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Un argentino en Singularity University: cómo es la experiencia de estudiar en el corazón de la NASA

El emprendedor tecnológico describe el día a día de la universidad creada por Google y Cisco en el campus de la agencia espacial en Sillicon Valley
10/07/2014 - 15:42hs
Un argentino en Singularity University: cómo es la experiencia de estudiar en el corazón de la NASA

Aquí la temperatura definitivamente no es la misma, y no les hablo del clima solamente. Bienvenidos al corazón del Silicon Valley, a la base Ames de la NASA donde tiene lugar el programa de verano (GSP) de Singularity University, una institución tan especial como el grupo de brillantes personalidades que le dan vida todos los días.

Sus escenarios están montados a imagen y semejanza de las famosas conferencias TED. Incluso cuentan con un reloj que avisa al orador el tiempo restante para hablar.

Aquí el calor de una comunidad en ebullición de ideas y proyectos recorre los desafíos más importantes de la humanidad en este siglo y explora algunas soluciones.

Aquellos que viven la experiencia no dudan en usar el juego de palabras en inglés, entre las iniciales de esta singular academia y su apodo de "Sleepless University" (la Universidad que no duerme), dado que una jornada habitual empieza a las 6 y media de la mañana, y se prolonga con facilidad hasta la una o dos de la madrugada, entre las actividades curriculares y aquellas en las que los alumnos son los protagonistas.

Y es que es imposible concebir la experiencia de Singularity University como un ida y vuelta tradicional de clases magistrales, o la alternativa del método del caso que proponen las grandes escuelas de negocios.

Aquí el aprendizaje es absolutamente matricial, y resulta ser la suma de profesiones, experiencias de vida, misiones laborales, personales o humanitarias, y por sobre todo grandes historias.

Enterarte un día antes de ir a acostarte que tu compañero de cuarto es un ex piloto de F16 que acaba de recibir un millón de dólares de financiamiento para su proyecto en energía solar, o descubrir entre un grupo absolutamente homogéneo en su estilo de extraordinario ("loquitos", les dicen en el barrio) a personas que han vivido la guerra, la fortuna, el fracaso o la fama en sus países es sin lugar a dudas una experiencia que abre las fronteras de la visión, el conocimiento y en definitiva del alma de cualquier participante.

Por otra parte, aproximarse a las tecnologías y tendencias que nos permiten pensar que podemos cerrar la brecha entre los grandes problemas de la sociedad y las soluciones que los resuelvan de manera sustentable, genera un ambiente inspirador, excitante y acelerado donde la consigna imposible es tratar de no perderse nada.

También hay que acordarse, cada tanto, de que uno tiene un cuerpo que cuidar, donde se apoya, alimenta y descansa ese cerebro sometido a una estimulación constante.

Cada ejercicio matinal, las cuatro comidas con estricto horario americano y las oportunidades para el esparcimiento son también oportunidad para establecer un nuevo vínculo con alguno de los 79 otros privilegiados que tienen la misma suerte de estar aquí.

En el medio de todo eso, no falta el recuerdo y la necesidad de no desconectarse de la familia, los amigos, el trabajo, y toda esa gente que hace esta experiencia posible, y nos espera a la vuelta para dar todo por las ideas que nos trajeron aquí. Porque si bien este lugar transmite de manera constante los valores del emprendedorismo, mientras no se lleven adelante, seguirán siendo eso, sólo ideas.