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El economista Luis Palma Cané analiza en una nota exclusiva para iProfesional los motivos que llevaron a la situación actual y su posible desenlace
03/07/2015 - 14:18hs

Es bien conocida la crisis que ha sufrido Grecia desde el 2010 a la fecha. En efecto, la misma se desató hacia fines del 2009 cuando el gobierno de centro izquierda de Papandreu denunció que la anterior administración había falseado reiteradamente los datos fiscales.

A partir de allí comenzaron las negociaciones entre la república helena y sus socios de la Euroárea- acompañados por el Banco Central Europeo y el FMI; la "Troika"- con el fin de corregir los más que evidentes desequilibrios macroeconómicos.

La solución encontrada fue el primero de los errores; en efecto, como contrapartida del apoyo financiero para paliar su crítica situación (deuda superior al 170% del PBI, creciente déficit fiscal y de cuenta corriente), se le aplicó a la economía griega la llamada política de "austeridad a ultranza" patrocinada por el equivocado fundamentalismo monetario alemán.

A partir de este increíble error -mantenido a lo largo de cinco años y de dos programas de rescate por 250 mil millones de euros, equivalentes al 150% de PBI- la economía helena cayó en una situación crítica: caída del 25% de su PBI, 26% de desempleo, 40% de pobreza, deflación y una creciente tensión social.

Como consecuencia de este negativo escenario, en las elecciones de enero pasado se impuso una nueva coalición de izquierda radicalizada, agrupada en un nuevo partido denominado Syriza; encabezado por el ingeniero Alexis Tsipras, quien se convirtió en Primer Ministro.

El triunfo se debió, principalmente, a que el pueblo griego adhirió a las promesas de terminar con la miseria provocada por las políticas "criminales " (sic) de Bruselas.

Consecuente con sus promesas eleccionarias, de inmediato la nueva administración comenzó a negociar con la "Troika" las condiciones que le permitieran salir a Grecia del escenario de miseria al cual se había llegado. En una primera etapa, consiguió postergar el vencimiento del segundo plan de rescate del 31 de marzo al 30 de junio; bajo la promesa de llegar a un acuerdo con anterioridad a dicha fecha.

Lo sucedido durante estos últimos cinco meses es bien conocido: innumerables reuniones, con cambios permanentes en la posición de ambas partes que llevaron a permanentes encontronazos. El proceso hizo crisis el viernes 26 de junio pasado, a partir del cual -increíblemente- se sucedieron increíbles marchas y contramarchas de ambas partes. En efecto:

•Viernes: Atenas, unilateral e inesperadamente - y luego de estar muy cerca de acordar posiciones-, anuncia que convocará a un referendum el 5 de julio, para solicitar la opinión respecto a aceptar (SI) o rechazar (NO) las condiciones exigidas por Bruselas para implementar un tercer rescate

•Sábado. Ante tal actitud, Bruselas rompe las negociaciones y -en forma simultánea y coordinada- el Banco Central Europeo congela la asistencia de liquidez que permitía a los bancos griegos afrontar la fuerte corrida que venían sufriendo durante los últimos 30 días

•Domingo. El gobierno griego no tiene más remedio que implementar un severo control de capitales (corralito bancario y prohibición de girar al exterior)

•Lunes. Bruselas ofrece a Atenas la flexibilización de ciertas condiciones exigidas para implementar el tercer programa (principalmente: prórroga del vencimiento del 30 de junio del segundo rescate, compromiso de reestructurar la deuda e implementar un programa de inversiones del orden de los 35 mil millones de euros a mediano plazo)

•Martes. Contra lo predecible, Tsipras anuncia que no acepta la propuesta y envía una contraoferta paradójicamente muy similar a la anterior ... pero sin especificar aceptación alguna de las condiciones previamente discutidas. El mismo día, Bruselas rechaza dicho planteo. Asimismo, y ante la falta de fondos, incumple un vencimiento con el FMI del orden de los 1.600 millones de euros, entrando en "mora"

•Miércoles. Por la mañana, Tsipras se contradice y envía una carta a Bruselas, sosteniendo que acepta las condiciones propuestas por Bruselas con mínimas enmiendas. Demasiado tarde. La respuesta es contundente: la Euroárea no tomará decisión alguna hasta conocer los resultados del referendum del 5 de julio. Para agravar aún más las cosas, a posteriori, el partido Syriza anuncia que promueve el NO.

Llegados a esta situación, los escenarios posibles son dos:

•En el referendum triunfa el SI. Renuncia la administración de Tsipras y un nuevo gobierno de coalición acuerda el tercer programa de ayuda financiera. Grecia permanece en el euro

•La otra posibilidad es el triunfo del NO. Bruselas rompe definitivamente las negociaciones, el Banco Central Europeo cancela la asistencia de liquidez, Grecia defaultea, abandona el euro y el control de capitales se mantiene. Rápidamente la economía colapsa. Se produce un "efecto contagio", con todas sus consecuencias negativas para el equilibrio del orden económico global

¿Cómo es posible que, después de cinco años de iniciada la crisis, se haya llegado a esta encrucijada? La respuesta es simple: se han sucedido una cadena de errores ( u horrores) que se han ido potenciando los unos a los otros. No hay un único culpable; ambas partes han fallado.

La "Troika" por implementar y persistir en una errónea "flexibilidad a ultranza" y Grecia por haber aceptado pasivamente dicha estrategia, sumado a una increíble falta de experiencia y coherencia en la última etapa de la negociación. Dicho de otro modo: ¡faltan estadistas, sobran politiqueros baratos!

Un último comentario. En el caso que se llegara a un acuerdo para un tercer programa (por ejemplo a dos años de plazo, por un monto del orden de los 30 mil millones equivalente a los vencimientos de dicho período), el mismo sólo serviría para sacar a Grecia del ahogo financiero pero, claramente, no sería ninguna solución definitiva.

A estos efectos, la única alternativa viable consistiría en refinanciar la deuda a muy largo plazo (con intereses preferenciales y periodo de gracia, sumado a un plan agresivo de inversiones externas que permitieran a Grecia emprender un sostenido sendero de crecimiento. Caso contrario -más tarde o más temprano- la economía griega llegará a un final infortunado, característico del género de la tragedia griega. Esperemos que no se llegue a tal extremo.

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