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La Cámpora copa el Congreso y Cristina Kirchner pondrá en marcha el contraataque al "Partido Judicial"

Un clima enrarecido precede su discurso. Será una oportunidad de demostrar capacidad de reacción tras los reveses en tribunales y la marcha de los paraguas
28/02/2015 - 11:00hs
La Cámpora copa el Congreso y Cristina Kirchner pondrá en marcha el contraataque al "Partido Judicial"

Es probable que nunca se haya generado semejante expectativa ante un discurso presidencial por la apertura del año legislativo, un acto que, a fin de cuentas, es rutinario en todos los países democráticos y que transitan por carriles más o menos previsibles.

Pero la Argentina de 2015 está lejos de tener un clima político normal, y es por eso que la alocución que hará Cristina Kirchner ha disparado en los últimos días todo tipo de versiones respecto de medidas drásticas y cambios institucionales graves.La palabra "golpe" se ha escuchado con una frecuencia inusitada, y no solamente en boca de los dirigentes kirchneristas -lo cual, a esta altura, ya no resulta sorprendente- sino también por parte de los políticos de la oposición. Elisa Carrió fue la más explícita al respecto: anunció que el domingo Cristina perpetrará un "autogolpe" consistente en un avance contra la independencia del Poder Judicial.

Aseguró, además, que había alertado a varias embajadas respecto del riesgo de quiebre institucional en el país.

Con el tono dramático que ya es su marca registrada, anunció que no concurrirá a la sesión inaugural del año legislativo porque temía por su seguridad personal.

Como es habitual, sus alertas fueron objeto de críticas por parte del oficialismo. Pero las desmentidas no llegaron a disipar del todo el clima enrarecido que precede al discurso presidencial.Entre las versiones que circularon con mayor insistencia en ámbitos políticos y periodísticos, así como en las redes sociales, figuran medidas vinculadas con el funcionamiento de la Corte Suprema.

Concretamente, se habló sobre la posibilidad de una integración del máximo tribunal con mayor número de miembros y hasta del desplazamiento de Ricardo Lorenzetti como titular.

Sobre esta posibilidad se hicieron eco influyentes analistas, como Rosendo Fraga, para quien no es descabellada la posibilidad de un proyecto de ley cuya consecuencia sea la "puesta en comisión" para parte de la Justicia federal."Es posible que se anuncie un proyecto de estas características y que el Congreso lo apruebe. Claro que esto profundizaría el conflicto con el Poder Judicial, porque no creo que se declare constitucional una iniciativa de estas características", observó el politólogo.

En rigor de verdad, no queda muy claro si realmente es factible una propuesta de ese tipo. Para que algo así prospere sería necesario una mayoría legislativa especial, más allá de la conmoción política que podría producirse. De todas formas, la versión circuló con insistencia.

De hecho, lo que le dio visos de verosimilitud fue la propia obstinación kirchnerista en apuntar sus dardos contra jueces y fiscales, a quienes se les atribuye ya no sólo la intención de trabar iniciativas del Gobierno, sino el hecho de provocar una desestabilización política y hasta de erigirse en la vanguardia de la oposición.

Después de la carta en la que Cristina habló de un "Partido Judicial" con intenciones golpistas, otros dirigentes lanzaron críticas más específicamente contra el titular de la Corte Suprema.

"Hay un grupo de tareas desestabilizante, con un general que no lo nombra nadie, que es el general Lorenzetti", dijo el diputado Juan Manuel Pedrini, en una de las frases más duras respecto de un "golpe blando" en marcha.

En tanto, el diputado Edgardo Depetri explicó que la demostración kirchnerista del 1M forma parte de una estrategia oficial para contraatacar la ofensiva del "Partido Judicial".

"Hay una clara maniobra destituyente, un escenario de fabricar causas contra funcionarios y cajonear otras causas importantes que involucran a los grandes empresarios de la Argentina", manifestó el diputado.

Agregó que un objetivo prioritario del Ejecutivo será la reactivación de aquellas que están "cajoneadas", como una denuncia de un ex directivo del banco JP Morgan contra el grupo Clarín por supuesto lavado de dinero.El factor Rafecas en el clima previo

Está claro que, más allá del discurso formal para iniciar el último período legislativo, el kirchnerismo otorga a este día una especial trascendencia política.

Concretamente, se espera que la sesión inaugural sea el contexto en el cual la Presidenta desarrolle su teoría de un movimiento desestabilizador y, al mismo tiempo, exponga medidas a modo de respuesta.

La decisión del juez Daniel Rafecas de desestimar la imputación contra Cristina por la causa AMIA levantó el ánimo de la dirigencia K, pero no alcanzó para descomprimir el pesado ambiente previo al encuentro parlamentario. 

Por el contrario, trajo mayor inquietud, ya que desde la oposición se comenzó a hablar de "condicionamientos" desde el Gobierno para con el magistrado.

En definitiva, que se le aliviaría el hostigamiento por su accionar en el caso Ciccone si, a cambio, en la causa AMIA desestimaba la imputación contra la jefa de Estado.

Una situación rara, dado que de alguna manera subvierte las posturas que había hasta hace pocos días: el oficialismo, que venía hablando de un "Partido Judicial" ahora es el que festeja la decisión de un juez; mientras que la oposición, que animaba a magistrados y fiscales a trabajar sin presiones, es la que sale de inmediato a criticar a un letrado. 

Como sea, el tema judicial estará sobrevolando el discurso de Cristina. Y muchos han recordado que fue justamente en ese ámbito en el que la Presidenta había expuesto, hace dos años, una serie de proyectos de ley para "democratizar" la justicia. En aquella ocasión, la parte medular de su propuesta -como que los miembros del Consejo de la Magistratura fueran electos por voto popular- fue considerada inconstitucional por la Corte Suprema.

Ahora, además, no sólo el tema de la Justicia está en el centro del debate político, sino también el vínculo del Gobierno con los servicios de espionaje, que acaban de ser reformados por la ley que creó la Agencia Federal de Inteligencia.Braden en la elección 2015

El empeoramiento del clima político se hizo evidente hasta en las acreditaciones de los legisladores para asistir a la sesión parlamentaria.

Las medidas de seguridad serán este año más estrictas, lo cual implicará una menor presencia de personal -asistentes, asesores, secretarias, parientes- circulando dentro del Congreso.

"Se informa que, por razones de seguridad, se encuentra restringido el acceso y la circulación por el Palacio del personal que fuera afectado a la asistencia de algún legislador, debiendo el mismo permanecer en la oficina en donde presta servicios", reza el comunicado difundido entre los legisladores.

La seguridad que rodeará a la concentración de público en la plaza del Congreso quedó también en medio de la controversia, al incluir la participación de personal militar.

El detalle no fue pasado por alto por los opositores, que lo aprovecharon para "chicanear" al Gobierno."El 1M los militares tomarán el control de la seguridad y acceso al Congreso. La destrucción institucional del kirchnerismo no tiene límite", afirmó el diputado Federico Sturzenegger, que milita en filas del macrismo.

Pero si hay un factor que contribuyó a que este primero de marzo tenga un clima enrarecido fue la convocatoria a la marcha de apoyo a la Presidenta. 

El kirchnerismo se tomó este tema con tal seriedad que hasta compite en importancia con el propio discurso de Cristina.

La idea surgió prácticamente la misma noche del 18F, cuando se produjo la masiva "marcha de los paraguas" en la que se homenajeó al fallecido fiscal Alberto Nisman.

Dirigentes oficialistas, como Luis D'Elía, habían prometido que el kirchnerismo respondería con una demostración de convocatoria popular más grande que la de los críticos del Gobierno.

De manera que, a esta altura, la comparación de la asistencia a ambos actos se transformó en un tema político con importancia propia.

Es que, al fin y al cabo, si algo quiere demostrar el kirchnerismo es que, contrariando las predicciones de su decadencia, sigue siendo un movimiento político dispuesto a dar pelea incluso en el final del mandato.

Es, además, una ratificación de que Cristina, lejos de sufrir el síndrome del "pato rengo" que caracteriza a los presidentes en la fase final de sus períodos, sigue siendo la protagonista principal de la escena política.

El mensaje es hacia fuera pero también hacia la interna, porque supone la confirmación de su liderazgo.Bajo esa lógica, cualquier inasistencia al acto por parte de un dirigente político oficialista, sea grande o un puntero del conurbano, sea candidato o no, será considerada una falta imperdonable.

De hecho, hay que remontarse a la pelea con las agremiaciones del campo en 2008 para encontrar un momento comparable, en el que el kirchnerismo haya decidido hacer una demostración gigantesca a modo de respuesta ante lo que considera una agresión o un desafío a su poder político.Entre los eslóganes con los que se convocó a la militancia llamó la atención uno que reza "Ningún Braden más".

La referencia histórica es al embajador estadounidense Spruille Braden quien, en los años '40, se enfrentó duramente con Juan Domingo Perón.

El eslogan toma, por un lado, el argumento de Cristina Kirchner en el sentido de que existe una injerencia de la embajada estadounidense en las causas judiciales que afectan al Gobierno.

Y, además, busca recrear el clima social característico de aquellos tiempos, en el cual el peronismo tuvo éxito en aparecer como defensor de los derechos nacionales frente a los intereses de potencias extranjeras.

Como ha constatado Cristina durante toda la saga de los "fondos buitre", condimentar el relato con la crítica a Estados Unidos siempre es una estrategia rendidora desde el punto de vista político.

Pero, sobre todo, lo que queda en claro es que, ahora más que nunca, el kirchnerismo apuesta a la polarización. El "nosotros y ellos" que caracterizó en las últimas semanas a la retórica de Cristina, busca una conexión con el histórico "Braden o Perón".

Una estrategia con su lógica, pero que también despierta un fárrago de críticas irónicas en las redes sociales, por su empecinamiento en anclar al país en la década de 1940.La jugada finalCristina Kirchner decidirá, finalmente, si transita el camino "tradicional" de hacer un balance de su gestión poniendo sus características comparaciones estadísticas sobre la mesa o si, por el contrario, prefiere provocar un hecho político que altere el panorama en la fase final de su mandato.

El escaso tiempo por delante y el calendario electoral conspiran contra la posibilidad de que pueda prosperar una ofensiva legislativa de peso.

En el ámbito parlamentario, las grandes batallas parecen haber concluido.

El Gobierno tuvo su mayor revés con el intento de reforma de la Justicia. Y se anotó victorias como la Ley Terrorista y la de Abastecimiento, así como con la reforma del Código Procesal.

Todo dependerá de la imagen que Cristina Fernández de Kirchner quiera dejar en su último mensaje que dará al país desde el Congreso.

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