iProfesionaliProfesional

Dí­a después: Moyano, entre el "ninguneo" por parte del Gobierno y el peligroso avance del sindicalismo de izquierda

El paro tuvo un acatamiento menor al de otras convocatorias y desnudó la debilidad del líder de la CGT, cuya representatividad aparece cuestionada
29/08/2014 - 10:05hs
Dí­a después: Moyano, entre el "ninguneo" por parte del Gobierno y el peligroso avance del sindicalismo de izquierda

En la calle, fue un paro general relativamente grande, aunque con menos acatamiento que los dos anteriores realizados en la gestión de Cristina Kirchner.

En la batalla de la opinión pública, en cambio, fue una victoria para el Gobierno.

Ya desde temprano quedó en evidencia que, en comparación con los dos anteriores -uno en noviembre de 2012 y el otro en abril pasado- la de ayer iba a resultar una convocatoria más floja.

El hecho clave de que el sindicato transportista no haya adherido a la medida permitió que se viera más movimiento en las calles y más gente en comercios y oficinas.

La satisfacción del Gobierno se expresó, a lo largo de la jornada, en la temprana evaluación de Jorge Capitanich -eran recién las 8 de la mañana y ya estimaba en un 75% la concurrencia a los lugares de trabajo- y luego en la conferencia de prensa del ministro Carlos Tomada.

Los funcionarios minimizaron el impacto de la medida, a diferencia de lo que había ocurrido en abril pasado, cuando tuvieron que rendirse a la evidencia de que el aspecto era el de un día feriado.

En consecuencia, en aquella oportunidad habían concentrado su esfuerzo en demostrar que, en realidad, no era que la población adhiriera a la protesta sino que no podía movilizarse por dos razones: el paro del transporte público y los piquetes de militantes de izquierda que bloqueaban autopistas de acceso a Buenos Aires.Ayer, en cambio, pudieron darse el gusto de regodearse en la floja adhesión y en pegarle a Moyano donde más le duele: cuestionaron la representatividad del líder camionero en un escenario sindical cada vez más fragmentado.

Peor aún, los funcionarios K volvieron a "chicanearlo" con otro de sus dardos preferidos: el hecho de que, si no fuera por el inestimable servicio de la izquierda piquetera, el fracaso de la convocatoria habría resultado más evidente.

El hecho de que se hayan producido actos de vandalismo en el ferrocarril Sarmiento le dio al Gobierno un argumento adicional para deslegimitar la jornada de protesta.

"¿Y eso lo vieron? Atentado contra los vagones 0km del Sarmiento. Sí, los vagones nuevos, los que costaron u$s1.270.000 cada uno. ¿Quién hace esto, los trabajadores? Sin palabras", escribió Cristina Kirchner en su cuenta de Twitter.

Desde el punto de vista político, esa situación "calzó" a la perfección con el discurso oficial: los dirigentes del sindicalismo opositor demostraron ser violentos y contrarios a los intereses de los trabajadores de menores recursos.

El "ninguneo" al paro de la CGT opositora llegó a su nivel máximo cuando el ministro Tomada dejó en claro que no existe intención de reabrir las paritarias ni de considerar un alivio en el Impuesto a las Ganancias.Una conferencia incómoda

Pero, sobre todo, la medida de la floja jornada sindical la dio el propio Moyano. A diferencia de la euforia y el triunfalismo que había demostrado en los paros anteriores, esta vez se mostró malhumorado.

Su respuesta mañanera a Capitanich, en la cual estimo en 85% la no concurrencia a los lugares de trabajo, sonó tan poco seria como la del jefe de gabinete. Semejante disparidad de pareceres habla a las claras sobre lo poco claro de la metodología para evaluar el paro.

Y luego, en la conferencia de prensa, apareció serio, sin la compañía de aliados como Pablo Miceli de la CTA ni de Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, que habían estado presentes en otras ocasiones.Dijo no estar informado sobre las acusaciones de vandalismo, algo difícil de creer a las 17 horas.

Pero, sobre todo, tuvo dificultades para argumentar cuando los periodistas le hicieron notar una supuesta contradicción entre el reclamo por el alivio al impuesto a las Ganancias -que no llega afectar ni al 20% de los asalariados- y la protesta por la agudización del desempleo.

Sobre ese punto, el líder de la CGT sólo respondió generalidades, argumentando que el alivio de la presión impositiva no era incompatible con una ayuda a los sectores más necesitados y que los aumentos de salario no constituían un peligro para la salud financiera de las empresas.

Un cambio radical respecto de la anterior recesión de 2009. El propio Moyano, cuando todavía era aliado de Cristina, había aceptado el argumento de la Presidenta en el sentido de que no era un momento para presionar por subas salariales porque la prioridad era cuidar los puestos de empleo.

Además, ayer dejó en evidencia lo difícil que le resulta compatibilizar su agenda "de clase media" en la nueva situación recesiva.

Lo cierto es que Moyano, cuyo poder reside en el gremio camionero y afines, no puede desatender a sus bases. Y ahí queda en evidencia las disparidades salariales que ha dejado la década K: los camioneros quedaron entre los ganadores y sus protestas coinciden ahora con las del segmento medio de la pirámide socioeconómica.

"Hay determinados gremios como petroleros, camioneros, bancarios, pilotos, que por su nivel salarial tienen a todos sus afiliados y representados pagando el impuesto a las ganancias, y es allí donde se hace más fuerte el reclamo", recuerda el politólogo Rosendo Fraga.

"El sector laboral que tributa este impuesto es la contracara de los trabajadores informales. Por esta razón no hay que olvidar el último informe sobre la situación laboral del INDEC, de acuerdo al cual el 50% del total de los asalariados está cobrando sueldos menores a $4.500 y el 70% cobra menos de $6.000, sobre todos los formales e informales", agrega.El contraste con una izquierda "en su salsa"La contracara de la deslucida jornada de la CGT fue el avance en el protagonismo de facciones de izquierda que, en los últimos meses, ha ganado espacios conforme la recesión ha derivado en despidos y suspensiones.

Ayer, la izquierda se mostró a sus anchas. Primero con los ya tradicionales piquetes que aseguran una disminución de la actividad en Capital.

Luego con declaraciones como la de Vilma Ripoll, quien tampoco se privó de "chicanear" a Moyano y reclamó una jornada de protestas activas, en contraposición al "paro dominguero".

Luego, con el entusiasmo militante de Ruben "Pollo" Sobrero, el dirigente ferroviario que logró una paralización total de ese servicio y que ya adelantó una escalada conflictiva, con un paro de 48 horas para septiembre.

Todo un contraste con la actitud de Moyano, que terminó pidiéndole al Gobierno que, al menos diera satisfacción parcial a algunos de sus pedidos, para liberarlo de la situación de tener que volver a hacer una medida de fuerza.

En los días previos al paro, había trascendido que el camionero prefirió hacer un único paro y que desestimó un plan de lucha con conflictividad creciente que le presentaron sus aliados de la CTA, por miedo a que lo acusaran de causar desestabilización política.

A la luz de lo ocurrido ayer podría argumentarse que, además del temor a que lo acusen de ser "funcional a los buitres", también se profundice el cuestionamiento a su representatividad como líder sindical.

En definitiva, ayer millones de argentinos faltaron a sus trabajos, pero la jornada estuvo lejos de ser una victoria política para Moyano.

La actitud del Gobierno demuestra que la CGT no cuenta con posibilidades de obtener ninguna de sus reivindicaciones en el corto plazo.

Y, para colmo, la presencia del sindicalismo de izquierda en las fábricas encuentra un contexto ideal para fortalecerse y crecer.

Tras su deslucido paro general, acaso la mayor satisfacción de la jornada para Moyano haya sido la creatividad de los "muchachos" que lo acompañaron a la conferencia de prensa en la sede sindical de la calle Azopardo.

Subiéndose al hit del reciente Mundial de Brasil, reformularon el cantito: "Cristina, decime qué se siente/sacarle plata al trabajador/el impuesto a las ganancias, el salario familiar/esas cosas no se olvidan nunca más".

Fue lo único que ayer logró sacarle una sonrisa al líder camionero.

La conferencia de prensa, más temprana que en paros anteriores, dio por terminado el tema en términos políticos. Pocos minutos más tarde, el cambio de director técnico en Boca Juniors lo desplazó como tema del día.

Temas relacionados