Es argentino y lo eligieron como uno de los 10 jóvenes más sobresalientes del mundo por su contribución a la niñez, la paz y los derechos humanos, tras diseñar un sistema de urbanización para implementar en situaciones de catástrofes.

Se trata de Nicolás García Mayor, un ingeniero industrial de 35 años, oriundo de Bahía Blanca, que después de obtener su título de la Universidad Nacional de la Plata, las cosas no le fueron fáciles. Luego de vivir dos años en una clínica abandonada por no tener dinero para pagar el alquiler, se le ocurrió encaminarse a un nuevo proyecto.  

"La idea es que sea una especie de cajita con alas laterales en la que se genera un espacio de unos 14 metros cuadrados donde pueden vivir hasta 10 personas. Los mismos módulos se encastran y así se pueden armar hospitales o escuelas", contó el propio Nicolás en diálogo radial.

Tras presentar el proyecto, el ingeniero industrial emigró a España y trabajó en diferentes empresas hasta que decidió volver al país. De vuelta en la Argentina se instaló de nuevo en su ciudad natal y en el 2012 llegó la propuesta menos pensada: un mail de la ONU para presentar su proyecto humanitario.

Quince días después, el ingeniero industrial estaba exponiéndolo en Washington ante distintas organizaciones, según consigna el sitio de noticias Infobae.

Pero antes de presentarse en la ONU, Nicolás recibió otro mail de la nunciatura del Vaticano. "Me organizaron una audiencia con el Papa así que fui y charlé con Francisco; en un momento, mientras le comentaba el proyecto, me di cuenta de que estaba dialogando con el Papa en Roma y ahí fue como una pausa".

En la actualidad el joven ingeniero se encuentra al frente de una fundación de Bahía Blanca que abastece de alimentos a comedores. La Cámara Junior Internacional lo distinguió en el rubro "Contribución a la niñez, a la paz mundial y a los derechos humanos", como uno de los 10 jóvenes más sobresalientes del mundo. 

El proyecto

El sistema CMax está confeccionado en propileno, aluminio y tela de poliéster y consta de una estructura central rígida, dos alas de material flexible que al desplegarse cuadriplican su tamaño, y dos patas telescópicas que separan el piso de la superficie, reduciendo el pasaje de frío y humedad.

Cada módulo, que se puede armar en 11 minutos sin la necesidad de emplear herramientas, incluye un kit de supervivencia. Y mientras permanece plegado, el refugio puede apilarse porque es liviano, pequeño y fácil de almacenar.