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La tecnologí­a "wearable" llega a la formación profesional, pese a la barrera de costos y la falta del 4G

¿Cómo mantener la atención de los alumnos que tendrán una mini computadora en sus muñecas? Qué se enseña sobre estos dispositivos en la Argentina
26/09/2014 - 10:15hs
La tecnologí­a "wearable" llega a la formación profesional, pese a la barrera de costos y la falta del 4G

El reciente lanzamiento del Apple Watch fue interpretado como una señal de alerta desde algunos sectores de la academia a nivel mundial, que temen el momento en que la tecnología "vestible" o "wearable" inevitablemente desembarque en las aulas.

Apple no inventó los relojes inteligentes -Samsung, LG, Motorola y Sony son algunas de las compañías que ya tienen sus "smartwatches" en el mercado- pero el dispositivo presentado por la compañía de la manzanita amenaza con masificarlos.

A este producto se suma otro ingrediente: los anteojos de realidad aumentada de Google. Es por eso que una vez más se reaviva un viejo debate que está lejos de haberse agotado: ¿qué hacer con la tecnología en el aula?

El universo académico se encontró una y otra vez con este interrogante, con cada innovación tecnológica que amenaza con hacer su entrada en el esquema tradicional de enseñanza. Por caso, cuando los celulares se volvieron casi "apéndices" de los alumnos, comenzaron a imponerse algunas reglas tácitas: no recibir llamados, no responder mensajes en clase, ni tener ningún aparato sobre la mesa durante los exámenes.

Esta cruzada es hoy casi una batalla perdida, sobre todo en los cursos de educación superior, donde es prácticamente imposible que los alumno consulten su móvil durante cada lección. El repiqueteo de los teléfonos en modo "vibrador" resuena una y otra vez contra los pupitres. 

Algunos profesores aceptaron entonces ese dogma que indica "si no puedes contra ellos, úneteles", e incorporaron al aula la tecnología. Están los que permiten buscar información a través de Internet para algún tipo de consigna o se arman grupos y comunidades virtuales de los cursos, donde quienes toman la clase y los ex alumnos "conviven".

Asimismo, "con el Google Glass muchos grupos de investigación crearon aplicaciones para usar en el aula, que permiten que el docente sepa, por ejemplo quiénes son sus alumnos, hacer anotaciones respecto a sus desempeño o sus preferencias", comentó Alejandro Artopoulos, director del Laboratorio de Tecnologías del Aprendizaje en la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés.

En este marco, los expertos advierten que los "wearables" no traerán mayores cambios que los ya introducidos por las tabletas o teléfonos inteligentes. De hecho, Patricio O'Gorman, docente de la Universidad de Palermo y co-autor del libro Diginomics, asegura que "el reloj se piensa como un ‘compañero' del smartphone, y debido a la pequeña interfaz, sus funcionalidades tendrán ciertas restricciones".

No obstante, en el caso de los relojes inteligentes, el debate cobra cierta urgencia, en la medida en que los alumnos tendrán una mini computadora adosada a su muñeca. ¿Cómo batallar desde el frente de la clase por la atención que demandarán los alertas por emails, mensajes de Facebook o de WhatsApp? ¿Cómo evitar la tentación de copiarse durante un examen?

Barreras

Es cierto que, en el caso argentino, es improbable que esta tecnología se masifique en el corto plazo. "Si pesamos en las aplicaciones más mediáticas (smartwatches, glasses), vamos a tener una restricción desde el costo para acceder, especialmente por una cuestión de tipo de cambio. Puede ser que en algunos segmentos socio-económicos haya mayor acceso, y por ende lleguen al aula", dijo O'Gorman a Campus-iProfesional.

Fernando Arocena, director académico de la Diplomatura en Social Media y Comunicaciones Digitales de la Universidad Siglo 21, por su parte, es más optimista: "La tendencia que estamos verificando es el pasaje de computadoras a móviles -entre 2010 y 2014- y la que se viene es seguramente el paso a los ‘vestibles'. La información sigue al usuario y se adapta a su viaje y a sus contextos. Este año los ‘smartwatches' han sido furor en las convenciones de tecnología. Hoy son caros y exclusivos, pero creo que serán masivos en la Argentina de aquí a 4 o 5 años".

Artopoulos agregó que incluso si los dispositivos llegan al país en condiciones de masificarse, "todas las aplicaciones para utilizarlos requieren wifi. Por lo tanto, en la Argentina el gran problema seguirá siendo el ancho de banda".

"El 4G en ese sentido es una gran solución para la educación, elimina la necesidad de cablear la universidad", añadió el docente de UdeSA, y puso como ejemplo el proyecto de investigación que la universidad desarrolla con Samsung, titulado "aula interactiva". Para ello, en noviembre del año pasado se equipó un salón con conexión y tabletas, y luego los docentes desarrollan contenidos para ser enseñados especialmente en ese contexto.

En la misma línea, apuntó que para utilizar tanto los "smartwatches" como el Google Glass, "las aplicaciones que hasta ahora se hicieron son muy pocas y de baja calidad. Dependemos del abaratamiento de los costos para que se desarrollen más. Lo más interesante va a surgir de la utilización en el aula, porque el hardware por sí solo no resuelve nada".

Las utilizaciones específicas que se puedan hacer de los "wearables" son para Arocena la gran incógnita. Las casas de altos estudios irán de a poco adaptándose pero "aún se están ajustando al uso de ‘smartphones' y tabletas. Siempre se corre detrás de la tecnología", agregó el docente de la UP.

Por el contrario, quien está muy confiado acerca de que la integración de las innovaciones prevalecerá al final del camino es Enrique Hofman, director de la Maestría en Servicios Tecnológicos y de Telecomunicaciones de UdeSA: "Cada vez que aparece un nuevo dispositivo la humanidad se prepara para darle un uso apropiado, y no es a través de una extrema regulación sino de una cultura determinada y sus prácticas".

Pero más allá de las directivas que se bajen desde las instituciones, éstas se encontrarán además con barreras de parte de los profesores: "Las nuevas tecnologías asustan a los docentes. Plantean una competencia importante para quien tiene que hacer sus clases más interesantes para captar la atención".

"El problema emergente, y el desafío a resolver de parte de los alumnos, es cómo mantener la atención y el enfoque cuando los estímulos son tan numerosos. Pero eso no es privativo del aula, sucede también cuando tienen que estudiar en sus casas", aseguró Arocena.

Claro que si de distracciones se trata, también el dispositivo bien usado es un arma de doble filo: "Así como ayuda a distraer, también la persona puede estar tranquila por estar conectada y al tanto de lo que sucede en el trabajo o en su casa", apuntó Artopoulos.

Pautas

Los desafíos para sostener la atención de los alumnos o evitar que se copien a través de la tecnología, indicó Hofman, no se profundizan con estas innovaciones: "Lo mismo que la computadora o la tableta, se pueden utilizar para los propósitos de aprender, para hablar con alguien o planificar unas vacaciones en clase. No hay forma de saber qué alumnos los usan para fines académicos".

Por eso consideró que "no puede haber un control absoluto de esto, pero si reglas de juego y una cultura que se transmite desde la institución". Al recordar como la primera reacción de algunos académicos ante la masificación de los móviles fue prohibirlos, opinó que "estamos haciendo responsable a un dispositivo inanimado de no poder sostener la cultura organizacional y los objetivos comunes".

O' Gorman coincide en que los "wearables" no vayan a presentar mayores dificultades para los docentes que las que ya experimentan: "La clave es la claridad en las pautas, que probablemente derive en la interdicción a su uso en determinadas situaciones, como son los exámenes. En este sentido, difícilmente los ‘smartwatches' generen demasiados problemas, porque muchos de esos no tendrán comunicación propia, y tipear en una pantalla tan chica se vuelve imposible".

Hofman, sin embargo, apuntó que en instancias de examen, el uso del dispositivo dependerá de la modalidad de la evaluación, que puede ser escrita, oral, a libro abierto, ‘multiple choice', etc. En una línea similar, Artopoulos, que siempre le pide a sus alumnos que apaguen sus celulares antes de iniciar una lección, reconoce que "si la clase tiene otra dinámica, apagar el celular no es lo mejor. Por ejemplo, cuando hay una dinámica de trabajo grupal y mucho trabajo en línea".

En cualquier caso, completó O'Gorman, "la clave es que las pautas estén claras para evitar sorpresas para el alumno que se confundan con ‘injusticias'. La tecnología debe estar al servicio de la educación, no debe supeditar los objetivos académicos ni generar miedo a los profesores".

"Una clase con todo el mundo desconectado es una rareza, y va en contra de lo que va la sociedad. La clase donde todo el mundo tiene que estar en silencio, mirando al profesor y desconectado, tiene las horas contadas", reflexionó al respecto el director del Laboratorio de Tecnologías del Aprendizaje de San Andrés.

Anticiparse

Antes de que la tecnología "wearable" llegue a masificarse en la Argentina, algunas universidades picaron en punta. Por caso, Hofman asegura que en muchas de las materias de la maestría de San Andrés se estudian desde "la aparición de estos relojes y muchos otros dispositivos como los Google Glass, hasta las mochilas que se conectan a Internet, como un nuevo canal de comunicaciones".

Consideró que son importantes en la tendencia de reducción de los componentes: "La mayoría de los dispositivos deben su tamaño a la pantalla, la parte electrónica podría ser más pequeña de lo que es. Ya tenemos en muchos lugares pantallas que se pueden poner en espejos, vidrieras, se pueden ubicar en la universidad o en una empresa. Por lo tanto en el futuro la gente no va a necesitar llevar consigo su propia pantalla".

También en la Facultad Regional de Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) los alumnos participan de proyectos en los que aprenden a aprovechar este campo para crear dispositivos con distintas funciones.

A principios de septiembre, Tomás Mazur, estudiante de Ingeniería Electrónica de la Facultad, participó de un "Netiatión wearable", jornada organizada por NETI (no todo está inventado), donde junto a un grupo interdisciplinario trabajó en el diseño de un dispositivo para personas no videntes, que se lleva en la indumentaria.

El mismo se titula DONVI, y es un brazalete que sirve para detectar obstáculos. Cuenta con sensores de proximidad; detecta la distancia a los objetos y avisa a la persona que está usando el dispositivo por medio de vibraciones. 

Luego de presentar el diseño en la competencia, el estudiante tecnológico decidió avanzar con el desarrollo de este dispositivo, junto a otros dos integrantes del primer equipo (Jésica Pullo, estudiante de diseño de indumentaria en UBA y Gustavo Ardoino, desarrollador de sistemas en Globant).

Actualmente, el equipo trabaja en el desarrollo de la parte electrónica de la prenda. "Nuestro objetivo es sumarle inteligencia. Queremos, en un futuro no muy lejano, que el sensor no solo detecte los objetos, sino quesea capaz de interpretarlos; si algo se acerca, a qué velocidad lo hace, o incorporar la posibilidad de apagarlo si voy caminando en una zona muy congestionada", aseguró Mazur a la UTN Buenos Aires.

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