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El tipo de cambio está 20% más barato que en 2011, cuando CFK fuera reelecta en plena corrida cambiaria
29/07/2015 - 10:05hs

Todos asumen como una marca de la idiosincrasia nacional la compulsión a comprar dólares en los períodos pre electorales, como acto reflejo para resguardar el capital ante un escenario incierto.

Sin embargo, no siempre esa dolarización se da con la misma fuerza: los economistas han constatado que esta tendencia crece cuanto más profunda es la percepción del retraso cambiario. 

Con esta premisa, muchos creen que la campaña de este 2015 tiene todos los ingredientes para convertirse en un escenario de búsqueda del billete verde aun mayor que el que rigió durante las últimas dos elecciones presidenciales.

Esto es lo que se desprende un informe de Andrés Mendez, director de la consultora AMF, que analiza el tipo de cambio actual en función de los niveles existentes en el marco de las dos últimas elecciones presidenciales: la de 2007 y 2011. 

El economista observa que, en la comparación a valores actuales, un dólar oficial a $9,25 (que es lo que se estima que promediará a fines de año) equivale a la mitad de lo que valía en términos reales durante la elección en la Cristina Kirchner logró su primera victoria, allá por 2007.

En tanto, resulta un 20% menor que el nivel que exhibía durante su reelección de 2011.

"Si tomáramos los promedios anuales de las paridades cambiarias en valores constantes de julio de 2015, se advertirá que se arribó a las elecciones presidenciales de 2007 con un tipo de cambio que promedió en el año los $17,89", explica el estudio.

Sin embargo, hacia fines del gobierno de Néstor Kirchner, nadie temía una posible devaluación y la dolarización de las carteras en aquel momento fue bastante baja.  

"No resulta extraño imaginar que en aquellos tiempos no se hablara de devaluación considerando la holgura de las cuentas externas", advierte el informe. 

En 2011, por el contrario, el tipo de cambio se había reducido a una media anual de $11,60 (a valores actuales).

Méndez observa que en ese entonces, la situación ya era notoriamente diferente: "La cuenta corriente había arrojado un excedente equivalente a un tercio del registrado cuatro años atrás, en tanto que la cuenta capital y financiera se había tornado deficitaria (u$s10.505 millones)"

"¿Qué había sucedido? Si bien los excedentes comerciales se habían mantenido relativamente invariables, la acentuada dolarización de carteras catalizó las expectativas de una corrección cambiaria post electoral", añade.

Esta situación fue la que impulsó fuertemente la búsqueda del billete verde en el segundo semestre de 2011. De hecho, en octubre de ese año, el mismo mes en que Cristina arrasó con el famoso 54%, la dolarización de los pequeños ahorristas ascendió hasta los u$s3.000 millones, que se sumaron a los u$s8.500 millones que ya se habían fugado durante el tercer trimestre.

En esos cuatro meses, el BCRA tuvo que vender casi u$s5.000 millones de las reservas; y ese escenario se transformó en la antesala del cepo, que llegaría a fines de octubre de 2011.

¿Qué pasará en 2015?

Tanto los grandes productores -que se quejan de que el atraso cambiario afecta negativamente sus negocios-, como los ahorristas -que perciben "un dólar barato" y se vuelcan a las opciones para ahorrar en el oficial que provee la AFIP-, coinciden en que la relación entre el peso y el dólar debería dar un salto y ajustarse a las realidades económicas de cara a 2016.

La llegada de las elecciones y la posibilidad creciente de que luego del traspaso de mando del 10 de diciembre puedan sobrevenir correcciones, no hacen más que incrementar la tensión cambiaria.

Está claro que la dolarización reciente de la economía preocupa al Gobierno, que esta semana oficializó una suba de tasas para impulsar a los ahorristas a mantener su capital en pesos. 

Por supuesto que entre las dos campañas anteriores y la actual hay una gran diferencia llamada cepo cambiario. Esto limita la capacidad de dolarizarse por parte de los ahorristas, pero dispara el termómetro del dólar paralelo. 

"¿Podrá la economía doméstica continuar funcionando con una paridad cambiaria que -a valores actuales- osciló en torno a $10 durante el actual mandato presidencial?", se pregunta Méndez y concluye: "Sólo con férreos controles como los vigentes en la actualidad".

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