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El Gobierno sufre a la "nueva Rousseff": Brasil devalúa, recorta gastos y complica a la Argentina

La estrategia de utilizar al dólar como ancla inflacionaria, entra en zona de riesgo ante las perspectivas de un mayor debilitamiento del real brasileño
26/01/2015 - 09:30hs
El Gobierno sufre a la "nueva Rousseff": Brasil devalúa, recorta gastos y complica a la Argentina

Si el panorama se presentaba complejo para la economía argentina tras el continuo derrumbe en el precio de las materias primas, las dificultades que atraviesa Brasil, el principal socio comercial, no hacen más que sumar incertidumbre

El frente externo, durante los últimos años, había ayudado con viento a favor, de la mano de la "súper soja" y de una locomotora brasileña que -además de apuntalar a la industria argentina- permitió disimular los graves problemas de competitividad, gracias a un real fuertemente apreciado

Además, tras el salto del dólar que propició Axel Kicillof exactamente un año atrás, la industria nacional ganó algo de tiempo, pero ese oxígeno se agotó.

No sólo eso, desde la consultora Elypsis advierten que la relación cambiaria con el mayor socio comercial hoy es la peor en toda la era kirchnerista.

Pero el listado de problemas que le acarrea a la Argentina la economía gobernada por Dilma Rousseff, no se agota allí: el enfriamiento de su demanda y la grave crisis que atraviesa el sector automotor, son variables que ya están impactando de este lado de la frontera.

Cambio de rumbo

En plena volatilidad en los mercados internacionales, con un petróleo que no encuentra su piso y la amenaza de un dólar fuerte en el mundo, Brasil está eligiendo transitar un camino que va a contramano de lo que históricamente pregonó el Partido de los Trabajadores. 

En diálogo con iProfesional, Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA), destacó que "Rousseff está privilegiando resignar puntos de crecimiento para llevar tranquilidad al sector financiero. Y es esta menor expansión de la economía la que se va a traducir en una caída en la demanda de productos argentinos".

La "hoja de ruta" para esta segunda gestión de la presidenta brasileña dista mucho de lo que había sido hasta ahora su estilo de gobierno.

La estrategia ya no es la de mantener el consumo fogoneado mediante fuertes beneficios fiscales y subsidios como ocurrió hasta el año pasado.

La "nueva Rousseff" apunta a bajar fuertemente el gasto público para revertir el déficit y recuperar la confianza de los inversores.

El precio a pagar por hacer bien los "deberes" en el plano financiero, bajo la óptica de Coatz, es que tendrá nulo crecimiento en 2015.

"Las perspectivas para la economía brasileña no son buenas. El PBI va a estar estancado este año, la industria no se recuperará a corto plazo y la menor demanda arrastrará a algunos sectores en la Argentina", completó.

Desde San Pablo, el consultor internacional Gustavo Segré, coincidió con el difícil año que se abre en la relación bilateral: "Brasil está estancado. Dilma está emprolijando los números, por eso, en términos de demanda de productos argentinos, el país este año no va a sumar".

"Los meses que vienen van a ser duros, de ajuste del gasto público. Es algo bueno para el mercado financiero brasileño, pero que va a afectar a la industria, construcción y consumo, tanto de bienes masivos, como de alto valor agregado", recalcó Segré.

Así, el experto vaticinó que si la "nueva Rousseff" avanza con el plan de achicamiento del gasto, "entonces habrá una baja en la producción y en el empleo en Brasil, lo que sin dudas repercutirá en la Argentina".

Cabe destacar que 2014 ya dejó un precedente de lo que puede esperarse para este año: las exportaciones hacia ese destino cayeron un 14% y el comercio bilateral retrocedió a los niveles de 2009, en plena crisis internacional.

Luces de alerta entre las terminales

Uno de los sectores más castigados por el estancamiento de la economía brasileña es el automotriz. La filial de la alemana Volkswagen había decidido hace poco el despido de 800 empleados de una de sus plantas de San Pablo, lo que derivó en una fuerte huelga que llevó a paralizar la producción. 

Si bien luego la compañía se vio forzada a reincorporar a estos trabajadores por la dura protesta, dejó al descubierto el gran problema que atraviesan las terminales de ese país. 

De hecho, directivos de Volkswagen habían informado que la reducción de la plantilla laboral estaba vinculada con la "caída de las ventas en el mercado doméstico", en un contexto en el que la industria quedó sobredimensionada debido a la gran ampliación de la capacidad productiva que tuvo lugar durante los últimos cinco años.

Según Anfavea -la cámara que nuclea a las terminales del país vecino- esto llevó a que en 2014 el sector haya destruido 12.400 puestos de trabajo. Y las cesantías, según Segré, podrían profundizarse.

"Hay un stock fenomenal de autos sin vender. Por eso lo que esperamos es una caída fuerte de las compras de vehículos argentinos", advirtió el experto.

Cabe destacar que en 2014, las exportaciones de 0Km nacionales tocaron su peor nivel en cinco años (ver cuadro).  

No sólo eso, la participación de los vehículos argentinos en el total de autos patentados en Brasil fue del 8,4%, el menor nivel desde el 2008.

El problema es que desde Anfavea prevén un leve achicamiento de las ventas para el 2015, pero con una caída mayor de los 0Km importados (entre ellos, los de origen argentino) debido a que se espera una desvalorización del real, lo que terminará dándole mayor impulso a la industria paulista.

"Más del 30% de las exportaciones de manufacturas de la Argentina tienen a Brasil como destino. Y el complejo automotriz, al tener un peso del 35% en el total de la industria, va a ser uno de los más afectados", recalcó Coatz.

Pero no será el único impactado. Desde la Unión Industrial advierten que también se verán resentidas las exportaciones de bienes vinculados con la actividad petroquímica, maquinaria y productos de las economías regionales, como aceitunas, ajos, vinos y papas congeladas.

Incomodidad por el real 

Una de las mayores preocupaciones entre los industriales argentinos está íntimamente vinculada con el futuro del tipo de cambio, tanto en la Argentina como en Brasil.

La inquietud de los empresarios locales se debe a que la administración kirchnerista dejó en claro que apuntará a no tocar el valor del dólar, una decisión que está atada a la necesidad de no fogonear la inflación para lograr ubicarla en un rango del 30%, tras haber cerrado un 2014 con un índice de precios cercano al 40%.

El ministro Kicillof lo dejó bien en claro al afirmar: "No podemos dejarnos llevar por la tormenta perfecta que se ha armado a nivel internacional y decir 'tal país devaluó y entonces yo hago lo mismo'. Me parece que no es la solución".

El ministro hizo así referencia directa al fortalecimiento del dólar en el país vecino o, dicho de otro modo, al debilitamiento del real que se diera en el último trimestre, tal como se observa en el siguiente cuadro: 

La vinculación entre ambas industrias y mercados de consumo es de tal magnitud que en las últimas décadas, cada vez que Brasil depreció su moneda, el Banco Central en la Argentina, al poco tiempo, se veía forzado a "calcar" ese movimiento, para remediar el deterioro en el nivel de competitividad.

En las últimas semanas, luego de un rally alcista del billete verde en tierras de Rousseff, el mercado cambiario mostró una mayor estabilidad.

Sin embargo, en un escenario en el que se espera un fortalecimiento de la divisa estadounidense en el mundo, analistas advierten que podría sobrevenir una nueva etapa de devaluación en Brasil que pondría en riesgo el plan de Alejandro Vanoli de intentar llegar a fin de año con una cotización estable.

"El Gobierno ancló el dólar y la actividad económica se desaceleró fuertemente. Hoy no tenemos un tipo de cambio competitivo, por eso la balanza comercial muestra una pobre performance", sostuvo el consultor Salvador Di Stefano.

El problema, agregó el analista, "es que Brasil, con déficit fiscal récord, caída de la inversión y baja de la actividad,podría comenzar a devaluar a una mayor velocidad. Esto cambiará la ecuación del comercio en toda la región".

¿A cuánto ven el tipo de cambio en Brasil? Actualmente, asociaciones empresarias de primera línea como Anfavea están trabajando con una pauta de 3,10 reales por dólar hacia fin de año, lo que significaría una devaluación de casi 17% en los próximos doce meses. 

En tanto, la consultora Goldman Sachs estima que un tipo de cambio de equilibrio, suficiente como para achicar el déficit de cuenta corriente, debería moverse en un rango que va de los 3,10 a los 3,20 reales por billete verde.

Este potencial riesgo de depreciación, en tanto y en cuanto el BCRA insista con fijar el precio de la divisa estadounidense, podría comprometer las exportaciones del "Made in Argentina".

Cabe destacar que el año pasado, la participación de los productos nacionales en el país vecino tocaron el peor nivel de toda la era kirchnerista, con un market share del 6,1% (ver cuadro).

Las expectativas están centradas en que este indicador descienda aun más en 2015, conforme se agrave el problema de la competitividad.

"El año pasado hemos visto más casos de empresas brasileñas que dejaron de comprarle a proveedores argentinos porque quedaron caros", resumió Segré.

Para Coatz, la variable tipo de cambio será crítica para la industria automotriz: "Los salarios en dólares de este sector en la Argentina son un 30% más elevados que en Brasil. Con remuneraciones más altas, una menor escala y un mercado más chico, el tema de la competitividad pesará mucho en 2015".

Un informe de la consultora Delphos Investments advierte que la estrategia de dejar el billete verde quieto con una inflación elevada, llevó a la ventaja cambiaria con los principales socios comerciales "a niveles sumamente nocivos para la actividad, que hace mella en las exportaciones".

Estimaron que si el BCRA pretendiera recuperar el "colchón" logrado en febrero de 2014, entonces el dólar debería dispararse hasta los $12,65, incluso muy por encima de lo que prevén los inversores para diciembre en el mercado del Rofex. 

El riesgo de mover el tipo de cambio es que la inflación se descontrole, como sucedió tras la devaluación del año pasado, algo que el Gobierno no quiere convalidar en un año de elecciones.

Así, mientras el equipo que comanda Kicillof queda inmerso en esta dicotomía, competitividad versus estabilidad cambiaria, los empresarios están preparándose para un 2015 muy difícil en la relación con el principal socio comercial.