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El bolsillo y la salud: cómo impactan las restricciones presupuestarias en la alimentación

El bolsillo y la salud: cómo impactan las restricciones presupuestarias en la alimentación
21/11/2014 - 10:05hs
El bolsillo y la salud: cómo impactan las restricciones presupuestarias en la alimentación

Este año marcó un claro punto de inflexión para la economía familiar de los argentinos. Los salarios, que escalaron un 30%, corrieron muy por debajo de la inflación, que en los últimos doce meses acumula un alza del 40%. 

Así, el achicamiento de los ingresos en términos reales obligó a los consumidores a volverse cada vez más cautos y conservadores a la hora de gastar. 

No es para menos. De acuerdo con un informe del Estudio Miguel Bein & Asociados, en la categoría "alimentos y bebidas" los precios registraron en el mes de septiembre un alza superior al 35% en términos interanuales.

Por este motivo, las personas han modificado sus hábitos de consumo. Y esto se ve plasmado especialmente en los gastos en supermercados.

Al tradicional uso de las tarjetas para aprovechar los descuentos durante los distintos días de la semana, en los últimos meses se fueron sumando otros comportamientos, como realizar compras por valores más bajos y alternar diferentes puntos de venta en función de los precios de los productos en cada categoría.

Paralelamente, más argentinos también optaron por dejar de lado las primeras marcas y volcarse por segundas o incluso por las líneas propias del supermercado. No sólo eso: también se ha hecho evidente una caída en el consumo de alimentos de más alto valor, mientras que crecen los productos más económicos.

En este punto, un informe de Kantar Worldpanel revela que, en la actualidad, solamente dos de cada diez argentinos aseguran comprar productos de alta calidad, un porcentaje que se encuentra por debajo del que se registra en el resto de la región.

Pero, el problema que sin dudas más preocupa a los expertos es que estos cambios de hábito a la hora de cuidar el bolsillo, están trayendo una modificación en la dieta de los argentinos, lo que puede generar un impacto negativo sobre el tipo de alimentación y, en consecuencia, sobre la salud.

En diálogo con iProfesional, Cecilia Garau, especialista en nutrición, advierte que "además de la intención de economizar en el supermercado, se pone en juego otro factor que tiene que ver con la educación alimentaria de las familias".

Sube el consumo de pastasUno de los rubros que tienden a incrementar las ventas en momentos de bolsillos más ajustados es el de las pastas.

De hecho, el informe realizado por la consultora Kantar Worldpanel destaca que, en estos días, "luego de las galletitas, ésta es la categoría que se ha vuelto más masiva".

En la misma línea, el estudio agrega que "más del 80% de los hogares argentinos compran pastas a lo largo de un mes, las recompran cada 15 días y, en promedio, se adquieren casi tres paquetes por cada visita al supermercado".

Por supuesto, al tratarse de un producto de bajo costo, la caída del salario real -de un 10%, según Finsoport- estimuló directamente la compra de este tipo de productos.

"En un contexto donde se ve una retracción del consumo, esta categoría evoluciona de modo opuesto", advierten desde Kantar Worldpanel.

Y agregan que "a pesar de que la pasta es un alimento sumamente masivo, la base de la pirámide consume un 20% más que la cima".

En este contexto, los expertos en nutrición alertan sobre los cuidados que hay que tener en relación con estos cambios en la dieta.

Si bien "el 50% de los alimentos provienen de los hidratos de carbono, es importante combinar estas comidas con otros alimentos, como verduras. Por eso hay que prestar atención para evitar los excesos en la ingesta de las pastas y el pan", apunta Garau.

Cae el consumo de proteínas

Paralelamente, las pastas muchas veces funcionan como un reemplazante de otros alimentos, como la carne que, en dosis justas, aporta una proporción importante de proteínas.

Un estudio de la consultora Abeceb señala que, si se evalúan las variables de consumo y precios de carne en Argentina se desprende que, a pesar de la preferencia cultural por la bovina, "el valor empieza a imponerse en las decisiones de consumo local".

Cabe destacar que los precios de la carne vacuna se incrementaron nada menos que 58% en los últimos doce meses, por encima del 39% que subió la carne aviar y 42% la porcina.

"El impacto del precio en la elección de los compradores se nota en la caída del consumo de este producto", señala la consultora.

Según el relevamiento, el consumo anual per cápita de carne de vaca en los primeros siete meses del año fue de 60 kilos, casi 5% menos que en el mismo período de 2013. En tanto, el consumo de pollo también registró una caída, aunque más leve, cercana al 1,5%.

Miguel Calvete, titular del Instituto de Estadísticas de Consumo Masivo (INDECOM), confirma que "se está dando una disminución en la inclusión de alimentos protéicos como la carne vacuna, el pollo y el pescado y, en detrimento, subieron los farináceos, que son los derivados de la harina. Todo esto afecta, a mediano y largo plazo, a la población".

Proteger el bolsillo, sin descuidar los huesos

Otro de los cambios de hábitos alimenticios que genera preocupación a nivel nutricional tiene que ver con la caída en el consumo de lácteos, producto de las fuertes subas de precios que se dieron en esta categoría.

De acuerdo con datos relevados por Estudio Bein y Asociados, sólo en septiembre, este rubro registró un incremento de casi un 3%. En el caso de los quesos, el encarecimiento llegó a ser de casi un 6% en ese período y la leche sufrió un aumento superior al 2%.

Medido en términos anuales, la categoría "lácteos y huevos" registró una suba superior al 32%.

Frente a estos incrementos de precios, los consumidores contrajeron el consumo y la categoría se vio afectada durante los primeros 8 meses del año.

Al respecto, Calvete destaca que "la venta de leche fluida tuvo una caída del 1,2% y la comercialización de quesos bajó entre el 3 y el 5%". 

Esto, advierten los expertos, también tiene consecuencias negativas para la salud.

Garau señala que "la reducción de la ingesta de calcio complica la alimentación de las personas". Y alerta sobre sus efectos nocivos: "Puede incrementar el riesgo de osteoporosis y aumentar las posibilidades de sufrir una fractura".

Las gaseosas, una curiosa excepción

Al observar la evolución en el consumo de alimentos en los últimos meses, un dato llama la atención: la venta de gaseosas, a contramano del resto de los artículos, viene en alza. Esto se da a pesar de que los precios de las bebidas, según el Estudio Bein, registraron un aumento del 35% interanual

Desde la consultora especializada en consumo CCR destacan que "las promociones en categorías significativas para rubros como cervezas y gaseosas hicieron que éstas neutralizaran las caídas registradas".

Y agregan que hoy "todas las canastas caen, salvo las de bebidas con y sin alcohol, basado su comportamiento en ciertas categorías de productos relacionadas con importantes descuentos".

En relación con las consecuencias para la salud de las personas, Garau puntualiza que, en el caso de las gaseosas en particular se da una excepción a la regla: pesan más los malos hábitos que la propensión a ahorrar.

Es así que "las personas prefieren dejar los lácteos y no tener que abandonar el consumo de gaseosas", puntualiza la especialista en nutrición.

Y, por supuesto, recomienda regular su incoporación ya que "es conveniente intentar reemplazarlas por agua debido a la cantidad de calorías que contienen estos productos y los riesgos derivados de una alta ingesta de azúcares".

Más verduras frescas, menos congelados

A pesar de los efectos negativos que, según advierten los nutricionistas, puede traer a la alimentación el cuidado del bolsillo en el supermercado, no todas son "malas noticias": también existen algunos "hábitos saludables" que se desprenden de manera indirecta de este recorte del gasto.

Por ejemplo, los expertos ponen el foco en una reducción del consumo de artículos congelados -que sufrieron una fuerte suba de precios-, algo que tiene un impacto positivo en la dieta de los argentinos.

En este sentido, según datos de la consultora CCR, la categoría "freezer" se encuentra entre las que más sintieron el efecto negativo durante los primeros 8 meses del año, registrando una caída superior al 7% en este período de 2014.

Si bien este desplome responde al cuidado del peso, para Grau, es positivo que parte de ese consumo se redireccione a los alimentos frescos. 

"En general, los congelados sólo se compran por un tema de comodidad, pero es mucho más recomendable ingerir verduras frescas", dice Garau, quien afirma que en algunos casos, dependiendo de cómo fue procesado el producto, se da una pérdida de nutrientes, mientras que hay determinados alimentos congelados que, en su elaboración, incluyen altos niveles de sodio, como sucede con las papas listas para freir o los bocaditos de pollo

Los cambios llegan a las marcas

La elección de alimentos más económicos -aunque no siempre con un valor nutritivo adecuado- tiene su correlato en la inclinación a llevar segundas marcas, algo que para los argentinos no era tan común en tiempos de bolsillos llenos.

Pero, cuando el dinero no alcanza, las B Brands empiezan a ganar terreno, junto con las líneas propias de los supermercados.

Principalmente, "las marcas de los súper traccionan ventas en pastas y productos enlatados", apunta Emiliano Schwartz desde la consultora Tomadato.

Sin embargo, en determinadas categorías, las personas se mantienen todavía fieles a las empresas líderes.

Desde INDECOM, Calvete señala que esto sucede "en el caso de artículos de limpieza y lácteos".

Independientemente de estas preferencia, el temor de los expertos es que la necesidad de cuidar el presupuesto se agudice en los próximos meses, lo que profundizará el cambio de hábitos alimenticios y, en paralelo, la calidad de la dieta de los argentinos.