iProfesional

Atraso cambiario: se abaratan productos electrónicos de afuera y se disparan gastos con tarjeta

En febrero, los consumos con plásticos ya se ubican por encima de los niveles del año pasado. El Gobierno resigna u$s400 M mensuales por estas operaciones
26/02/2015 - 09:50hs
Atraso cambiario: se abaratan productos electrónicos de afuera y se disparan gastos con tarjeta

A la espera de la nueva cosecha, que permitirá la llegada del grueso de los "sojadólares", el Gobierno viene aplicando un fuerte torniquete a las importaciones, para así intentar contener la sangría de reservas

Este cerrojo, que viene ejerciendo con mano dura el titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, lo están padeciendo muy especialmente dos sectores productivos que hasta 2013 eran señalados como los grandes pilares del modelo K: la industria automotriz y la electrónica.

Este cuidado meticuloso ante la escasez de dólares llevó a que durante más de dos semanas las empresas de ambos sectores no pudieran hacerse de divisas para el pago de importaciones.

No sólo eso: el último año, la negativa a entregar billetes verdes llevó a que empresas de estas dos ramas de actividad acumulen una deuda global con filiales y proveedores del exterior de más de u$s3.000 millones, sobre un total de u$s5.000 millones que frenara el BCRA.  

El problema es que, pese a los esfuerzos oficiales, el Central ahora pasó a lidiar con un "enemigo" que parecía estar aplacado pero que, por efecto del atraso cambiario frente a la inflación, está recuperando el impulso perdido.

Son las compras con tarjeta de crédito en moneda extranjera que vienen realizando miles de argentinos, tanto aquellos que viajan al exterior como quienes realizan compras online a través de portales de e-commerce de empresas de tecnología e indumentaria ubicadas fuera del país.

Según datos del BCRA, el saldo promedio por gastos con plásticos en dólares está alcanzando en febrero el nivel más alto de los últimos 15 meses. 

Esto significa que hay que retrotraerse a noviembre de 2013 para encontrar un valor medio superior. 

Además, el registro de febrero implicó una fuerte suba de casi 80% respecto del de junio último y cerca de un 35% en relación con diciembre

Esto sin dudas marca un cambio de tendencia, ya que dichos saldos, luego de más de un año con tasas negativas -producto de la última gran devaluación que propiciara el ministro Kicillof y del alza del recargo de AFIP, que pasó a ser del 35%- están mostrando una fuerte recuperación (ver cuadro). 

Desde Ecolatina vienen advirtiendo que el objetivo de utilizar al dólar como ancla de los precios, en un contexto de "elevada inercia inflacionaria, está exacerbando el atraso cambiario".

"Esto impactará negativamente en la actividad del turismo, al abaratar los viajes al exterior en detrimento de los destinos locales", completaron desde la consultora.

Radiografía del "tarjeteo" 

A lo largo de 2014, pese a que la actividad se desplomara un 40%, los millones de argentinos que cruzaron la frontera le demandaron al BCRA la friolera de u$s6.700 millones, con un fuerte repunte hacia el último trimestre del año, conforme se agudizó el atraso cambiario.

El dato clave es que de ese total el 62% de los consumos que el BCRA financia en concepto de "turismo", correspondieron a compras con tarjeta.

Puesto en cifras, en 2014 la entidad que conduce Vanoli resignó casi u$s4.200 millones a raíz de todos los argentinos que salieron de shopping, ya sea en el exterior como a través de transacciones en los portales de e-commerce.

Apenas el 38% restante se repartió entre los giros que realizaron las agencias de turismo, la compra de pasajes y la venta de "dólar turista" por la ventanilla de AFIP (ver cuadro). 

Lo que genera preocupación entre los funcionarios del BCRA es que el "tarjeteo" fuera del país ya se está moviendo en un nivel cercano a los u$s400 millones mensuales, cifra que equivale a lo que la autoridad monetaria resigna en concepto de "dólar ahorro" y que cuadruplica el monto que el Gobierno se comprometió a darle a las automotrices y que no puede cumplir.  

El agravante es que la mayor parte de esos gastos con tarjeta no están vinculados con la actividad turística.

Un relevamiento preparado por la Asociación de Agencias Argentinas de Viajes y Turismo (Aaavyt) y que fuera oportunamente presentado al Gobierno, reveló que el 80% de todas las compras con plásticos no tienen nada que ver con la actividad.

Por el contrario, según las autoridades de dicha cámara, esos gastos están explicados por compras de bienes de consumo (principalmente tecnología e indumentaria) por parte de argentinos en shoppings y comercios del exterior y no por la adquisición de paquetes. 

No sólo eso: el informe alertó también que las operaciones con plásticos estaban asociadas a fuertes gastos en portales web de Amazon, Apple, eBay y BestBuy, entre muchos otros, para adquirir mayormente productos electrónicos y ropa.

En general, se trata de una maniobra clásica a la que apelan los argentinos al viajar: primero realizan la compra desde el país y luego se hacen enviar los productos al hotel donde se van a hospedar o a viviendas donde residen familiares o amigos.

Cifras de este tenor hace un tiempo habían llegado de manos de los empresarios al despacho del ministro de Turismo, Carlos Meyer. Con estos datos intentaban demostrar que las agencias de viajes no eran las "malas de la película", sino la adquisición de bienes de consumo mediante el pago con tarjetas. Sin embargo, el Gobierno nunca mostró ninguna contemplación hacia el sector. 

Se dispara la "brecha tecnológica" 

Lo que preocupa ahora a los funcionarios es que, conforme se está profundizando el atraso cambiario, mayor es el incentivo por viajar y más se amplían los gastos con plásticos, especialmente en el rubro de la electrónica, sector duramente golpeado en el mercado interno por las restricciones a las importaciones

Si bien los analistas suelen mirar variables como el valor del "dólar tarjeta" versus el "blue" para calcular la conveniencia a la hora de financiarse fuera del país, los argentinos tienen sus propios "termómetros".

Uno de ellos es el de la "brecha tecnológica", que no sólo está dada por el gap de precios entre un mismo producto en el mercado doméstico y en una de las plazas preferidas para hacer shopping, como Estados Unidos, sino también por las diferencias en el nivel de actualización de la tecnología y en la variedad de modelos.

Si se toman en cuenta esos parámetros, los argentinos cada vez están encontrando más incentivos para viajar y adquirir artículos electrónicos fuera del país, tanto por el creciente atraso del tipo de cambio como por las medidas del BCRA tendientes a cerrar las importaciones y que están "barriendo" con la oferta de dispositivos en las góndolas de los comercios.

Un ejemplo de este cuadro de situación es que ya hay equipos marca Apple -que figuran entre los más codiciados- que cuestan más del doble en un local de la Argentina que en un comercio de Miami, incluso pagando el recargo del 35% que fija la AFIP por compras con tarjeta y el correspondiente impuesto aduanero.

En efecto, para comprar una tableta iPad Air con 16 GB de capacidad en un BestBuy de EE.UU. habrá que desembolsar u$s349, un equivalente a $4.600, abonando todos los tributos.

Ese mismo equipo cotiza en algunos de los distribuidores autorizados de la Argentina a $10.000. Esto implica que por un dispositivo similar hay que abonar casi 120% más: 

La diferencia de cerca de $5.400 por una tablet provoca que se diluyan algunas de las ventajas que ofrecen los comercios locales, como el pago en pesos y en cuotas o la garantía.

Un gap similar se puede encontrar en otros productos, como los GPS: la versión NUVI 2597 de Garmin, en la Argentina vale $3.500: 

Sin embargo, ese mismo equipo se puede conseguir en EE.UU. al equivalente de $1.850 si es que se paga con tarjeta (ver imagen), lo que lleva la brecha al 90%. 

En consolas como la PS4 de 500 GB las diferencias también saltan a la vista: el mismo equipo ya está costando en el país el doble que en el mercado estadounidense, incluso declarándolo en la Aduana de Ezeiza.

Además, en el caso de dispositivos más novedosos, como los drones, que tan populares se han vuelto el último año, la brecha crece más todavía: el modelo 2.0 marca Parrot se puede comprar en EE.UU. a casi u$s300, lo que arroja un precio cercano a los $3.550. 

Como contrapartida, en una reconocida cadena de retail nacional, en cambio, no baja de los $8.900, lo que dispara el gap a un 150% (ver cuadro). 

La siguiente tabla permite apreciar las diferencias de precios entre ambos mercados: 

Tras la devaluación de enero del año pasado, las diferencias se habían achicado.

Sin embargo, con una inflación de casi el 40% a lo largo de 2014 y un dólar que luego del salto brusco apenas avanzó 5%, la situación cambiaria volvió a "foja cero". 

Esto provocó un doble efecto: la tecnología se encareció en el mercado interno y se fue abaratando -en términos relativos frente a los salarios- en el exterior. 

El cuadro se agrava al considerar que, a medida que se vayan generalizando los aumentos de las remuneraciones durante este primer trimestre, los argentinos pasarán a tener un mayor poder de compra a la hora de sacar sus tarjetas en el exterior.

A mediados de 2014, por ejemplo, el salario neto promedio nacional equivalía a 930 "dólares turistas" (oficial + recargo del 35%). Ahora, con una mejora salarial prevista del 30% y considerando una cotización del billete verde en los mismos niveles que los actuales, un sueldo medio pasará a rendir casi u$s1.100.

Para los expertos esta tendencia no hará más que potenciar el fenómeno de la microimportación, que tuviera su auge allá por 2012 cuando, según CAMOCA, entidad que reúne a fabricantes de tecnología, los turistas argentinos trajeron en sus valijas casi 1 millón de dispositivos electrónicos.

Esto implicó un 31% más que lo que había producido aquel año el polo de Tierra del Fuego en materia de notebooks, netbooks y tablets (ver cuadro). 

Para los empresarios, las dos medidas que está adoptando el Gobierno (retrasar el tipo de cambio y frenar importaciones) implican un "doble corset" para el mercado tecnológico nacional y un fuerte incentivo para los argentinos de adquirir dispositivos fuera del país.

"Las restricciones para acceder a divisas para el pago de insumos y componentes del exterior está afectando los niveles de stock. Por eso hoy hay menos variedad de equipos que hace un año", apuntó un miembro de la cámara, que pidió estricto off the record.

En tanto, desde AFARTE, entidad que nuclea a fábricas del polo de Tierra del Fuego, confirmaron a iProfesional que el retaceo de dólares por parte del BCRA ya comenzó a demorar la llegada de embarques con partes y piezas fundamentales para la producción de celulares.

"Vamos a empezar a ver faltantes en las góndolas", advirtieron desde la cámara.

La escasez, de hecho, ya se puede palpar: a comienzos de enero de 2014, antes de la devaluación, algunos retailers como Compumundo, ofrecían más de 100 modelos de celulares, con casos como el de Samsung, con un "menú" de más de 50 versiones.

En la actualidad, esa misma cadena apenas tiene a la venta 22 opciones de teléfonos, de los cuales, tan sólo seis son de la marca coreana (ver imagen). 

Pero no sólo hay problemas con el volumen del stock, sino también con la calidad, dado que los modelos que se comercializan a nivel local y se venden como nuevos, en realidad están equipados con tecnología obsoleta.

Así por ejemplo, el último año, la misma cadena de retail amplió la gama de portátiles equipadas con procesadores Celeron (en franca retirada en el exterior), pasando de cinco a nueve modelos.

Como contrapartida, redujo la oferta de equipos más actualizados: mientras que el año pasado había ocho modelos de dispositivos con Core i3 y Core i5, en la actualidad sólo se encuentran cuatro. Ni siquiera hay a la venta equipos con procesadores más poderosos, como el Core i7 (ver imagen).

Así las cosas, el aumento de los gastos con tarjeta en moneda extranjera, una mayor avidez por viajar fuera del país y un "menú" de tecnología cada vez más acotado y obsoleto, en definitiva, son distintas caras de una misma moneda: una polítia oficial que busca privilegiar la estabilidad financiera, aun a costa de afectar la producción local y "desmantelar" el largamente festejado proceso de sustitución de importaciones.

Temas relacionados