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Stand-up: lecciones que los empresarios pueden aprender de actores

¿Por qué los líderes y emprendedores están tomando clases de improvisación?¿Cómo le sirve a este arte a científicos e investigadores?
04/09/2015 - 10:07hs
Stand-up: lecciones que los empresarios pueden aprender de actores

Saber lidiar con lo inesperado y liderar durante procesos de cambio es una de las habilidades cada vez más valoradas entre los ejecutivos. 

No por nada las ofertas de cursos y programas de "change management" proliferan entre las currículas de universidades y escuelas de negocios de todo el mundo, incluso en la Argentina.

Pero reaccionar apropiadamente ante algo sorpresivo es una capacidad que los empresarios pueden aprender de forma más práctica no tanto en las aulas o leyendo libros de gestión, sino por el contrario, de otro tipo de profesionales: los actores.

Así lo sostiene Daena Giardella, consultora organizacional y profesora del programa de MBA de MIT Sloan School of Management. Actriz de profesión, inmersa en el mundo de los negocios a través de su familia, la especialista hoy viaja por todo el mundo enseñando en talleres las técnicas de improvisación aprendidas sobre las "tablas" y su modelo de management que implica "estar presente en el momento" y escuchar las propuestas de los otros.

Sus audiencias las conforman desde banqueros, CEO y gerentes generales, hasta equipos de psicólogos o de las fuerzas de seguridad. Directivos y personal de empresas como Hewlett Packard, Citibank, Kodak, The Royal Bank of Canada, han pasado por sus charlas.

¿Qué pueden aprender todos ellos de la improvisación? De acuerdo a su experiencia, las técnicas utilizadas en este arte son aplicables a la tarea de "cualquiera que deba tratar con personas en su actividad diaria".

"Planificamos una presentación, entramos a una reunión con ciertas expectativas, y pasa algo que no esperábamos. La incertidumbre es a nivel global además, hay cambios repentinos y eventos no siempre planeados ante los que tenemos que responder. Pero esto es también una oportunidad", contó la experta.

En el MIT Leadership Center en donde enseña esta consultora, determinaron que parte de la gestión de cambios es modificar la forma en la que se ejerce: "Descubrimos que se necesita una forma distributiva de liderazgo, los que significa que en cualquier momento uno puede ser la cabeza del equipo y en otro momento, otro puede tomar la iniciativa y hay que reaccionar", contó la académica, vinculando estas situaciones típicas a las que se dan en los ejercicios de improvisación.

"La misma diversidad de culturas dentro de las organizaciones, con jerarquías cada vez más horizontales, vuelven un requisito fundamental manejar herramientas que faciliten estas interacciones", comentó Giardella a iProfesional, e incluso se animó a hablar de una "revolución silenciosa".

Si bien el desarrollo de estas capacidades de liderazgo distributivo es considerado urgente en los pasillos de MIT Sloan, por el momento Giardella reconoce que en más de un caso se ha encontrado con reticencias de parte de los ejecutivos, que aún consideran estos temas como una habilidad blanda o "soft".

"La improvisación tiene una connotación mala en los negocios, parece que alguien no sabe lo que está haciendo y toma las decisiones sobre la marcha. Pero se trata de una técnica que tiene rigor. De hecho, las personas que son buenas improvisando son las que tienen mucho conocimiento. Los actores que no están entrenados no pueden dar shows de improvisación", resaltó Giardella.

De la misma forma, en los negocios esto requiere preparación. "Las personas que estudian esta disciplina se están preparando para estar listas, para actuar aunque no sepan lo que va a suceder. Cuanto más se practica estar ante lo inesperado, mejor se vuelve uno en reaccionar", continuó la académica.

De a poco, los preconceptos acerca de estas metodologías parecen estar cambiando. Entrevistada por iProfesional en Buenos Aires, Giardella comentó que en las dos charlas que dio en la Argentina - gracias a un viaje coordinado por Lee UIlmann, Director del MIT Sloan Latin America Office, y al MIT Club local - encontró una amplia apertura a participar y aprender estas técnicas. "Noto que hay un hambre de la gente de moverse hacia estas experiencias más interactivas y con las manos en la masa", describió.

Fue el caso del encuentro realizado en la Universidad Torcuato Di Tella, donde la audiencia era sobre todo de jóvenes emprendedores que "querían entrar lo más rápido posible en el coaching y contar sus problemas particulares. Fueron muy abiertos, ansiosos de aprender y de participar".

Por otra parte, en otro de los workshop que Giardella dio en la Fundación Empresaria para la Calidad y La Excelencia (FUNDECE), los empresarios con más trayectoria buscaban estrategias para aplicar cada técnica en sus empresas particulares. "Esto es lo que necesitamos, es urgente", le dijo uno de ellos a Giardella en privado.

Modelo para construir relaciones

La improvisación no es "tema nuevo" en las escuelas de negocios. De hecho, la prestigiosa Universidad de Harvard cuenta con su propio club de stand-up no oficial, que hace unos 35 shows al año en Cambridge. Pero su objetivo es meramente humorístico y no académico.

En las aulas, en tanto, se ofrecen algunos workshops de actuación y cursos sobre la comedia en la obra de William Shakespeare, entre otros.

Asimismo, en el MIT Sloan Leadership Center se ocuparon de extraer lo mejor de la actividad de improvisación. Giardella desarrolló un modelo "para ayudar a las personas de negocios a lidiar con retos de comunicación y de liderazgo usando bases de esa práctica".

El mismo postula que, al igual que sucede al improvisar una escena, todo lo que sucede en los negocios y la comunicación implica dar y recibir ofertas.

"El corazón del modelo es que nos manejemos con una actitud de 'si, y...' o de 'si, pero...'. Si estamos hablando y tenemos ideas diferentes, cuando una persona replica a otra diciéndole 'si, y...' le demuestra que ha escuchado lo que dijo, que tomó su idea, pero tiene algo más para aportar. Por el contrario, en el minuto en el que las personas escuchan una actitud de 'si, pero' sienten que no se los escucha ni se los valida, y todo el tiempo que están oyendo la propuesta, están construyendo su réplica en su mente", detalló la docente.

Los líderes, puntualiza Giardella, deben tener una actitud que sume sobre lo que dicen los demás, ya que lo contrario corta la creatividad y la productividad. "El 'si,pero...' es una declaración de temor, de alguien que quiere controlar. Pero el 'si, y...' dice que existe una madurez y una confianza suficiente para tomar la idea del otro", aclaró Giardella.

Además de esta metodología, el otro eje del modelo tiene que ver con técnicas de status que los actores suelen practicar en el escenario. Para que una escena avance, el improvisador tiene que ser capaz de cambiar su estado, su autoridad o como es visto en una escena. Lo mismo sucede en un equipo de trabajo.

"A veces es necesario tomar un estatus más bajo, y otras un más alto. Uno puede entrar a una oficina y exigir un aumento, o puede reconocer cuando es mejor decir que se valora trabajar en esa compañía, pero que se tiene un problema que se quiere conversar. Ese es un status bajo que eleva al interlocutor. Se hace una oferta y se prepara al otro para que realmente escuche el pedido", describió.

Por el contrario, en una conversación estancada, uno está siempre arriba y el otro abajo. "El mayor problema es cuando ambos quieren estar en lo alto, eso pasa mucho con los abogados. Un 'stock role', que no da espacio a la creatividad. No produce confianza", continuó la consultora organizacional.

En todos los casos, las técnicas de improvisación apuntan a facilitar la construcción de relaciones en el ámbito de trabajo, cada vez más globalizado y multicultural. Cinco lecciones para aprender de los actores

De acuerdo a Giardella, las siguientes son has habilidades centrales que los ejecutivos y gerentes pueden extraer de la actividad de los actores, y aplicarla a sus propios entornos:

1.Tanto hombres y mujeres de negocios como los artistas, están practicando el arte de influenciar. Le piden a la gente que "compre" una historia y vaya con ellos en ese viaje. El actor, para convencer improvisando "tiene que estar en el momento, escuchando a los otros actores y dejando que éstos lo afecten", explicó la docente de MIT.

La función del artista es hacer que el otro se destaque. En la improvisación, hay que construir sobre lo que el otro hace y hacerlo brillar. En los negocios esto se necesita para crear empatía y formar vínculos.

2.La segunda regla es no solo estar en el momento y escuchar, sino ser flexible y estar listo para cambiar. "La habilidad es la de adaptarse sin perder la integridad de quién soy", apuntó Giardella.

3.Ser auténtico: no se puede ser actor siendo falso o cubriendo quién se es realmente. Esto es algo que necesitan los negocios: ser reales, ser capaces de sentir las emociones en una interacción, de tener empatía. Si no tengo esto, ¿cómo espero que la gente me siga? ¿Cómo entender a mi cliente si no conozco sus necesidades?

4.Los actores tienen imaginación. La experta de MIT sugirió que "en improvisación tenemos una técnica para testear esto. Una regla es ‘no evites que la escena avance haciéndole una pregunta a alguien más'. Una pregunta es una oferta muy pobre, con pocos detalles, no tiene imaginación. En negocios hay mucha tendencia a no usar la imaginación y dejar que otras personas hagan avanzar las cosas. No se asumen los retos".

5.En la actuación la idea de estar en un buen ensamble es esencial, no es opcional. Tenés que tener el mejor equipo. Sino la audiencia se da cuenta de que no están trabajando juntos. Lo mismo sucede en los trabajos.

No solo "business"

Las herramientas de improvisación no resultan útiles sólo en un salón de juntas. Otras disciplinas alejadas del mundo de los negocios también pueden beneficiarse de ellas.

Así es que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva organizó el pasado mes de julio -justo a tiempo para las Vacaciones de Invierno- un show de "Stand-Up científico" en el predio Tecnópolis, como parte del Programa Nacional para la Popularización de la Ciencia y la Innovación.

Los monólogos fueron realizados por investigadores seleccionados a partir del primer curso de stand-up sobre ciencia y humor, dictado en marzo de este año por el cómico y profesor Diego Wainstein.

"Fue una experiencia muy enriquecedora, que cumplió el objetivo de que la gente vinculada a la ciencia pudiera tener armas para difundir y hablar de sus actividades de manera divertida, al punto que muchos de los que hicieron el curso están presentándose en lugares que nada tienen que ver con la ciencia y si con el stand up (bares, teatros etc) con muy buena repercusión", contó Wainstein a iProfesional.

El curso de stand up científico se dictó con la finalidad de crear una nueva manera de divulgación para este tipo de contenidos. Incluyó diversas técnicas del stand-up, como la búsqueda de personajes, creación de rutinas, la construcción de chistes, el trabajo con elementos y micrófonos, el trabajo vocal, gestual y corporal y la comunicación con el público.

De acuerdo al profesor, las clases giraron en torno de como "bajar a tierra" el contenido científico para que pudiera ser entendido por la audiencia. También, en algunas partes referidas a la naturaleza que tocaban temas donde los monólogos se volvían más picarescos o eran directamente de contenido sexual, la capacitación trató técnicas para traducir estos temas en un formato para todo público.

Los elegidos para el show en Tecnópolis fueron finalmente el programador informático Fernando Schapachnik, la biotecnóloga Nadia Chiaramoni, el paleontólogo Martín Farina, y los biólogos Alejandro Saint Estevens, Pepe Jaramillo y Daniela Sganga.

Según Wainstein, los investigadores no tuvieron grandes inconvenientes para aprender esta forma particular de comunicación. Y a título personal, admitió: "Me hizo darme cuanta que poderosa es la técnica del stand-up, aplicándola temáticamente".

En este sentido, el cómico coincidió que este arte puede servirle a los científicos en su propia actividad, por ejemplo, para comunicar sus trabajos, interactuar entre ellos en equipo o difundir a otras audiencias no expertas sus hallazgos y avances.

"Las técnicas de improvisación sirven para aprender a jugar y crear. Para lo que es la elaboración de un discurso humorístico, creo que el stand up es una herramienta más productiva y directa", sentenció Wainstein.