta el propio Aldo Ferrer, referente económico muy respetado dentro del kirchnerismo, se ha encargado de poner paños fríos: "No hay que pensar que porque se haya solucionado ahora vaya a venir una avalancha de inversiones. Es un buen paso pero no cambia la naturaleza de los problemas", argumenta el legendario impulsor de la política de "vivir con lo nuestro".

Y afirma que, en realidad, nada se resolverá mientras los propios argentinos no confíen en su economía: "En este mundo global, sólo les va bien a los países que tienen fuertes políticas nacionales; el problema no es que no venga inversión extranjera sino que parte de nuestro ahorro no se recicla en el proceso productivo".La prueba de la blancura

En definitiva, el Gobierno recuperó cierto oxígeno político. Aspira a conseguir algún alivio financiero de cara al semestre "seco" de dólares que se viene. Y, sobre todo, revitaliza su alicaído "relato" para justificar su modelo económico en un momento recesivo.

Lo cual, claro, no quiere decir que esté exento de críticas y, eventualmente, de pagar costos políticos. Por lo pronto, ayer comenzaron a escucharse voces que cuestionaban el beneficio real que el acuerdo con el Club de París tendrá para la Argentina.

Según el economista José Luis Espert, la quita obtenida por Kicillof en la refinanciación queda ampliamente superada por lo que el país deberá pagar en concepto de punitorios.

"Está bien cerrar con el Club de París, pero la pérdida de u$s3.800 millones -igual a 64% en punitorios por 12 años de bravuconadas- es imperdonable. Si firmás contratos con el primer mundo, cumplilos. A la larga sale más barato", sostiene Espert, quien reclama la revisión del convenio por parte del Congreso.

También fue elocuente Alfonso Prat Gay: "Hacer las cosas bien es fiscalizar si realmente debés u$s9.700 millones antes de firmar y después explicarlo como corresponde. Axel salió de Buenos Aires debiendo u$s6.000 millones y vuelve debiendo u$s9.700 millones. Caro el viaje a Paris, ¿no?".

Temas relacionados