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Huevazos en primera persona: cómo se vivió desde adentro la más accidentada conferencia de Domingo Cavallo

Huevazos en primera persona: cómo se vivió desde adentro la más accidentada conferencia de Domingo Cavallo
22/08/2014 - 04:05hs
Huevazos en primera persona: cómo se vivió desde adentro la más accidentada conferencia de Domingo Cavallo

Los huevazos iban dirigidos a Domingo Cavallo. Desde la cuarta fila del auditorio de la Universidad Católica, la cercanía con inesperados episodios de violencia y tensión fueron demasiado para una periodista que sólo había programado la asistencia a un debate académico.

Había llegado al lugar al filo de las 18:30 con el encargo de cubrir una charla en la cual el controvertido ex ministro, junto a Javier González Fraga, analizarían la política monetaria en el complicado contexto actual de la Argentina.

Me extrañó el hecho de que, en la entrada, nadie hubiese controlado las acreditaciones. Evidentemente, los organizadores no habían previsto la posibilidad de que en ese ámbito universitario pudieran "colarse" jóvenes militantes de la agrupación Quebracho, dispuestos a perpetrar un verdadero manifiesto destinado a ocupar el prime time de la TV y viralizarse en Internet.

Posiblemente haya incidido para esta displicencia de los organizadores la capacidad de "mimetización" que estos militantes tuvieron con la concurrencia. Su aspecto no era una cuestión de preocupación: a simple vista cualquiera los hubiera confundido con un estudiante más, o sencillamente con algún curioso que se acercó hasta allí para ser oyente de las palabras de los economistas.

No habían pasado ni cinco minutos de iniciada la charla para que la situación se descontrolara. Cuando el decano de Ciencias Económicas de la UCA, Carlos Garaventa, estaba presentando a los disertantes del foro sobre política monetaria, entre ellos el ex ministro de Economía y el ex presidente del Banco Central, todo colapsó de la forma menos pensada.

"Iniciamos un ciclo de diálogo entre la academia y los protagonistas", decía en el arranque del debate en el auditorio del edificio San Agustín el moderador Eduardo Braun. Pero a los segundos, todo el debate que parecía que iba a desarrollarse sin mayores sobresaltos, se fue por la borda.

En mi previsión, lo más virulento que podía llegar a ocurrir era que ambos economistas debatieran amablemente sobre sus diferencias, o que tal vez algún estudiante de la UCA planteara alguna crítica a Cavallo.

Pero junto a mis 500 ocasionales compañeros de conferencia pude constatar que en la Argentina de hoy no es posible aislar ciertos eventos académicos del clima general de crispasión. O, al menos, no es posible si en ese evento participa Cavallo.

Los primeros ataquesPasadas las 18.55 un joven irrumpió por el pasillo central y se abalanzó directamente hacía donde se encontraba sentado el ex ministro de Economía. "Esto no se puede permitir, sos un hijo de puta, traidor a la patria", le gritó enardecido, antes de ser contenido por el propio Eduardo Braun. Y mientras lo sacaban a la fuerza, se dirigió a los gritos al resto del auditorio: "Son unos cipayos".

La situación tomó a todos por sorpresa. Incluso hasta a los propios guardias de la empresa de seguridad privada que estaban apostados en el lugar y que tras no poder frenar el desborde, debieron ser asistidos por alrededor de tres oficiales de Prefectura que intervinieron para reducir al agresor y sacarlo por la fuerza de la sala.

Las cosas parecían haberse calmado hasta que a pocos minutos otros dos jóvenes, al grito de "Cavallo vendepatria", le arrojaron huevos y, visiblemente exaltados, le profirieron todo tipo de insultos. Aturdidos por las agresiones, tanto el ex ministro de Economía, como el moderador y González Fraga, debieron escudarse rápidamente debajo de la mesa para contener los ataques que no cesaban.

El descontrol se apoderó por completo del auditorio y en medio de los disturbios no faltaron las voces críticas al gobierno de Cristina Kirchner. "Volvé a La Cámpora, bobo", le gritó uno de los asistentes al primer agresor, que ya había sido reducido en el suelo por miembros de Prefectura.

Las reacciones de la concurrencia fueron dispares, y dejaron en evidencia cómo, aun hoy, la figura de Cavallo puede generar sentimientos extremos.

Algunos de los concurrentes reaccionaron con la convicción de quien siente una admiración profunda por el ex ministro. Mientras otros, en cambio, pese a que se mostraron contrariados por el episodio, no dejaron de deslizar alguna ironía, que denotaba su escasa simpatía hacia el protagonista de la noche.

En todo caso, si algo generó tanto asombro como el nivel de violencia vivido, fue la calma con la que reaccionó el hombre que era el blanco principal de los huevazos y los insultos.

Tal vez por el acostumbramiento a haber pasado situaciones parecidas, tal vez porque su personalidad lo lleva a tomar estos hechos con naturalidad, lo cierto es que Cavallo parecía el más tranquilo de todos los presentes.

Una vez vuelta la calma y repuesto de los insultos y los huevazos, que no lo llegaron a alcanzar, Cavallo se acercó al estrado para comenzar su exposición. "Muchas gracias por la invitación, lamento que mi presencia aquí haya traído a esta gente que recuerda a cómo actuaban los nazis y los bolcheviques en el pasado", dijo el economista, pese al violento episodio que lo había tenido como protagonista. Y agregó: "Lamentablemente parecen seguir en la Argentina".

En su alocución, ante una sala repleta, el ex funcionario de Carlos Menem y Fernando de la Rúa hizo un breve repaso por la política monetaria del siglo 19 y 20. Mencionó a John Keynes, habló de la estanflación, de la década del 70 e incluso presentó "su receta" para hacer frente a las dificultades financieras que atraviesa el país: realizar una reforma monetaria que permita "recrear una moneda sana y el crédito público". Más momentos de tensiónSin embargo, la noche depararía más momentos de tensión. Ni bien Cavallo hizo alusión a la situación económica actual y la describió como "estanflacionaria", una mujer se levantó molesta de su silla. "Disculpe señor, pero usted intervino en cuatro gobiernos", le espetó con enojo. El clima de tensión se hizo sentir de nuevo y varios de los presentes la callaron a los gritos.

"Nena, por qué no vas a acusar a Boudou (Amado), por qué no te vas", gritaron algunos, ya totalmente contagiados del clima de tensión y alejados por completo del comportamiento formal que caracteriza a estos eventos. Mientras otros, por lo bajo, hacían comentarios irónicos del estilo: "Pero escribió un libro, quizás ahora se venda más...".

La mujer volvió a sentarse, acosada por las miradas de algunos concurrentes que estaban molestos por la interrupción. Y Cavallo continuó con su exposición, inmutable como si nada hubiera ocurrido. El clima de nerviosismo no dejó de sobrevolar ni un solo instante el auditorio: las miradas de todos se perdían entre la confusión y el estupor por lo que había pasado y al costado ya eran varios guardias, que estaban atentos a cualquier nuevo ataque.

Poco después la misma joven que había interrumpido en momentos anteriores, así como otras dos mujeres que estaban infiltradas entre los presentes, volvieron a interrumpir. La primera, enardecida, se levantó y tras cuestionar a Cavallo, se fue furiosa. El resto, que estaban casi al final del auditorio, lo increpó con dureza.

"Fuera buitre, juicio buitre, sos un ladrón, vos tenés que ir a juicio", llegaron a gritar mientras eran retiradas por fuerzas de seguridad. Y de nuevo, las respuestas llegaron en forma de cuestionamientos a funcionarios K. "Saludos a Boudou, idiota", gritó un señor, mientras otro les lanzaba el epíteto de "ignorantes".

Luego de esa interrupción, el clima volvió a la "normalidad". Cavallo terminó su ponencia y lo secundó en el debate González Fraga. Sin embargo, era evidente que resultaba difícil concentrarse: en el aire quedó presente la tensión y la pregunta latente de qué hubiera ocurrido si el ataque, en vez de huevos, hubiera sido con otro instrumento más contundente.

Una vez que terminó el debate, el moderador, que además de regular la charla tuvo que hacer frente a la violencia que se adueñó de la sala, tuvo unas últimas palabras significativas para el cierre del evento: "No pensé que iba a tener que moderar una lucha de titanes en el ring", lanzó en un intento final por aliviar el nerviosismo de un auditorio que seguía sin salir de la consternación.

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