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Atraso cambiario: un dólar en Argentina ya vale menos que un peso y la relación cae a 0,93

El billete verde se fortalece en el mundo, no en el país. En competitividad cambiaria se cayó a un índice más bajo el del uno a uno. Ranking de monedas 
03/08/2015 - 13:40hs
Atraso cambiario: un dólar en Argentina ya vale menos que un peso y la relación cae a 0,93

El mundo entró de lleno en la tan temida "guerra de monedas". 

Las turbulencias en el mercado chino están a la orden del día y la Reserva Federal volvió a dar pistas de su intención de mover las tasas de interés, tras emitir un infome en el que destacó la importante mejora de la economía estadounidense

Estos dos factores están sosteniendo la fortaleza del dólar y, en sentido opuesto, están empujando hacia abajo al resto de las monedas. 

Entre las divisas más castigadas figuran el euro -que se desinfló en los últimos días por debajo de las 1,10 unidades por billete verde- y el real, que viene de tocar su valor más bajo en doce años, un movimiento definitivamente preocupante para la Argentina, dado que Brasil es el destino de casi un tercio de las exportaciones de bienes industriales. 

En este contexto, el Gobierno parece más enfocado en intentar controlar al blue que en delinear un verdadero plan que permita enfrentar la actual guerra de monedas y evitar así un mayor desplome de la competitividad. 

El ministro Axel Kcillof echó combustible a la hoguera al afirmar que no era cierto que el tipo de cambio esté atrasado, al tiempo que exigió a industriales que dejaran de insistir con el tema porque "joden a la gente". 

No conforme con ello, el funcionario aseguró que "no tiene sentido" tomar medidas extraordinarias, porque "no tenemos problemas de reservas ni de balanza comercial". 

Así, en momentos en que el real brasileño tocó su menor nivel en doce años y las exportaciones hacia ese destino ya están alcanzo el peor registro desde 2009, Kicillof fue categórico al explicar la estrategia oficial: "Vamos manteniendo la estabilidad cambiaria para dar certeza a todo el mundo". 

Hasta el propio Daniel Scioli se sumó a la polémica por el valor del dólar cuando afirmó que "los que pagan las consecuencias de las devaluaciones son los trabajadores". 

Mientras el oficialismo insiste con mantener el mismo rumbo, dejando correr el tipo de cambio nominal por debajo de la inflación, la economía argentina perdió todo el colchón de competitividad que había logrado tras la devaluación de principios de 2014. 

De hecho, la paridad entre peso y dólar en términos reales ya peforó el piso del "1 a 1" que regía en los tramos finales de la convertibilidad, allá por 2001. 

Es decir, que luego de trece años y medio, la cotización del billete verde -descontada la inflación- es incluso más desventajosa para las empresas exportadoras y para el campo. 

En efecto, si se ajusta la evolución nominal por la variación de los precios al consumidor, el valor actual del dólar oficial equivale a $0,93 del año 2001, lo que implica que está un 7% por debajo de la cotización de aquel momento. 

Miguel Angel Broda fue categórico al afirmar que "no es sostenible que el tipo de cambio se aprecie 20% por año y que el peso actual sea el segundo más fuerte en la historia argentina". 

En su opinión, la ecuación hoy es tan adversa que si se pretendiera "volver al promedio histórico se debería devaluar un 60%".

Por qué la Argentina sufre el "dólar barato" En lo que va del año, la cotización del billete verde oficial se deslizó muy lentamente, a una tasa promedio del 1% mensual, al pasar de $8,5 de fines de diciembre a los actuales $9,2.

Esa lenta evolución respondió a un doble objetivo:

• Convertirlo en un ancla nominal para tratar de mantener controlada la inflación.

• Garantizar la estabilidad cambiaria para fomentar el consumo interno.

Sin embargo, ninguna de estas dos metas se está cumpliendo

Respecto de la suba de precios, cálculos de la consultora Elypsis anticipan que la inflación de julio quebró la tendencia descendente que venía mostrando hasta el mes anterior, con un alza del 2,1%. 

Por otra parte, pese a todos los intentos del Gobierno por reactivar la demanda, el último relevamiento de CCR reveló que en junio la evolución de las ventas de alimentos, bebidas y de artículos de limpieza y tocador volvió a ser negativa.

De este modo, la estrategia oficial quedó empantanada en el peor de los mundos: no logra contener la suba de precios, los argentinos no consumen más y las empresas ahora deben lidiar con un tipo de cambio que no les permite competir en las góndolas internacionales. 

Además, debe tenerse en cuenta que el "plan electoralista" de apostar por el atraso cambiario convive en un contexto externo en el que el billete verde no para de fortalecerse, lo que equivale a decir que las monedas del resto de los países se debilitan

"El tipo de cambio perdió un 25% de competitividad en los últimos doce meses. Así, la Argentina se despidió de un gran aliado, como el dólar débil, y también de los elevados precios de las commodities, los cuales habían permitido esconder las falencias que mostraba el modelo. Todo esto agudizó la debilidad externa", advierte la consultora Analytica.

En tanto, desde Econométrica, confirman que el atraso cambiario actual "es el más profundo desde la postconvertibilidad". 

Todo esto ocurre en un contexto en el que la divisa estadounidense no para de fortalecerse en el mundo. 

La apreciación del billete verde a nivel global se produce a partir de la decisión de la Reserva Federal de los EE.UU. (FED) de reducir en forma gradual la política de estímulos monetarios iniciada hacia fines de 2013, a lo que se suman las expectativas del alza de las tasas de interés de referencia.

Ante esta situación, la moneda estadounidense inició un camino alcista y, como ocurre en estas circunstancias, las primeras víctimas fueron las materias primas, que enfrentaron una sustancial caída en sus cotizaciones.

En tanto, la mayoría de las divisas de los países emergentes inició un proceso de continua depreciación, que se profundizó en los últimos días.

Este proceso, denominado "guerra de monedas", se hizo muy notorio entre los países que más comercian con la Argentina, comenzando por Brasil, que enfrentó una devaluación de más del 50% en poco más de un año, algo similar a lo ocurrido en Colombia

En tanto, el peso uruguayo, el euro y el peso chileno ya retrocedieron entre el 20% y 24%. 

Con estas cifras, surge claramente que el real brasileño se devaluó nada menos que cuatro veces más rápido que el peso argentino, con el agravante de que la inflación local fue cinco veces más elevada que la de la economía que dirige Dilma Rousseff (ver cuadro)

Qué ocurre con la canasta de monedasSi bien la paridad del peso con respecto al dólar es el indicador más usual para medir si existe o no atraso cambiario, un indicador más aproximado de la realidad pasa por comparar la evolución de la moneda doméstica con una canasta de divisas conformada por la de los principales socios comerciales de la Argentina.

Para ello se recurre a un índice como el tipo de cambio real multilateral, que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía local respecto de otros mercados.

En base a estos datos, en la actualidad, dicho indicador se ubica un 15% por debajo del vigente en diciembre de 2001 y representa apenas un tercio del nivel existente en el período comprendido entre enero de 2002 y diciembre de 2007, es decir, en momentos de mayor ímpetu exportador (ver cuadro). 

"Asumiendo el supuesto de una corrección anual de 20% de la paridad peso-dólar hasta diciembre de este año, el tipo de cambio multilateral quedaría varios puntos por debajo del promedio de los años 1996/97, es decir, antes de que Brasil devaluara", sostiene en un informe de Fundación Mediterránea. 

Cabe recordar que, allá por mayo de 2003, el presidente Néstor Kirchner junto a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, decidió que su política económica se centrara en la competitividad cambiaria, tomando como beneficio de inventario la fuerte devaluación que había tenido lugar en la gestión anterior.

En ese entonces, el tipo de cambio real se ubicaba en torno de los $2,20, es decir, un 120% por encima de la paridad "1 a 1" de fines de la convertibilidad. Sin embargo, cuando culminó su mandato, éste había caído hasta los $1,60.

La premisa era que con un tipo de cambio competitivo se garantizaba un saldo comercial positivo por un aumento de las exportaciones e importaciones que se mantenían controladas. Esto le permitió al Banco Central recomponer sus reservas, seriamente afectadas por la crisis del 2001.

A su vez, en el plano fiscal, los derechos de exportación y la cesación de pagos de la deuda externa le dieron el aire suficiente al Gobierno para ordenar sus cuentas públicas y así alcanzar un importante superávit primario que logró mantenerse durante todo el mandato.

De hecho, los denominados superávits gemelos (comercial y fiscal) se convirtieron en uno de los grandes pilares del kirchnerismo, aunque con el paso de los años comenzarían a mostrar debilidades crecientes.

Ya bajo el gobierno de Cristina Kirchner, esta estrategia fue dejada de lado, dado que se decidió expandir de manera exponencial el gasto público, al tiempo que se utilizó al tipo de cambio nominal como ancla antiinflacionaria.

Como resultado de esto último, la paridad en términos reales cayó en forma sostenida, pese a la abrupta corrección que se realizó a principios de 2014, para terminar, en definitiva, por debajo del momento de partida.

Un trabajo de Andrés Méndez, director de la consultora AMF, demuestra que -expresado en pesos de hoy- la cotización de la divisa estadounidense en las elecciones de 2007 (cuando se consagrara Cristina Kirchner) todavía era de un altísimo $17,89.

En tanto, en 2011 -cuando la Presidenta fuera reelecta por un abrumador 54% de los votos- la paridad real era de $11,60 a valores actuales, un nivel notoriamente inferior, pero mucho más holgado en la comparación respecto al valor oficial de $9,2 que rige hoy día.

Los efectos de un "súper peso" Cuando la divisa estadounidense pasa a estar barata en la economía, se incentivan las importaciones y se desalientan las exportaciones.

En tanto, para la consultora Economía & Regiones "una de las consecuencias de atrasar el dólar o usarlo como ancla nominal para incentivar el consumo y frenar la inflación, es que se genera un proceso de redistribución en el cual se encarece el precio del trabajo o los salarios", restándole competitividad a los productos de mayor valor agregado o, incluso, a la exportación de servicios. 

De manera cruda, el economista José Luis Espert advirtió que con un billete verde en los niveles actuales, "la soja no es rentable, la leche es tirada, la industria citrícola está devastada y ya no quedan sectores que no tengan problemas de rentabilidad". 

Mientras tanto, el Gobierno insiste con pedir que no se agite el fantasma del atraso cambiario para no molestar a la gente. 

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