iProfesionaliProfesional

La estrategia para el dí­a después: Scioli se prepara para neutralizar avance de La Cámpora en el Congreso

Inversores, analistas y empresarios quieren saber si el kirchnerismo tendrá éxito en su plan para "copar" el Congreso con legisladores leales a Cristina
01/07/2015 - 22:20hs
La estrategia para el dí­a después: Scioli se prepara para neutralizar avance de La Cámpora en el Congreso

Quienes apostaban que la estrategia de Cristina Kirchner para su etapa post-presidencial consistiría en basar su influencia política en un Congreso "leal" tuvieron en estos días las primeras señales confirmatorias.

En cadena nacional, la Presidenta mostró un inédito fervor parlamentario, después de haber gobernado ocho años con "superpoderes".

En un acto desde La Pampa -en el marco de la inauguración del nuevo laboratorio químico de Fabricaciones Militares en Villa María-, destacó que gracias a la aprobación de una ley será imposible privatizar, por decreto, las instalaciones de esa institución del Ejército.

"Cuando se pone en juego el corazón de la ciencia y la tecnología, el corazón del desarrollo del país, el progreso y adelanto no pueden estar a tiro de un decreto, tienen que pasar por el Congreso para ser discutido por todas las fuerzas políticas", señaló.

La afirmación, a primera vista, puede parecer obvia: salvo en casos de necesidad y urgencia, ninguna ley puede ser suspendida por un Presidente.

Pero, dicha por Cristina y en esta circunstancia, implica todo un mensaje político que debe leerse entrelíneas: en el próximo Gobierno, ningún tema importante podrá ser decidido a espaldas del Congreso.

Mientras Cristina hacía esa afirmación, las siempre atentas cámaras de la TV pública "poncharon" un primer plano de Scioli, con gesto adusto, mientras a su lado Carlos Zannini sonreía y aplaudía.

¿La Cámpora será un Tea Party? En estos días se entiende mejor la frase del diputado Carlos Kunkel, quien había adelantado que "los legisladores nacionales vamos a darle la gobernabilidad que merezca a quien ejerza el Poder Ejecutivo". 

Lo que todavía no está tan claro es cuán alta es la probabilidad de tener éxito en ese intento. En especial, si las urnas terminan consagrando a Scioli.

Las opiniones parecen divididas: mientras que algunos creen que la Argentina no dejará su esencia presidencialista, otros sostienen que, efectivamente, Cristina tiene armas para "trancar" iniciativas en el Congreso.

Entre los escépticos sobre la autonomía que tendrá un eventual Scioli presidente se ubica el politólogo Marcos Novaro, quien afirma que se puede quebrar la tradición de que los vicepresidentes juegan un papel irrelevante.

"Nuestras tradiciones valen poco. Esa la rompió el mismo Scioli cuando para sellar el acuerdo asistió presuroso al despacho de Zannini: ¿seguirá siendo así su postura, si éste llega a presidir el Senado?", se pregunta el analista.

También opina en esta línea Jorge Asís quien, con su característico estilo florido, describe cómo el "peronismo vegetal" se resignó a ser "copado" por La Cámpora, cuyo verdadero ideólogo y conductor es Zannini.

"A partir de 2016 será el turno de la sumisión. La transformación total. Lo que no lograron los Montoneros, con el entrismo trágico de los 70, lo consigue Zannini", observa Asís.

Entre los más elocuentes que anticipan el riesgo de un "copamiento" parlamentario figura el economista Dardo Gasparré, quien cree que el futuro presidente será víctima de la consigna por mayor republicanismo, porque el negocio kirchnerista es, precisamente, convertirse ahora en el adalid de la división de poderes.

"El arreglo de la deuda, la toma de deuda nueva, el Presupuesto, los impuestos, los tratados, la designación de jueces, los juicios políticos y muchas cuestiones que tienen que ver con la reducción del gasto deberán pasar por el Congreso", señala Gasparré.

Él es de los que ve como altamente probable que el futuro Presidente ya no cuente con los "superpoderes" que disfrutó Cristina.

Más aun, vaticina que el kirchnerismo en su fase parlamentaria se comportará como el famoso Tea Party de Estados Unidos. Es decir, como un bloque poderoso que se dedicará a sabotear las iniciativas gubernamentales.

Las razones de la economíaNo todos los analistas están convencidos de que la presencia de dirigentes de La Cámpora en el Congreso sea sinónimo de boicot a un eventual gobierno sciolista.

Si bien es cierto que estará Axel Kicillof ejerciendo influencia -tal vez presidiendo- en la comisión de presupuesto de Diputados, no necesariamente ello debería implicar un condicionamiento al futuro Poder Ejecutivo.

Por el contrario, hay quienes creen que habrá una primera etapa en la que el kirchnerismo vería con agrado el hecho de que Scioli pague el costo político de un inevitable ajuste.

"La Presidenta es consciente de que la economía presenta vicios y distorsiones que demandarán medidas antipáticas para la sociedad", afirma el economista Federico Muñoz.

Y añade: "Por ello, Cristina y Zannini no pondrán reparos a que Scioli designe una nueva conducción económica y permitirán un giro en la gestión".

En tanto, el titular de la Cámara de Importadores, Diego Pérez Santisteban, afirma que una cosa es que Scioli pueda representar continuidad desde el punto de vista político, pero otra muy distinta es que pueda asegurarla en materia económica, ya que hay correcciones que serán impostergables.

"Sus equipos técnicos se están preparando ante la necesidad de avanzar en ajustes que serán inevitables", afirma el empresario, que no tiene dudas respecto a que sobrevendrá una futura devaluación.

Hay motivos para pensar que estas posturas tienen fundamento. A fin de cuentas, el kirchnerismo ya venía previendo esta situación desde hace un buen tiempo.

Según relata Martín Granovsky, cuando Néstor Kirchner planeaba la oferta electoral para 2011 le había comentado a su círculo íntimo: "Este es un espacio con muchos compañeros. Si esto anda bien, en el 2011 será Cristina o seré yo. Si hay que corregir algo, tenemos a Daniel". 

Efectivamente, el momento de corregir llegó. Y está Daniel.

De víctima a usuario de la billetera En todo caso, aun suponiendo que Cristina esté efectivamente dispuesta a entorpecer un gobierno sciolista, lo que importa es saber cuál será la actitud a adoptar por el propio Scioli.

Y es aquí donde entra a jugar el factor de la "cintura política" que pueda determinar realineamientos.

Esto podría implicar, por ejemplo, un quiebre del bloque peronista en dos facciones, una leal a Cristina y otra leal a Scioli que se pueda ir armando con el paso del tiempo.

La historia reciente ha dado muchas muestras en ese sentido. A fin de cuentas, ya pasó -primero con Carlos Menem y luego con Néstor Kirchner- que un Presidente logró ganarse la fidelidad de legisladores que durante la campaña no habían demostrado gran entusiasmo por la figura del candidato.

Esos realineamientos, en general, no son por amor, sino por la billetera presidencial. Resulta difícil pensar que haya gobernadores provinciales dispuestos a una confrontación abierta con el Poder Ejecutivo.

Menos en los casos en los que la masa salarial depende más del Estado que del sector privado.

En este sentido, cobra relevancia una investigación de Federico Muñoz que demuestra que en Formosa, Catamarca, Chaco, Jujuy, La Rioja, Corrientes y Santiago del Estero, es la billetera oficial la que paga la mayoría de los sueldos.

Y si alguien sabe en profundidad cómo un Gobierno puede hacer transpirar a un gobernador, ese es precisamente Scioli, que sufrió el "topeo" del Fondo del Conurbano, progresivamente licuado por la inflación.

Lo cierto es que, a contrapelo del "federalismo fiscal" que reivindica la Presidenta, los números muestran que es creciente el monto que el Gobierno central maneja discrecionalmente, en comparación con el que se coparticipa.

Un informe de la fundación Idesa señala que en una década la presión impositiva aumentó del 18% al 26% del PBI. Sin embargo, sólo uno de cada cuatro pesos que ingresaron a las arcas fiscales fueron distribuidos automáticamente a las provincias. Las tres cuartas partes quedaron para el Gobierno central.

Scioli, después de haberlo sufrido en carne propia, sería el heredero de este esquema de poder que otorga la billetera presidencial.

Realineamientos y freno a la militancia Es razonable pensar que un porcentaje importante de legisladores -sobre todo los de provincias altamente dependientes del auxilio financiero central- piensen dos veces antes de adherir a un plan de sabotaje contra Scioli.

Es cierto que Cristina, con astucia, logró que las candidaturas legislativas de las provincias fueran ocupadas por gente de su confianza. Pero también es verdad que esas lealtades suelen encontrar un límite.

El kirchnerismo aprendió esto durante el conflicto con el campo por las retenciones a la soja. Allí, ante la disyuntiva de mantenerse leales al Gobierno o a los productores de sus provincias, hubo una fuga de votos que llevó a la derrota kirchnerista en el Senado.

Lo cierto es que sería un error considerar que todos los legisladores electos por el Frente Para la Victoria vayan a comportarse de manera homogénea.

Los conteos preliminares apuntan a que aquellos que son "camporistas" podrían ser unos 30, cifra que podría duplicarse si se contabilizan otros aliados del "kirchnerismo duro". Sin dudas, es un bloque influyente, pero la Cámara tiene 257 diputados y el Senado 72 miembros.

Un detalle de los últimos días prueba que Scioli ya está pensando en las relaciones con el futuro Congreso.

Cuenta con un aliado,  el salteño Juan Manuel Urtubey que, por cierto, ya  está recorriendo el país en búsqueda de alianzas peronistas para el "día después".

Además, tampoco hay que subestimar la posibilidad de una negociación -ante un eventual Scioli presidente- con los opositores que inmediatamente puedan transformarse en aliados.

Ya le pasó al propio gobernador bonaerense, quien en la legislatura contó con la ayuda de su anterior rival electoral, Francisco de Narváez, cuando Scioli sufrió por el "fuego amigo".

No es descabellado pensar entonces que si gana la elección pueda sondear desde el primer día un acuerdo parlamentario con el PRO, con la UCR y con el sector de Sergio Massa.

A fin de cuentas, como se encargó de machacar el malogrado Randazzo, no hay tantas diferencias ideológicas entre él y los candidatos de la oposición.

Y, finalmente, nunca hay que descartar que se repita otro clásico argentino. Es decir, que ante un escenario complicado en el Congreso, Scioli se deje tentar por la vía de gobernar mediante decretos, superpoderes y otros artilugios. No le han faltado maestros en este sentido.

Temas relacionados