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Efecto Del Sel: Macri cruza la General Paz a paso ganador pero asoma riesgo boomerang en su estrategia

Las primarias de Santa Fe y Mendoza demostraron que pudo trascender los límites de Capital. Pero, tiene un largo camino para captar al votante progresista
21/04/2015 - 10:03hs
Efecto Del Sel: Macri cruza la General Paz a paso ganador pero asoma riesgo boomerang en su estrategia

Lo que ocurrió el domingo pasado en Mendoza y Santa Fe trascendió largamente la situación interna de dos provincias grandes: se consolidó definitivamente la sensación de que hay una oposición no peronista con chances de disputar la presidencia en octubre próximo.

El gran ganador de la jornada, naturalmente, fue Mauricio Macri, que logró romper la percepción de que, por su falta de estructura partidaria, su influencia quedaría limitada al ámbito porteño, sin posibilidades de dar pelea a nivel nacional.

Es algo que no habían logrado otras figuras opositoras de alto impacto mediático y de fuerte influencia en Capital por tener grandes dificultades para hacer pie en las provincias. Les ocurrió en los ’90 al Frepaso y, más cerca en el tiempo, a Ricardo López Murphy, a Elisa Carrió y a Roberto Lavagna.

Pero en Mendoza y Santa fue quedó probado que las aspiraciones de Macri son legítimas

En esta segunda provincia, con Miguel Del Sel, quedó en la “pole position” para tener su primera gobernación además de Capital y de hacerlo con un candidato “puro” del PRO.

En la primera, quedó reforzado el argumento de quienes promovían la alianza entre Macri y la Unión Cívica Radical: el candidato Alfredo Cornejo es el casi seguro gobernador, al haberle sacado cinco puntos de ventaja a todos los postulantes peronistas sumados.

Lo ocurrido en Mendoza supone una suerte de “resurrección” de la UCR, además de un primer test sobre cómo el electorado tradicional de ese partido tomaría el acuerdo con Macri.

Un eufórico Ernesto Sanz –mendocino, además de pre-candidato presidencial- afirmaba luego de conocerse el resultado electoral: “No descarto que los resultados provinciales consoliden la construcción de un frente opositor nacional”.

Lo de Mendoza, claro, es también un triunfo de Macri, quien puede presumir con un razonable grado de certeza que los votos de Cornejo lo acompañarán en la elección presidencial.

Pero, por si algún condimento faltaba para que se recibiera de postulante serio, hubo un detalle importante en el escenario a la hora de los festejos: la presencia de Carlos Reutemann.

El ex gobernador santafecino venía dando desde hacía tiempo “guiños” al partido de Macri, si bien lo del domingo ya lo consagra formalmente como un aliado de peso. Por un lado, puede constituir la “pata peronista” que toda fuerza con aspiraciones de poder quiere tener.

Además, el propio Reutemann, no cerró las puertas a una candidatura, lo cual abona las versiones en el sentido de que podría figurar como vicepresidente en la boleta del PRO.

En definitiva, Macri logró un “quiebre” en el clima que venía instalándose en el panorama político: cierta percepción respecto de que su partido estaba llegando a su techo en intenciones de voto, al tiempo que la figura de Daniel Scioli se alejaba en el liderazgo de las encuestas.

La dificultad del “relato” para ocultar la derrota
En la vereda de enfrente, fue evidente el contraste del kirchnerismo derrotado, que apenas una semana antes había festejado con euforia la contundente victoria de Juan Manuel Urtubey en Salta.
En aquel momento, la sensación era que los precandidatos presidenciales del Frente Para la Victoria pugnaban por apropiarse de ese triunfo y por estar cerca del gobernador a la hora de la foto.
Así, Scioli se entusiasmaba con que la victoria de su “pollo” era un preludio de lo que seguiría en el resto del país: "Lo que se ha expresado en Salta es lo que siento que, a nivel nacional, vamos en camino; a que el pueblo argentino vote en ese mismo sentido, lo previsible, lo confiable, lo superador, el futuro sobre el pasado, en definitiva".
Mientras el ministro Florencio Randazzo, intentando llevar agua para su molino y, en forma simultánea, ongraciarse con la Presidenta, interpretaba el resultado salteño como una demostración de que “la gente reconoce la recuperación de los ferrocarriles, la vuelta de Aerolíneas, la nacionalización de YPF y las jubilaciones".
Pero el oportunismo no se agotó en los pre-candidatos, sino que alcanzó a la propia Cristina Kirchner, que invitó a Urtubey a la residencia de Olivos para compartir su momento triunfal.
Qué distinto fue este último domingo. Confirmando la famosa máxima de Eduardo Duhalde –“a diferencia de la victoria, que tiene muchos padres, la derrota es huérfana”-, ni en Santa Fe ni en Mendoza se vio a los presidenciables kirchneristas arrimarse a los bunker de los candidatos derrotados.
Lo cual, claro, no implica que esto se haya vivido como una situación trágica. Primero, porque las encuestas habían pronosticado aproximadamente lo que luego ocurrió. 
Pero, sobre todo, porque en el oficialismo sigue vigente el principio de no renunciar nunca al “poder del relato”. De manera que, lo que pueda leerse como una derrota en las urnas, pase a ser re-significado como un avance político.
Así, el jefe de Gabinete –y también pre-candidato-, Aníbal Fernández, se las ingenió para minimizar la gravedad del revés electoral.
En relación con Mendoza, ironizó sobre una alianza en la que “se juntaron los radicales con los gansos”. Y trató de transmitir optimismo respecto de que el oficialismo pueda retener el poder en la provincia.
“Se suponía que la diferencia iba a ser de un impacto fenomenal, pero finalmente es de 5 puntos: 45 a 40”, dijo Fernández para referirse a los votos que obtuvieron en conjunto los candidatos del Frente para la Victoria, Adolfo Bermejo, Gustavo Carmona y Mariano Roby. 
“Así que estamos en condiciones de discutir con seriedad la gobernación de Mendoza”, fundamentó.
En cuanto a Santa Fe, calificó como “empate técnico” la ventaja menor a un punto porcentual que Del Sel obtuvo respecto de los dos candidatos socialistas.
"Detrás venimos nosotros con el 22% de los votos, un porcentaje interesante que tiende a sumar y a mejorar la participación por la buena performance de Omar Perotti”, argumentó.
Escenario poco amable
En realidad, la posibilidad kirchnerista de dar pelea en Mendoza es vista como muy difícil por parte de los analistas, dado que consideran que no resulta factible que todos los votos peronistas puedan cohesionarse, sino que habrá fuga hacia el candidato radical.
En cuanto a lo ocurrido en Santa Fe, es cierto que es escueta la ventaja de Del Sel, pero lo que no cuenta Fernández es que la condición necesaria para que los socialistas le ganen al PRO es que haya una “ayuda” del Frente Para la Victoria.
Es decir, el objetivo de derrotar a Macri va en detrimento de la propia candidatura peronista de Perotti. Que, por otra parte, no representa al “cristinismo puro” sino más bien a la postura moderada de Scioli.
El analista Artemio López, uno de los más influyentes politólogos y encuestadores cercanos al kirchnerismo, se queja de que los medios de prensa han magnificado la derrota del FPV en Santa Fe y Mendoza.
Argumenta que no hay tanta diferencia entre los resultados que el oficialismo había obtenido en la campaña de 2011 respecto de los que logró el domingo pasado.
“El dato es claro: el kirchnerismo conserva niveles de adhesión similares a los de 2011 cuando las elecciones son ejecutivas, lo que demuestra que la teoría del fin de ciclo forma parte del relato de los medios que eligieron a Macri como su candidato”, apunta López. 
Y completa: “Al mismo tiempo, el voto K es más sólido que el opositor y con mayor identificación partidaria; se trata de un sufragio positivo y no ‘anti’ como el que se registra en el antikirchnerismo”.
También otro analista influyente, Jorge Asís, descree de los diagnósticos sobre un “fin de ciclo” y los atribuye a una expresión de deseo por parte de la clase media que rechaza la figura de Cristina Kirchner más que a un dato de la realidad.
“La oposición al cristinismo es demasiado frágil. Si se la compara, sobre todo, con el sentimiento rencorosamente opositor que anida en sectores decisivos de la sociedad”, señala Asís, quien recuerda que los intendentes del conurbano bonaerense nunca bajan de un piso de 27 puntos.
Sin embargo, estos análisis parecen pasar por alto un factor que diferencia esta campaña de las anteriores: ahora hay en la oposición una tendencia a evitar la atomización, es decir, a fomentar la suma de sus muchas partes.
Santa Fe y Mendoza –donde el candidato ganador recibió, además, el apoyo de Sergio Massa- dan una prueba contundente al respecto.
En paralelo, no resulta tan seguro que el voto kirchnerista pueda mantenerse cohesionado, en la medida en que la gran figura aglutinadora, Cristina Kirchner, no podrá postularse, lo cual deja liberadas las tensiones internas entre los defensores del “modelo” y los moderados de Scioli.
Los desafíos de Macri
Sigue faltando mucho, por cierto, pero Macri demostró que está en la carrera presidencial. 
Algo que no puede decirse todavía sobre Sergio Massa, el gran derrotado de esta primera etapa de las primarias.
Claro que Macri tiene varios desafíos por delante para poder consolidar esa imagen. 
Por lo pronto, le espera la elección porteña. Y si bien se da por descontado que el PRO será la fuerza más votada, podría llegar a leerse como una derrota personal un escenario en el cual la candidata “rebelde” Gabriela Michetti se impusiera sobre Horacio Rodríguez Larreta.
En todo caso, lo que se pondrá a prueba de darse este escenario es si Macri tiene, como Cristina, la habilidad para transformar los reveses en oportunidades de recuperación.
Como afirma el politólogo Rosendo Fraga: “Si piensa en la campaña presidencial, lo va a ayudar más recorrer el país con Michetti, como jefa de Gobierno porteña electa. Pero si en cambio está pensando en el control que va a tener sobre el PRO, entonces le va a convenir el triunfo de Rodríguez Larreta”. 
Más adelante, habrá desafíos mayores. Por ejemplo, ganar efectivamente la elección de Santa Fe, sin que la figura del “Midachi” Del Sel se transforme en un arma de doble filo.
No es que el hecho de provenir del ámbito artístico sea, de por sí, un déficit. A fin de cuentas, se ha visto a Palito Ortega como gobernador de Tucumán. 
Pero en el caso de Del Sel todavía no se percibe la solidez de un gobernador que domine la complejidad de la tercera provincia más importante del país. 
En el festejo del domingo, cuando tenía la oportunidad de mostrarse ante un auditorio nacional, dio una imagen muy pobre, sin ser capaz de articular una idea política.
De hecho, la gran “amenaza” que viene realizando el socialista Miguel Lifschitz consiste en invitar a Del Sel a un debate televisivo.
Macri ganó apenas un round, el de demostrar que puede jugar a nivel nacional. 
Ahora le falta terminar de seducir a un electorado al que no le alcanza solamente con su postura anti-kirchnerista, sino que necesita ver una propuesta que supere la estética frívola de los ’90. Esa misma que le “daba asco” a Fito Páez.

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