El acuerdo con el Club de París representó un gran avance en las relaciones de la Argentina con los países desarrollados y, en particular, con los Estados Unidos. Sin embargo, todavía faltaría que el Fondo Monetario Internacional (FMI) dé su visto bueno a las nuevas estadísticas oficiales para que el gobierno de Barack Obama modifique su voto negativo en los directorios de organismos multilaterales de crédito y destrabe así préstamos para el país por más de u$s 4000 millones.

"El anuncio del acuerdo con el Club de París constituye un avance positivo, pero todavía hay trabajo por delante para resolver estas cuestiones de manera definitiva", afirmaron a La Nación fuentes diplomáticas de los Estados Unidos. "Ahora sí se está yendo en una dirección correcta", aclararon.

Según confiaron, el voto negativo de ese país en los organismos de crédito se basaba en tres cuestiones: la deuda impaga con el Club de París, los laudos finales que la Argentina había perdido en el Ciadi (el tribunal arbitral del Banco Mundial) y que no reconocía, y la sanción del FMI por la manipulación de las estadísticas. En los últimos meses, el gobierno de Cristina Kirchner solucionó los dos primeros, pero todavía resta ver cuál será la evaluación que hace el FMI de los nuevos índice de precios IPCNu y PBI.

El FMI ya anticipó que este viernes hará su primera revisión de los nuevos indicadores. Pero, incluso de contar con una evaluación favorable, Estados Unidos no tendría previsto modificar su voto negativo de forma automática, sino que podría demorarse todavía algunos meses más.

"Creo que el gobierno norteamericano aprendió que tiene que lidiar con la Argentina paso a paso. No va a cambiar de postura radicalmente sin garantizarse antes que el cambio de rumbo del gobierno de Cristina Kirchner es firme", sostuvo, por su parte, otra fuente que conoce de cerca el tema.

El FMI declaró recientemente que podría tomarse hasta un año para terminar de evaluar la evolución de las nuevas estadísticas oficiales y levantar la moción de censura que le impuso al país a comienzos del año pasado.

La Argentina no tiene una estrategia de alianza país (CPS, por sus siglas en inglés) con el Banco Mundial desde julio de 2012, que fue cuando Estados Unidos -junto con otros países desarrollados- comenzó a objetar en el directorio del organismo la aprobación de todo nuevo crédito para el país que no fuera destinado a comunidades de riesgo. El CPS es el programa que suele acompañar cada mandato presidencial y que contempla créditos frescos por aproximadamente u$s 3000 millones.

También, desde el año pasado, el gobierno de Cristina Kirchner se encontró con más complicaciones a la hora de conseguir la aprobación de nuevos préstamos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una entidad donde, sin embargo, el país nunca dejó de contar con el respaldo clave de los gobiernos de la región.

El problema es que, ante la escasez de dólares, ahora se volvió clave para el Gobierno destrabar la situación en los organismos multilaterales de crédito.

De acuerdo con el balance cambiario al primer trimestre del año publicado en los últimos días por el Banco Central (BCRA), el flujo de fondos entre el país y los organismos multilaterales de crédito dio negativo en 1.289 millones de dólares, una cifra que supera incluso al rojo registrado en el mismo período por la fuga de capitales (técnicamente, la formación de activos externos del sector privado no financiero). En los tres primeros meses del año, la Argentina debió cancelar con organismos pagos por u$s 2.193 millones y sólo recibió fondos frescos por US$ 904 millones.

Una situación similar se dio en 2013: el año pasado, el rojo con organismos ascendió a u$s 1.882 millones. En rigor, según datos del BCRA, desde 2012 que el balance de divisas entre el país y los organismos multilaterales y bilaterales de crédito prácticamente no da positivo.