iProfesionaliProfesional

Al ahorrista no le importa si gana Fábrega o Kicillof: responde a suba de tasas con nuevo récord del blue

La marcha atrás del Gobierno fue bien recibida por analistas y empresarios, que veían el recorte del tipo de interés como más combustible a la inflación
27/08/2014 - 10:06hs
Al ahorrista no le importa si gana Fábrega o Kicillof: responde a suba de tasas con nuevo récord del blue

El atractivo que sienten los analistas económicos por la supuesta pelea entre el ministro Axel Kicillof y el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, es de una fuerza irresistible.

En las últimas horas, se han destinado grandes cantidades de papel, minutos de radio y tv y espacios de medios online a analizar quién iba ganando esa disputa y a descubrir pequeñas señales al respecto.

Si Kicillof lograba un asiento más cercano de Cristina Kirchner que el que había logrado Fábrega, si el mercado mostraba más confianza cuando este último era quien parecía al mando, si uno había conseguido revertir una medida que había impulsado el otro... Estos temas han sido la comidilla de los medios de comunicación.

En ese contexto, era obvio que muchos vieran como una victoria del titular del Banco Central la reciente suba de un punto en la tasa de interés que se le paga a los bancos por retirar pesos del mercado y cambiarlos por títulos (letras Lebac).

Pero hay, sin embargo, otra pelea mucho más relevante y dramática: la del mercado contra la política económica del Gobierno. Y en esa, no cabe dudas respecto de quién lleva las de ganar.

La respuesta del dólar paralelo ante cada una de las recientes medidas tomadas por la administración K ha sido la de una suba abrupta. Y, curiosamente, el mercado parece no tener preferencias ni por Kicillof ni por Fábrega.

El costo oculto de las contradicciones

¿Cómo interpretar, entonces, este momento del mercado?

Por lo pronto, lo que sugieren los economistas es que cada vez parece más irrelevante la cuestión de la pelea interna.

"Pasa algo curioso, porque al grueso de los analistas nos cae más simpático Fábrega, y entonces cuando vemos algo racional, decimos que ahí se ve el sello del presidente del Central, mientras que cuando una medida no nos gusta, se la atribuimos a Kicillof. Es un comportamiento un poco esquizoide", admite el consultor Federico Muñoz.

Lo cierto es que, en lo que respecta a las tasas de interés, la autoridad es el BCRA. Tanto para bajarlas, como había ocurrido tres semanas atrás, como para subirlas, como sucedió el lunes.

Una autoridad, claro, no totalmente autónoma ni independiente de la voluntad del Poder Ejecutivo.

Tanto que la propia entidad monetaria se había encargado tres meses atrás de bajar los decibeles respecto de la puja interna.

Mediante un comunicado de prensa, Fábrega había aclarado que ninguna de sus medidas se adoptaba sin un pleno acuerdo y aprobación de Cristina Kirchner.

En ese momento, hubo economistas que manifestaron su preocupación por lo que sentían como un riesgo de que se vulnerase la propia Carta Orgánica del Banco Central.

Como Alfonso Prat- Gay, quien ocupó la presidencia de la autoridad monetaria entre 2002 y 2004, que afirmaba que quien define toda la política económica es Cristina Kirchner, lo que puede generar un efecto boomerang.

Y señalaba: "La Carta Orgánica dice claramente que el titular de la entidad no recibirá instrucciones, órdenes ni sugerencias por parte del Poder Ejecutivo a la hora de cumplir sus funciones, entre las que figuran regular la cantidad de dinero y fijar las tasas de interés".

En definitiva, lo que va tomando cuerpo en el mercado es que, más que haber una pulseada, lo que parece evidenciarse es un peligroso zigzag en la política económica.

Las mismas medidas que en un momento se consideran positivas para frenar los movimientos especulativos y las corridas contra el peso, luego se desechan por atentar contra el nivel de actividad. Hasta que se reinstala el miedo y nuevamente se "cierra la canilla".

Y, en el camino de esas idas y venidas, los funcionarios K perfeccionan su hábito de quedar en off side.

Como le está pasando en estos días al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien hace escasas dos semanas había afirmado que la caída en las tasas tenía "el objetivo de estimular los niveles de inversión y de producción de bienes y servicios".

Una situación incómoda para el funcionario ahora que volvieron a subir. ¿Deberá explicar que ese objetivo ya fue cumplido? ¿O que debió ser sacrificado en aras de otro de mayor prioridad?

La breve duración de dos semanas de esta medida (tasa más baja) parece darles tácitamente la razón a los críticos del Gobierno.

Uno de ellos es Aldo Pignanelli quien, en su momento, había calificado como "una muy mala señal" tal descenso, "en medio de una alta recesión, donde vemos que el Banco Central se ve obligado a emitir mucho dinero".

De todas formas, la contradicción de Capitanich no parece más grave que la de Emanuel Alvarez Agis, número dos de Kicillof, quien la semana pasada tuvo el mal "timing" de afirmar que no se cedería a las presiones devaluatorias justo el día en el que el dólar se movió abruptamente siete centavos.

¿Ya no alcanza con una corrección?

La hora de la verdad, como siempre, es cuando los fríos números sustituyen a las palabras. En las últimas semanas, todo apunta a un agravamiento tanto en la actividad como en la estabilidad económica.

En buen romance, ya ni siquiera queda el consuelo de que hay recesión pero con tipo de cambio estable, o viceversa. Ahora los indicadores muestran caídas en la inversión, en el empleo, en el consumo... y un dólar blue que no para de batir récords.

La duda que se plantea entonces, a partir de la reacción del mercado vista ayer es:

•¿El motivo por el cual no se pudo disciplinar al blue es la escasa magnitud de la suba de la tasa -apenas un punto-, insuficiente como para disuadir al público de comprar divisas?

 ¿O será que, en este punto de deterioro de la economía argentina, dicho incremento -que en otros momentos mostraba ser efectivo- ahora ya no resulta ser una herramienta capaz de influir?

Este interrogante es el que desvela a los analistas, que sospechan que el margen de maniobra que tienen los funcionarios es cada vez menor.

Y que incluso en crisis recientes, como la corrida cambiara de enero pasado, había mejores condiciones que ahora para recuperar la estabilidad.

"La suba de la tasa parece insuficiente para alentar a la gente a que se vuelque por los pesos. Tendremos que esperar a ver cómo reacciona el mercado en los próximos días", argumenta Daniel Artana, economista jefe de la fundación FIEL.

Y completa: "De todas formas, en la medida en que se siga emitiendo y suba la inflación, ninguna tasa va a resultar atractiva".

Su colega Federico Muñoz va más lejos, y sostiene que "en las actuales circunstancias, con un mercado cambiario que sufre un desbalance tan intenso, no da la sensación de que el tema se pueda arreglar con una suba moderada de tasas".

Su pronóstico es que "es probable que venga una devaluación más fuerte que la que hemos visto, lo cual tampoco garantiza una estabilización automática, dada la inercia inflacionaria".

Estas visiones son compartidas por la mayoría de los analistas, que temen que se haya llegado al punto en el cual los funcionarios, más que tratar de inducir al mercado a tomar determinados comportamientos, están adoptando el rol pasivo de ir detrás del blue.

"La reacción de la semana pasada, al retirarse de la plaza cambiaria y dejar subir al dólar, demuestra que el Gobierno no puede permitirse que la brecha entre el marginal y el oficial sea infinita", advierte el economista Jorge Todesca.

Las expectativas juegan en contraSegún han estimado consultores privados, entre septiembre y diciembre deberá pagar unos $120.000 millones por vencimientos de aquellos títulos (LEBAC) que ha venido entregando a cambio de aspirar moneda local.

Y los economistas se preguntan si las herramientas empiezan a agotarse.

Para Marina dal Poggetto, directora del Estudio Bein, un factor clave en el análisis es la fuerte expansión monetaria destinada al financiamiento del gasto público.

"La señal de subir la tasa es correcta, pero si sigue creciendo el gasto, en los próximos meses se volcarán muchos pesos a la economía y no podrá evitarse que esto repercuta en el tipo de cambio", observa.

"La situación se complica aun más por la imposibilidad de conseguir dólares. La suba del blue y esta corrección del tipo de interés demuestra que el default tiene su costos", agrega Dal Poggetto.

Y apunta a una cuestión clave para entender la diferencia entre la crisis financiera de enero y la situación actual: empeoraron las expectativas, ante la sensación de que los dólares no van a alcanzar para cumplir con las metas de política económica.

Mientras tanto, el mercado parece estar atento a sólo dos indicadores fundamentales: uno es la alarmante brecha entre el blue y el dólar oficial; el otro es el nivel de reservas del Banco Central.

Lo peor es que, en ambos indicadores, la perspectiva es desalentadora. La desconfianza del mercado, agudizada por la pelea con los "buitres" y por las señales confusas, hace subir al blue.

Y la combinación de déficit energético, cierre del crédito externo, más demanda de divisas por parte de los privados y mala perspectiva de los precios agrícolas, hace aparecer muy asfixiante la situación de la caja de dólares.

En ambos casos, el camino lleva a una medida que los analistas vienen anticipando: otra brusca devaluación.

Temas relacionados