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¿Hay "vinos extremos"?: Altupalka lo demuestra desde una altura a la que pocas llegaron
02/07/2015 - 21:05hs

Altupalka significa “Valle alto” en lengua quechua. Y vaya si es alto: la finca principal del proyecto está ubicada a unos 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. 

Más precisamente, se emplaza en Tacuil, a 40 kilómetros de Molinos, una pequeña localidad salteña emplazada a 300 kilómetros de la capital de esa provincia pero que, por ser un camino sinuoso, requiere de más de cinco horas de viaje en auto. 

Si ir por turismo es toda una aventura, levantar un viñedo es un acto de templanza

Actualmente, una bodega ya está trabajando con viñedos a 3.100 metros de altura pero el proyecto todavía está en fase experimental y los vinos, por el momento, no están disponibles comercialmente. 

De modo que Altupalka hoy por hoy es la bodega argentina más extrema en términos de altura y que tiene al menos una etiqueta en las góndolas. 

“El proyecto es un poco una locura, pero tiene una dosis de prudencia”, relata Alejandro Martorell, ingeniero de profesión y que un poco por casualidad se encontró con el mundo del vino. 

“No pensaba dedicarme a esta industria. Siempre me había gustado el Valle de Cafayate y la idea era, una vez retirado, tener una pequeña finca y tener algo chiquito, para darme un gusto personal”, explica. 

Sin embargo, un día recibió la noticia de que se vendía una porción de un campo en Tacuil, un lugar tan difícil e inaccesible como imponente. Y empezó a escribirse la historia. 

“Cuando visité la finca, me di cuenta de que no sólo podía hacer vinos. Sino que iba a tener la oportunidad de jugar en primera”, acota Martorell. 

Las características del suelo eran óptimas: suelos graníticos y arenosos, muy pobres, regados por agua de deshielo con bajo contenidos de sales. Y, otro factor clave y determinante: la altura extrema.

El primer problema fue levantar el viñedo: los camiones debían frenar 10 kilómetros antes, con los troncos, los rollos de alambre y las plantas, y pasarlos a camionetas más chicas con las que sí se podían acceder a la finca. 

Todo el proceso, que se vio demorado por una importante mortandad de viñedos, comenzó en 2007 y finalizó en 2011. Cuatro años de puro esfuerzo. 

Y ahí empezó a escribirse la historia: en un inicio, realizaron ensayas con diversas cepas, como Pinot Noir, Merlot, Tannat, Chardonnay, Malbec y Sauvignon Blanc. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. 

Las dos cepas que se adaptaron y rindieron en esas condiciones tan particulares –luego de ensayos y largas degustaciones a cargo del reconocido Roberto de la Mota, que todavía es el asesor enológico- fueron Malbec y Sauvignon Blanc. 

La segunda etapa de la historia se comenzó a escribir en Cafayate, donde Martorell adquirió una segunda finca subiendo a Yacochuya, a 1.750 metros sobre el nivel del mar.

Claro que allí también necesitaron de templanza y de una dosis de paciencia: “Las piedras que encontramos allí eran enormes. Era un campo que parecía imposible de cultivar. Teníamos dos opciones: resignarnos y plantar como pudiéramos o sacar todas las piedras. Y optamos por esto último”, rememora Martorell. 

Sacamos cientos y cientos de camiones cargados con piedras. Fue un esfuerzo sobrehumano que duró más de dos años”, recalca, tal vez el mismo no creyendo el proyecto que llevó adelante. 

Los vinosAltupalka hoy cuenta con tres etiquetas: un Sauvignon Blanc con uvas de Tacuil, un Malbec que conjuga ambas fincas y un “Malbec Extremo” que proviene del viñedo de altura. 

El proyecto, sin dudas, es de muy baja escala: vio la luz en términos comerciales en 2010, con apenas 1.000 botellas. Y actualmente los volúmenes tampoco son elevados: entre los tres ejemplares, la bodega está alumbrando unas 31.000 botellas. 

Las características de las tres etiquetas son las siguientes: 

Altupalka Sauvignon Blanc 2013 – Precio sugerido: $168

Este blanco ofrece un manual abierto de lo que es técnicamente la nota de espárragos. En nariz acompañan toques herbáceos y trazos de frutas blancas, redondeando una nariz intensa. De ataque amplio, en boca se luce por su oleosidad y sus aromas tropicales y cítricos. La acidez está contenida, logrando un vino fresco, equilibrado y amigable

Altupalka Malbec-Malbec 2013 – Precio sugerido: $240 

A nivel enológico, la mayor altura es sinónimo de menor temperatura y mayor amplitud térmica, lo que permite que la fruta madure de manera lenta y progresiva.  Las noches bien frías, generan que las plantas ralenticen el consumo de nutrientes, que quedan en los granos, lo que redunda en una mayor concentración de aromas y sabores.

Y esto, claramente se ve plasmado en la copa: paleta rica en notas de frutos rojos maduros, como cerezas y frambuesas y un intenso colchón especiado, de la mano de una pimienta negra intensa. Con los minutos, desarrolla una llamativa nota a comino. Es largo y de andar graso. Los taninos muestran una saludable madurez y firmeza, con ese clásico perfil “gordo” y dulzón. La acidez es equilibrada y el medio de boca es un premio a los sentidos, con una explosión de frutas rojas. Es un vino sin interferencias, de aromática intensa y limpia, con todo el carácter salteño. 

Altupalka Malbec Extremo 2011 – Precio sugerido: $480 

A partir del viñedo ubicado a 2.600 metros sobre el nivel del mar y bajo un esquema de alta densidad, el enólogo logró un tinto de alto impacto, con una fruta roja confitada potente en nariz, que suma toques balsámicos –como orégano y laurel- y que luego se complementa con trazos de tabaco y vainilla. En boca ataca intenso, con una gran amplitud y fluidez total. Los taninos granulados dan rica textura, en tanto que su paso por barricas deja un grato recuerdo a vainilla y chocolate. Un vino full bodied, con músculo, alcohol elevado -“todo alto”, como explicó el propio Martorell-, pero así y todo, es un vino completamente bebible, sin aristas, sin una madera demasiado al frente y que, por el contrario, está bien integrada. Sorprende, por su potencia pero a la vez por su elegancia. De algún modo, esta etiqueta sigue el camino de los salteños modernos. 

“Yo no quiero hacer el mejor Malbec de la Argentina. Yo quiero hacer el mejor Malbec que me permita la zona. Mi filosofía es mostrar respeto por el lugar de donde nacen estos vinos”, concluye el impulsor de esta historia iniciada en lo alto, donde muy pocas bodegas llegaron. 

© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - [email protected]

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