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La "herencia", más allá de las reservas: esta es la lista de problemas que recibe el nuevo titular del Central

Deberá "raspar la olla", administrar la escasez, hacer frente a deuda con privados y lidiar con una demanda de dólares que superas con creces la oferta
02/10/2014 - 14:10hs
La "herencia", más allá de las reservas: esta es la lista de problemas que recibe el nuevo titular del Central

Si hay un sillón "caliente", ése es el que pasará a ocupar Alejandro Vanoli quien, por pedido de Cristina Kichner, dejó de ser titular de la Comisión Nacional de Valores para convertirse en el flamante presidente del Banco Central.

Los meses que vienen para el reemplazante del saliente Juan Carlos Fábrega se presentan como un verdadero campo minado en materia cambiaria y plagados de desafíos. No es para menos:

•El BCRA, como nunca antes se había visto en toda la era kirchnerista, se convirtió en el último gran "garante" de los dólares, asumiendo facultades en materia de importaciones que antes estaban limitadas a otras depedencias, como la AFIP o la Secretaría de Comercio Interior.

• Para ello, la entidad deberá seguir haciendo el "trabajo sucio" frente a los requerimientos del sector importador, en momentos en que mantiene con éste una deuda que ya se disparó hasta los u$s5.500 millones por operaciones ya realizadas.

• Además, deberá tener que lidiar con una escasez de billetes verdes crecientes, generada por el derrumbe del precio de la soja, por productores que no se desprenden de la cosecha y por un saldo energético que -pese al menor ritmo de actividad- no para de incrementarse, en un contexto en el que, además, se avecinan importantes vencimientos de deuda.

•Todo esto, dificulta el resguardo del "activo" más preciado para la administración K: las reservas, que volvieron a perforar el piso de los u$s28.000 millones, lo que agrega una dosis extra de tensión al ya convulsionado mercado cambiario.

Un Central "todoterreno" 

El BCRA que dejó Fábrega no es el mismo que el que había recibido el ahora ex funcionario hacia fines de 2013. Y Vanoli deberá acostumbrarse a este rol inédito para esta entidad. 

Sucede que el Central ya no sólo debe ajustarse a temas como la política cambiaria, sino que también pasó a tallar fuerte en el manejo de las importaciones. 

Más que tallar fuerte, en estos últimos dos meses, el BCRA pasó a ser la "última frontera" en el cuidado de divisas y para ello debió enfrentar a todo el sector importador.

Este rol proactivo, que no se había visto anteriormente, se potenció tras el reciente fallo desfavorable en el seno de la Organización Mundial del Comercio por el férreo proteccionismo que viene implementando el Gobierno desde épocas de Guillermo Moreno, y que obligó a cambiar de estrategia.

El Ejecutivo buscó minimizar posibles represalias comerciales por cifras millonarias, restándoles protagonismo a la AFIP y a la Secretaría de Comercio Interior, las dos dependencias que más denuncias venían cosechando ante la OMC por el manejo discrecional de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI). 

En su lugar, el Gobierno optó por que sea el Central el que, a través de una medida no escrita, pasara a hacer el "trabajo sucio" de frenar importaciones mediante la no habilitación de dólares para realizar pagos al exterior.

En diálogo con iProfesional, Miguel Ponce, gerente de la Cámara de Importadores (CIRA), confirmó que "tras el fallo adverso de la OMC, la administración kirchnerista buscó sostener las medidas proteccionistas por otra vía, y para ello apeló al BCRA".

Así, "la aprobación de una DJAI, que antes era una condición necesaria y suficiente para que avanzara una operación de importación, de un día para el otro pasó a ser necesaria pero no suficiente, porque el Central comenzó a tener la última palabra para definir si se aprueba el giro de dólares".

En un contexto en el que, por caída del precio de las commodities, se avecina una incluso mayor escasez de divisas, en el sector importador apuestan a que Vanoli llega a la entidad con la misma responsabilidad de mantener este esquema de control del comercio exterior. 

Bajo la óptica de Ponce, "la figura del presidente del Banco Central pasó a ser muy relevante en materia de importaciones y todo indica que seguirá siendo así".

Una "incómoda" deuda que crece Durante el primer semestre, antes de que estallara la crisis con los holdouts, el Gobierno, a través del entonces presidente Fábrega, mantuvo encuentros con los principales sectores empresarios del país que, en general, son también los mayores importadores. 

En este grupo figuraban automotrices, empresas de electrónica, cadenas de retail, supermercados y mineras.

La bajada de línea fue clara y concreta: hasta que no llegaran los demorados dólares de la soja y para no deteriorar aun más el nivel de reservas, parte de las importaciones de estas grandes empresas debían realizarse "a crédito". Es decir, debían ser "bancadas" por las casas matrices y proveedores del exterior.

Las empresas cumplieron con el pedido. Pero, lo que supuestamente era una medida transitoria y excepcional, derivó en un problema crónico a raíz de la crisis con los fondos buitre. Así, pese a aquellas promesas de Fábrega de que esos dólares finalmente se iban a terminar girando, nunca llegaron a las empresas.

Según Ponce, en la actualidad, el sector importador mantiene una deuda flotante para el pago de compras al mundo ya realizadas, por la friolera de u$s5.500 millones. De ese total:

50% corresponde al sector automotriz

•Cerca de un 25% a firmas electrónicas de Tierra del Fuego

•El resto, se divide entre laboratorios, cadenas de supermercados y otros rubros.

Pero la función de "guardián de los dólares" no se limitó a los bienes: también alcanzó al sector de los servicios.

Sucede que, a medida que se disparó la brecha entre el tipo de cambio oficial y el blue -y más argentinos encontraron incentivos para adelantar la compra de pasajes al exterior-, el Central también demoró el giro de divisas a las líneas aéreas para el pago de proveedores.

Se estima que la deuda con estas compañías ascendería a u$s600 millones, lo que hace unas semanas derivó en que firmas como American Airlines o British Airways comenzaran a aplicar limitaciones a sus operaciones en el país.

En definitiva, sin estas restricciones, las reservas hoy podrían haberse ubicado en el peligroso nivel de los u$s21.000 millones. Pero el "efecto colateral" de esta decisión fue el de un mayor enfriamiento de la economía y el de un fogoneo del dólar blue, por el protagonismo que cobró el mercado de "conta con liqui", al que debieron recurrir los importadores. 

A seguir negociando con las empresasLas funciones de Vanoli no se limitarán a tener que analizar el perfil de las empresas importadoras que solicitan dólares y a ver si autoriza cada una de las operaciones, responsabilidad que antes era patrimonio exclusivo de la AFIP y Comercio Interior. 

También deberá tener como interlocutores al Ministerio de Industria al de Economía en una suerte de "comité de crisis" que monitorea la habilitación de divisas a dos rubros clave como el automtoriz y el de la electrónica

En la primera reunión se acordó que las terminales recibirán u$s100 millones mensuales para la compra de autopartes. En un futuro encuentro se definirá si el cupo se mantiene o se amplía, tal como anticipó que podría suceder la ministra Débora Giorgi.

Paralelamente, las ensambladoras de artículos electrónicos de Tierra del Fuego disponen de u$s120 millones cada 30 días.

Ponce destacó que "los dos sectores que explican cerca del 75% de la deuda que mantiene el Central, son los que ahora reciben dólares de manera ´cuotificada´. Claro que los montos que se les habilitó vienen generando malestar entre los empresarios porque no representan ni la tercera parte de lo que realmente necesitan para operar con normalidad".

Este constante retaceo fue el que obligó a parte del sector importador a tener que recurrir al mercado de "conta con liqui" para evitar quedarse sin insumos, aun pagando un sobreprecio que hoy es de casi 80% respecto de la cotización oficial.

Lo que viene: el manejo de la escasez Allá por el mes de enero, cuando los holdouts parecían ser una amenaza de largo plazo, Fábrega había definido una hoja de ruta precisa para todo el año: las reservas -que habían cerrado 2013 en u$s30.000 millones- iban a caer unos u$s3.000 millones hasta abril

Pero, a partir de allí, gracias a los "sojadólares" y de la mano de una cosecha récord, se apostaba a una fuerte recuperación que iba a permitir llevar esas tenencias incluso por encima del nivel de diciembre último. 

Sin embargo, Fábrega tampoco pudo cumplir con esa promesa: las reservas ayer perforaron los u$s28.000 millones y se ubican en uno de los peores registros de los últimos 8 años (ver gráfico).

Con las variables que hay en juego, por cierto, nada hace hace prever que el Central pueda "recolectar" u$s3.000 millones en apenas tres meses. Por el contrario, las perspectivas son hacia la baja.

Por lo pronto, en octubre habrá que pagar renta de bonos por u$s450 millones, que se suman a vencimientos por un total de u$s4.500 millones hacia fin de año. 

Esto, sin considerar que en 2015 deberán enfrentarse compromisos por otros u$s12.000 millones.

En plena escasez de divisas, todos los cañones del Gobierno apuntan a los productores sojeros, a quienes Cristina les dedicó un párrafo especial en su largo discurso del martes.

El problema es que, con un "dólar soja" alejado un 180% del blue, los ruralistas no tienen en el plano cambiario ningún incentivo para desprenderse de sus granos.

De hecho, hasta agosto pasado, el sector exportador había comprado apenas el 50% de la cosecha, el peor nivel desde 2005. El resto del "yuyito", todavía descansa en los silobolsas por unos u$s10.000 millones (ver cuadro).

A esta "operación canuto" que vienen llevando adelante los productores, Vanoli suma otro dolor de cabeza: las perspectivas de precios para los granos. 

El economista Juan Manuel Garzón, de Fundación Mediterránea, advirtió que los mercados futuros proyectan para mayo del año próximo (cuando irrumpa la nueva cosecha), una soja cercana a los u$s360 la tonelada, "un valor muy bajo que no se observa desde hace más de cuatro años" (ver cuadro). 

"Los precios no cierran. La cantidad producida está en el límite, esto implica que el ingreso a obtener no alcanza a cubrir los costos de los productores. Para llegar a tener rentabilidad se necesitaría un incremento del 30% en los precios. Algo difícil que ocurra de aquí a mayo del año próximo", completó Di Stefano.

Según Garzón, esto traerá un "impacto muy significativo en el flanco de las divisas, ya que las exportaciones del complejo agroindustrial caerían más de u$s3.000 millones el año próximo".

Como si esto fuese poco, la nueva gestión del Central deberá lidiar con otro flagelo: el déficit energético.

Pese a la contracción en el nivel de actividad, la caída de las exportaciones del complejo no permitieron achicar el rojo histórico, a punto tal que, en los últimos doce meses, el déficit alcanzó los u$s6.000 millones, un 13% más que el acumulado en igual mes del año pasado.

Con un detalle no menor: en los próximos meses se disparará la necesidad de importaciones para hacer frente a la alta demanda veraniega.

El nivel de dependencia es tal que, según el IERAL, cada u$s100 obtenidos por la soja y derivados, casi u$s50 se vienen destinando a la compra de energía. Es decir, dólares que se esfuman y no pueden engrosar las reservas del Central.

Cabe destacar que en 2010, la importación de combustibles líquidos y gaseosos no consumía más del 20% de los sojadólares (ver cuadro). 

Todas estas variables conducen a que, bajo la óptica de Di Stefano, "vayamos hacia niveles de reservas críticos, en función de la base monetaria". 

Y esto abre la puerta a una medida que, para el mercado, en breve el Gobierno terminará tomando: la de una nueva corrección cambiaria

Todos recuerdan cómo Fábrega, en una de sus pocas apariciones frente a empresarios y banqueros, a mitad de año se mostraba muy conforme con la devaluación de enero, que le había permitido sostener reservas e instalar la "pax cambiaria" en el mercado. 

Sin embargo, nada de eso subsistió: hoy las arcas descienden, la brecha está en niveles récord y de la competitividad ganada no queda absolutamente nada. Las "herencia", a veces, es una pesada carga. 

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