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De mal en peor: el Gobierno pasa ahora a ser el objeto de las sospechas, en un clima polí­tico enrarecido

En uno de sus momentos más difíciles frente a la opinión pública, el kirchnerismo sufre por los cuestionamientos respecto del accionar de Sergio Berni
22/01/2015 - 10:03hs
De mal en peor: el Gobierno pasa ahora a ser el objeto de las sospechas, en un clima polí­tico enrarecido

Pasó casi inadvertida la publicación del texto con la denuncia de Alberto Nisman sobre el presunto encubrimiento del atentado de la AMIA. Más bien, el centro de la atención nacional estuvo en el presunto encubrimiento... de la muerte de Nisman.

Este hecho marca el profundo shock que esta "muerte política" está provocando sobre el Gobierno.

Cuanto más avanza la investigación, más dudas se generan sobre la versión que tempranamente abrazaron los funcionarios K -incluyendo a la propia Cristina Kirchner- respecto de que la muerte del fiscal era un suicidio.

Pasadizos con acceso al departamento sobre los que no se habían informado, puertas que se presumían cerradas pero estaban abiertas, médicos del SAME a los que no se les permitió el ingreso al edificio, presencia de funcionarios cuya tarea no queda del todo clara... Todo contribuye a que las dudas se multipliquen.

Y mientras se respira una pesada sensación de que la violencia política vuelve a instalarse en el centro de la escena, el kirchnerismo ve corporizarse una de sus peores pesadillas: la denuncia de Nisman, que probablemente tenía fisuras y puntos débiles para ser atacados, ahora ya no es el tema relevante.

Para los militantes K, ese hecho ya constituye de por sí una prueba de que el Gobierno no puede ser sospechado. El planteo es: "si el kirchnerismo es el que más tiene que perder con la desaparición de Nisman, ¿cómo pensar que puede tener algo que ver con la desaparición del fiscal?"

Es la pregunta que se vio en las redes sociales y los medios afines al Gobierno y que se ha insinuado en las declaraciones de dirigentes políticos. Y sería una pregunta sensata, si no fuera porque es el propio Gobierno el que, todo el tiempo, parece sembrar dudas sobre su accionar.

La temprana conclusión de que se trataba de un suicidio -empezando por las declaraciones del secretario de Seguridad, Sergio Berni, antes de la autopsia- alimentaron las sospechas.

El diputado Julián Domínguez llegó incluso más lejos al dar por supuesta la hipótesis del "suicidio instigado".

Y luego la Presidenta hizo un análisis político de la muerte de Nisman, a la que ubicó en el contexto de un intento por perjudicar al Gobierno y trabar el juicio por encubrimiento al atentado.

Ni una palabra de condolencia en su texto, como observaron los medios internacionales. Comentarios irónicos para los ciudadanos que se autoconvocaron a la plaza de Mayo con el eslogan "Yo soy Nisman". Ni un legislador oficialista en el homenaje que se le hizo al fiscal en el Congreso. Ni un dirigente kirchnerista en el acto convocado por la DAIA para pedir justicia por la muerte de Nisman.

Y, mientras tanto, la persistencia en las críticas post-mortem al fiscal. En definitiva, el tono de la reacción es, en sí mismo, el elemento que en la opinión pública genera el rechazo hacia la postura del Gobierno.

Hasta el mismísimo líder de la agrupación Quebracho, Fernando Esteche -uno de los imputados por Nisman en su denuncia- se quejó del tono de la respuesta que dio el Gobierno: "Me molesta que no den respuestas, que no hablen, que no se defiendan, ¿o tienen algo que ocultar?", protestó el controvertido activista.

Y hasta tomó distancia de la hipótesis del suicidio, al mencionar el accionar de "mafias que operaron y asesinaron".

Berni, blanco de las críticasEn contraposición a la ausencia del Gobierno en los lugares de homenaje, aparece la omnipresencia de Sergio Berni en el procedimiento policial, con sus extrañas directivas y explicaciones posteriores.

Lo cierto es que el secretario de Seguridad pasó a ocupar el centro de la polémica y a encarnar las sospechas que en las últimas horas se han manifestado sobre puntos oscuros en la investigación.

De hecho, el próximo momento de tensión política probablemente esté vinculado con la convocatoria de Berni al Congreso para dar explicaciones.

La diputada Patricia Bullrich ya adelantó una extensa lista de preguntas, todas cuestionadoras sobre el procedimiento efectuado en las primeras horas que siguieron a la muerte de Nisman.

Los cuestionamientos surgen a partir de la llegada del funcionario al lugar del hecho, mucho antes que la fiscal de la causa. Además, fue él quien planteó la teoría del suicidio sin antes esperar las pericias y el dictamen de las voces autorizadas de la Justicia.

Berni calificó de "canallada" la crítica que se hizo sobre su accionar y advirtió que son "discusiones de tipo político" y que "eso ha quedado más que claro" con la negativa de la fiscal Viviana Fein de citarlo por este tema.

En este escenario, el secretario avisó que está dispuesto a concurrir al Congreso como lo reclaman legisladores de la oposición: "Voy a ir y voy a contestar todo a donde tenga que contestar sin ningún problema".

"Esta discusión de por qué estaba ahí son discusiones de tipo político, no de tipo judicial. Son cuestiones que han tratado de instalar distintos actores políticos para ponerle más incertidumbre a la que tenemos los argentinos sobre la muerte del señor fiscal y ha quedado más que claro con lo que ha dicho la fiscal", remarcó el funcionario, en declaraciones radiales.

Berni volvió a justificar su presencia en la madrugada del lunes en la casa de Nisman, en Puerto Madero, "casi" en simultáneo con la llegada del juez Manuel de Campos y la fiscal Fein: "Está más que claro que todo lo que hemos hecho fue colaborar fuertemente para asegurar a la Justicia y, sobre todo a la familia, que todo se iba a preservar tal cual como estaba", argumentó.

La fiscal Fein, quien investiga la muerte de Nisman, rechazó la posibilidad de convocar al secretario de Estado para que dé precisiones sobre esta cuestión.

"No lo voy a citar porque no es de mi incumbencia", remarcó la funcionaria judicial.

Este miércoles, el funcionario nacional reiteró que la madre del fiscal, que estaba en el departamento de su hijo mientras el cuerpo yacía en el baño, le "pidió que por favor se preservara todo lo que estaba ahí".

"La madre siempre estuvo en la habitación donde estaba el baño; le mostré todo lo que estábamos haciendo para que nadie ingresara al lugar; fuimos muy cautelosos, ni siquiera ingresé al baño", precisó.

El secretario de Estado insistió en asegurar que, en la madrugada del lunes, en el departamento de Nisman, "nuestra acción fue limpia y transparente justamente para garantizar la transparencia del proceso".Un clima político enrarecido

Tras el impacto inicial de la noticia, la sensación que se está imponiendo en estas horas en la opinión pública es la de que hay una alta probabilidad de que el caso no se esclarezca.

Y lo que observan analistas es que esa sensación de impunidad inevitable no está dada necesariamente por una percepción de lo difícil que resulte la investigación policial, sino más bien por la consolidación de una cultura política en la cual no existe voluntad de llegar a fondo.

Como argumenta Alejandro Katz, ensayista político y docente de la UBA: "Se trata, principalmente, de que ninguna respuesta, el resultado de ninguna investigación, ningún fallo judicial, cualesquiera que sean, resultarán creíbles. El escepticismo ha ganado a una sociedad que desconfía de la palabra del poder".

Y señala que, como síntoma de la degradación del país, la terminología que domina el debate político es la del parte policial.

"El público no discute sobre la política tributaria, ni sobre relaciones internacionales, ni sobre los problemas de un desarrollo sustentable, ni sobre la desigualdad. Se ha convertido en experto en los temas que esta trama le ofrece: armas, ferrocarriles, acuerdos ocultos, autopsias, pistas falsas, traficantes de drogas. La conversación política se ha convertido en la apostilla de historias criminales, nunca resueltas y que, seguramente, nunca se resolverán", afirma Katz.

Mientras tanto, los analistas tratan de calibrar el daño que esta "muerte política" puede causarle al Gobierno, no ya en el plano electoral, sino hasta en la transición hacia la próxima administración.

En ese marco, empieza incluso a hablarse sobre las dificultades que enfrentará Cristina en caso de que se profundice la inestabilidad social

Por caso, Jorge Asís comparó la muerte de Nisman con la conmoción creada en 2002 con las muertes de los militantes Kosteki y Santillán, que llevaron a Eduardo Duhalde a adelantar la entrega del poder.

Para este influyente analista, la mayor fuerza en el sentido de una alteración en el cronograma podría venir desde el propio peronismo: "El PJ, de la mano de La Doctora, se introduce en la ciénaga. No veo al peronismo atado a la estrategia de Timerman, D Elía, Lázaro, Milani y La Doctora. Con éstos, Scioli no gana ni al Futsal".

Más allá de las especulaciones de tipo electoral, para las cuales probablemente el actual no sea el mejor contexto, lo que sí está quedando en evidencia es el enrarecimiento del clima político, con un Gobierno que ya no sólo es cuestionado por sus decisiones en la economía sino que ahora, para una parte de la opinión pública, aparece como blanco de las sospechas.

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