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Cuba y una vuelta de página a la guerra frí­a que pone a prueba el relato "antiimperialista" de la Argentina

Se trata de uno de los últimos resabios de la "guerra fría". Pero la política exterior kirchnerista insiste con el discurso del antiimperialismo
18/12/2014 - 10:05hs
Cuba y una vuelta de página a la guerra frí­a que pone a prueba el relato "antiimperialista" de la Argentina

La noticia de la cual habla hoy el mundo entero trasciende largamente el acuerdo para que los estadounidenses puedan hacer turismo y usar sus tarjetas de crédito en Cuba, y para que los cubanos de Miami puedan girar más dólares a sus familiares de La Habana.

El entendimiento, en realidad, supone algo mucho más importante en términos históricos: es la vuelta de página de uno de los últimos resabios de la "guerra fría".

Una vuelta de página largamente demorada, que llega 25 años después de la caída del Muro de Berlín

Y ahora, tal vez con la única excepción de Corea del Norte, ya habrán sido eliminados casi todos los símbolos de la época que enfrentó a un bloque capitalista con otro socialista.

Por cierto que los cubanos se habían enterado desde hace mucho tiempo que la situación geopolítica del mundo era diferente.

Quedará en la memoria de muchas generaciones la penuria del "período especial" de comienzos de los ‘90, marcado por una aguda escasez de los más básicos elementos de supervivencia, debido a que la isla dejó de recibir la vital ayuda soviética.

A diferencia de los cubanos, los que aparentemente no se habían enterado del fin de la guerra fría eran los políticos estadounidenses.

Y suena raro escuchar a Barack Obama al reconocer en 2014 que "el bloqueo no dio el resultado esperado".

Más bien, los analistas internacionales suelen afirmar que si algo sostuvo a Fidel Castro en el poder fue, precisamente, la hostilidad estadounidense.

Esa situación generó la mística de la resistencia ante el bloqueo, que le permitió legitimarse ante su pueblo como "líder antiimperialista". Además, brindó una excusa perfecta para culpar a una potencia extranjera por los problemas económicos del país.

Acaso haya que buscar más en cuestiones de la agenda interna estadounidense y no tanto en la política externa esa obstinación por querer ver en Fidel Castro una amenaza.

La influencia del fuerte lobby de cubanos exiliados en Miami es grande, tanto en términos económicos como políticos -como quedó demostrado en la angustiosa definición "cabeza a cabeza" entre George W. Bush y Al Gore en las elecciones del 2000-.

Para el analista internacional Jorge Castro, "el fin del bloqueo va más allá del acercamiento de dos gobiernos: es la reconciliación entre la Cuba de la isla y la Cuba del exilio, representada por la comunidad que está en Miami. Esto va a tener como consecuencia un fuerte impacto económico".

Según el experto, "con las últimas medidas que tomó Raúl Castro, en los últimos años surgieron 500.000 nuevos empresarios en el país caribeño, y la gran mayoría de ellos tienen amigos o parientes en Estados Unidos. Esa comunidad, principalmente asentada en Miami, tiene mucha riqueza. De hecho, es la principal proveedora de divisas de la isla, por encima de lo que generan las propias exportaciones o incluso el turismo. Esta decisión histórica no hará más que potenciar ese flujo".

Un cambio que altera la diplomacia en la región

Lo que falta ahora es que esa vuelta de página de la historia sea registrada y asimilada por los gobiernos latinoamericanos, empezando por la Argentina.

De hecho, desde el mismo inicio de la era K -con el propio Fidel en la ceremonia de asunción de Néstor Kirchner-, el acercamiento a Cuba ha simbolizado la nueva política exterior argentina.

En un movimiento pendular tras las "relaciones carnales" con Estados Unidos en los '90, la administración kirchnerista eligió alinearse con los adversarios de la potencia del norte. Y, como la propia Cristina Kirchner se encarga de recordar en sus discursos, fue el Gobierno argentino el que propició el boicot a la iniciativa de Bush para generar una alianza continental.

En su afán por dotar a la diplomacia de un discurso antiimperialista, Cristina ha dado algunos pasos erráticos, como la aproximación a Irán y a Rusia, que busca anexar territorios, con un discurso curiosamente parecido al que utiliza Gran Bretaña para justificar su permanencia en Malvinas.

Y, en simultáneo, la cancillería argentina ha enfriado su relación con Estados Unidos, con hitos como la inspección, por parte del canciller Héctor Timerman, de los aviones que traían material de ayuda policial.

Washington no se quedó atrás: en 2012 anunció la quita de preferencias comerciales a empresas argentinas que exportaban a ese mercado bajo el sistema llamado SGP, lo que significó un perjuicio de cientos de millones de dólares. 

La tensa relación bilateral también se plasmó, durante años, en el cierre total de las fronteras para el ingreso de productos clave para las economías regionales, como los cítricos o la carne

Pero, sin dudas, el hecho que terminó de enrarecer el clima bilateral fue la saga de los fondos buitre, que incluyó acusaciones al gobierno estadounidense por su intento de hacer regir su jurisdicción judicial fuera de sus fronteras. En este marco, se intentó llevar el diferendo al tribunal internacional de La Haya.

En los últimos tiempos, esa política ha dejado en evidencia algunos problemas: la mayoría de los nuevos aliados de la Argentina atraviesan dificultades, en particular Rusia, cuya economía ha sido golpeada por la caída del precio del petróleo.

Para Marcelo Elizondo, el vector que rige el relacionamiento internacional, está muy vinculado con las urgencias y las necesidades coyunturales: "La Argentina, en los últimos años, básicamente salió a estrechar lazos con quienes podían proveerle energía y fondos. Por eso optó por Venezuela en su momento y por Rusia en este último tiempo".

"Todos estos -según el experto- son países en los que el poder político prevalece por sobre los actores que producen bienes y servicios. Son naciones donde hay un fuerte intervencionismo. Y en esto hay un claro punto de encuentro con el Gobierno de Cristina Kirchner. De hecho, en la Cumbre del Mercosur la Presidenta aseguró que hablar de mercados es un ´eufemismo´", sentenció Elizondo.

Lo cierto es que el discurso antiimperialista sobre el que se funda la justificación de la nueva diplomacia argentina está cada vez más jaqueado.

Ya había sido una fuerte prueba de ello el hecho de que Evo Morales haya propiciado el ingreso de Bolivia al mercado de capitales, donde realizó una exitosa colocación de bonos: le ofrecieron 10 veces más dinero del que pidió y a una tasa inéditamente baja de 4,8%, es decir, casi la mitad del tipo de interés que ahora acaba de ofrecer Axel Kicillof.

"La Argentina desde hace años da muestras de tener una visión atrasada del mundo. En lo discursivo, sigue insistiendo con las bipolaridades que dominaron el siglo XX. Es decir, con las viejas dicotomías como ´países en desarrollo versus países subdesarrollados´ o ´naciones centrales versus naciones periféricas", agregó Elizondo.

Para el experto, "la Cancillería argentina quedó presa de esa visión del Ejecutivo, que no apuesta por la integración internacional ni por insertarse en las grandes cadenas globales. Es más, la apertura económica es vista como sinónimo de amenaza. Por eso se apuesta al discurso del ´vivir con lo nuestro´ o se aplican restricciones al comercio y hasta se ve a la exportación como un negocio que compite con el mercado interno".

¿Será la reconciliación entre Cuba y Estados Unidos un punto de inflexión que lleve a revisar la política externa argentina?

Es prematuro afirmarlo, pero hay síntomas fuertes sobre las dificultades de seguir ignorando los cambios geopolíticos.

En definitiva, lo que ocurrirá en el futuro cercano es el sinceramiento de Cuba en el sentido de que no podrá seguir apoyándose en Venezuela, que le proveyó durante la "era bolivariana", petróleo a bajo precio y le ayudó a financiar las refinerías de petróleo.

Por lo pronto, la noticia del anuncio de Obama sorprendió a Cristina y a sus colegas del Mercosur en plena cumbre presidencial.

En particular, llamó la atención el discurso del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien en un inusual tono conciliador elogió la actitud de Obama.

Falta ahora saber cuál es la lectura política que se haga en el seno del Gobierno argentino a partir de este nuevo hecho histórico.

La Presidenta dejó algunas primeras impresiones, al analizar lo ocurrido como un triunfo del gobierno cubano, "que supo mantener en alto sus ideales y hoy con absolutamente dignidad y en un pie de igualdad normaliza sus relaciones luego del bloqueo".

En una de las típicas alusiones indirectas de Cristina a la situación argentina, parece haber allí un mensaje vinculado al litigio con los "buitres": "Cuando los pueblos tienen voluntad y son conducidos por dirigentes que no los traicionan, más tarde o más temprano siempre llegan a sus objetivos".

¿Pierde algo la Argentina con el fin del embargo? Un documento reciente de Cancillería Argentina destaca que "tras un período de tirantez política entre ambos países, que alcanzó su punto más álgido durante las administraciones de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, a partir del año 2003 y hasta la fecha el comercio bilateral se ha beneficiado de circunstancias como la normalización de las relaciones diplomáticas".

Así, destacaron "la voluntad de Cuba de no interrumpir sus compras a la Argentina, en especial las que realiza a través de la empresa estatal Alimport, como gesto político positivo hacia los gobiernos encabezados por Néstor Kirchner y luego por Cristina Kirchner".

Incluso, este documento destaca como un factor beneficioso para las empresas argentinas la "adopción, por parte de la administración estadounidense, a partir del año 2004, de medidas adicionales que endurecen aun más las condiciones bajo las cuales permite la venta de alimentos a Cuba".

Sin embargo, en los últimos años la relación entre la Argentina y la isla caribeña claramente tuvo un contenido más político que comercial.

La afinidad que profesó desde lo discursivo la administración kirchnerista al régimen en la isla y los continuos guiños políticos, no llegaron a plasmarse con vehemencia en los negocios.

Esto, en gran medida, porque ese país no es un mercado simple para que las empresas entablen relaciones bilaterales.

Al analizar el flujo del intercambio, surge el bajísimo peso que ostenta Cuba como socio comercial de la Argentina: si bien en los últimos años las exportaciones hacia ese destino crecieron con fuerza respecto de los niveles de hace una década, los montos son muy bajos. 

En 2013 los envíos alcanzaron los u$s360 millones, una cifra que representa menos del 0,5% de las exportaciones totales y que, a modo comparativo, es incluso menor al nivel de ventas que una sola automotriz puede realizar al mercado brasileño a lo largo de 12 meses (ver cuadro). 

La principal desventaja, alertan desde Cancillería, es "la inexistencia de líneas de crédito para la exportación".

"Debido a las limitaciones financieras de ese país, como norma, las empresas importadoras cubanas exigen facilidades crediticias de compra, que rondan los 360 días. Ello coloca a la Argentina en desventaja con respecto a los países suministradores de ese mercado, como Venezuela, China o Rusia que, en general, sí ofrecen líneas de crédito para colocar sus productos".

Entre los bienes que las empresas locales más exportan hacia ese destino se observa una fuerte preponderancia de los alimentos. De hecho, los primeros 15 de la lista son artículos de primera necesidad, tales como maíz, leche, carne, pescado, arroz y aceites.

Según el documento de Cancillería, "en Cuba, la gran mayoría de las empresas son estatales. Sólo un reducido grupo cuenta con autorización del Gobierno para realizar importaciones y los fondos se concentran sólo en productos de amplia demanda" (ver cuadro). 

En tanto, los envíos de productos cubanos hacia la Argentina arrojan números todavía más modestos: el promedio de los últimos cinco años no supera los u$s10 millones, cuando anualmente desde la isla se envían artículos al mundo por u$s3.000 millones.

De modo que la Argentina, como destino, es prácticamente insignificante.

Al analizar la canasta de productos que llegan desde Cuba, se observa que es muy acotada, dado que está conformada por vacunas, derivados de níquel, cigarros, bebidas alcohólicas y langostas.

En este contexto, y a la vista de los pobres números del comercio bilateral, para Elizondo, el eventual fin del embargo impuesto por Estados Unidos no tendrá ningún impacto relevante en las exportaciones argentinas.

En el plano político, en tanto, falta tiempo para evaluar el real impacto del cambio histórico que llega desde Cuba, pero las primeras señales dejan dudas respecto de si en la Argentina se habrán comprendido cabalmente las implicancias de la caída del último ícono de la guerra fría.

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