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La intimidad del búnker K: cómo Recalde quiso disfrazar la derrota de "triunfo"

El candidato del Frente para la Victoria se justificó con que arrancó más tarde que el resto de candidatos, y prometió pelear por un lugar en el ballotage
27/04/2015 - 10:42hs
La intimidad del búnker K: cómo Recalde quiso disfrazar la derrota de "triunfo"

El kirchnerismo volvió a echar mano al relato y buscó convertir en una victoria algo que a todas luces fue una derrota.

El gobierno nacional no logró ninguno de los objetivos que se había planteado; de máxima, superar a Martin Lousteau con Mariano Recalde; y de mínima, volver a ser la segunda fuerza en la Ciudad.

Un observador neutral, ajeno a la política argentina, que hubiera participado del bunker K en el teatro NH Tango hubiese dado de seguro como ganador al titular de Aerolíneas Argentinas. Pero resulta que salió cuarto, aunque igual cuando salió a hablar prometió entrar al ballotage.

De hecho, una gran porción de los militantes que estuvieron en el teatro se llevaron una desagradable sorpresa cuando, pasada la medianoche, volvieron a sus casas y vieron a su candidato lejos, bastante lejos, en los números.

Es que en el bunker del FpV la euforia por participar de la elección ocultaba los números que iban llegando con el conteo oficial. "Ganamos y con tres semanas de campaña", dijo un inocente militante de La Cámpora, no tan joven como el resto de sus compañeros. El desconocimiento de las cifras era total.

El propio Recalde utilizó la misma justificación: "Arrancamos más tarde" que el resto de los candidatos, dijo una vez que subió al escenario.

No hubo un solo reconocimiento a la fuerza ganadora, el oficialismo distrital que arañaba el 50 por ciento. Ni al candidato de la segunda fuerza, ECO, Martin Lousteau.

Lejos de un clima de derrota, en Cerrito al 500 era difícil encontrar caras largas, salvo la de algún presidenciable cuando comenzó el acto, y el clima general fue festivo y de victoria.

A las seis de la tarde, cuando cerraron los comicios, comenzaron los bombos y los cantitos de la hinchada, que no se apagaron hasta cerca de las once de la noche, en que terminó el evento.

Los chalecos de UPCN eran los que contenían al público y la prensa, en la entrada del lujoso hotel porteño. Mientras que adentro mandaba el ejercito de La Cámpora, que contralaba el contacto con la prensa y la organización general de las ubicaciones en el teatro.

Banderas del PCCE, el partido comunista ultra K, el brazo universitario Munap, la JP provincia de Buenos Aires, el Peronismo Kirchnerista, la Junta Vecinal de la villa 21 24, eran los que copaban la entrada, como "soldados del pingüino". Adentro, no había tanta bandera y era la agrupación preferida de Cristina la más concurrida, aunque había algunas remeras de la corriente Martin Fierro, Nuevo Encuentro, Los Irrompibles, entre otros.

A las siete empezaron a llegar los protagonistas. Uno de los primeros en hablar, sin todavía información oficial, fue Juan Cabandié, que martilló en la "unidad" del espacio y después buscó en el escenario a Recalde para darle un abrazo, ante tanto rumor de interna entre ambos dirigentes de la "orga". Juntos llegaron Carlos Kunkel, Julián Domínguez y Roberto Feletti.

A las diez de la noche, cuando ya habían salido a hablar los protagonistas del PRO y de ECO, en el bunker K todavía había silencio oficial, aunque en el publico seguía la euforia y el sonidista puso Ji Ji ji, de los Redonditos de Ricota.

Quince minutos después, aparecieron los candidatos en el escenario. Los siete - Recalde, Anibal Ibarra (al que le silbaron el video de presentación), Carlos Heller, Gabriela Cerruti (que le ganó la interna a Heller), Gustavo Lopez, Carlos Oviedo y Victor Ramos-, fueron escoltados por los presidenciables y los candidatos a gobernador, junto con dirigentes de la Ciudad y candidatos a la Legislatura, según relata La Opinion Online.

Se agruparon en dos tandas. Por un lado Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Florencio Randazzo, Agustin Rossi, Jorge Taiana, Amado Boudou y Carlos Zanini. En el otro grupo, los camporistas Andres Larroque, Cabandie, Wado De Pedro, Jose Ottavis, Axel Kicillof, además de Victor Santa Maria, Gabriel Mariotto, Abal Medina y Antonio Calo.

En segunda fila estaba Sergio Berni, Teresa Parodi, Carlos Castagnetto, Julian Dominguez, Diego Bossio, Patricio Mussi, Fernando Espinoza. También Feletti, Martín Sabbatella, que al principio apareció de un lado y después lo mandaron al otro. Estaba también Daniel Filmus.

El Cuervo, Kicillof y Santa María fueron los mas empáticos con el público. Mussi tiraba paredes con ellos desde el otro sector, más serio, de los presidenciales.

A Scioli no se lo vio muy exultante, pero tampoco eso es una sorpresa. Debió incorporarse de la silla de mala gana cuando la militancia cantaba "el que no salta es de Clarín", y uno le gritó "levantate Daniel". Vestía de modo informal, con jeans y zapatillas, camisa y saco abierto.

Así estuvieron cantando y "festejando" diez largos minutos. Donde las expresiones de los presidenciables fueron eufóricas en algún momento, desencajadas en otro, y neutrales después. A las diez y veinticinco salió Recalde; detrás suyo se ubicó Carlos Tomada, el primer legislador, relata el sitio especializado.

El "poco tiempo" en que se desarrolló la campaña del titular de Aerolíneas fue un lugar común entre los comentarios del bunker. El propio Recalde lo resaltó al buscar cierta justificación a la derrota.

"Tenemos la certeza de que tarde o temprano va a haber un cambio en la ciudad. Tenemos el tiempo y la paciencia" para eso, dijo Recalde, reconociendo la derrota.

"Arrancamos más tarde", se justificó después. Y se planteó el desafío de "entrar al ballotage", para lo que "convoco a todos los porteños".

Hubo palos para Lousteau, de ahora en adelante uno de sus principales rivales, cuando Recalde sugirió que "no somos una alternativa testimonial", y que el kirchnerismo "no se reconoce con la gestión del PRO ni quiere parecerse a ella".

Recalde reclamó por "un gobierno que termine con las villas y los asentamientos, que baje la mortalidad infantil". Y sostuvo que "el PRO no tiene corazón para ocuparse de eso". Lo tildó de "gobierno inhumano".

En diez minutos, el hombre de Cristina en la Ciudad liquidó un discurso que muchos esperaron por largas cinco horas. Con cierta fuerza al final, aseguró que "estamos construyendo una alternativa, con paciencia y mucho amor".