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La inminencia de un desembolso de u$s6.400 millones es un dolor de cabeza para el Gobierno y tiene en vilo al mercado. La expectativa es un eventual canje
08/09/2015 - 10:02hs

"Sentarse sobre la caja" es el primer mandato para quienes ejercen funciones financieras en épocas de escasa disponibilidad. Lo saben todos, y vale tanto para el sector público como para el privado.

La segunda regla no escrita - muy tenida en cuenta principalmente por los países- es que si las condiciones presentes de fondeo (tasa de interés y plazo) son más favorables, las deudas no se pagan sino que se refinancian con nuevas emisiones.

La consigna es adelantarse a los vencimientos para evitar sobresaltos, tanto en lo que hace a su cobertura como en lo referido al costo.

Es por eso que ahora la expectativa del mercado está centrada en si el ministro Axel Kicillof se resignará a desembolsar, de una sola vez y billete sobre billete, los u$s6.400 millones para cancelar el Boden 2015 que vencerá en octubre o si -como indicaría el manual- recurrirá a alguna emisión nueva para paliar, aunque fuera parcialmente, ese golpe a las reservas del Banco Central.

En situación de escasez de divisas y con un mercado internacional complicado, al funcionario le encantaría colocar un nuevo papel en vez de pagar en "cash".

En principio, se estima que podría contar con buena demanda. Como dijo Mario Blejer, uno de los principales asesores de Daniel Scioli, "hay bastante interés en dejar acá" el dinero del Boden.

Al menos, eso es lo que Blejer percibe entre los inversores que le piden asesoramiento, porque en pocas partes del mundo se encuentran instrumentos con los rendimientos que se pueden obtener en la Argentina. "Un canje va a tener mucha demanda", confió.

Pero, claro, hay un detalle que será determinante: a qué precio.

Por lo pronto, pocos analistas consideran que pueda repetirse la tasa de 8,95% a la que el ministro pudo colocar u$s1.500 millones en abril pasado. Cambiaron las circunstancias y, para peor, no sólo en la Argentina sino en el mundo. 

Entonces, la pregunta que sobrevuela las oficinas de la city porteña es cuál será la tasa máxima que estará dispuesto a pagar Kicillof, en caso de que intente retornar al mercado financiero internacional.

Por lo pronto, existen algunas referencias que ayudan a establecer su campo de acción. Una de ellas es de estricto orden cronológico, a raíz del escaso tiempo que resta hasta octubre, que es el mes clave en toda esta historia. Griesa metió la cola

Entre los factores que inciden para un alto costo del crédito figura, en lugar preponderante, el endurecimiento de la Justicia estadounidense para con Argentina

En las últimas jornadas, un nuevo fallo del polémico juez Thomas Griesa tomó enorme trascendencia a partir de la sanción que le impuso al país por ocultar evidencia respecto a los activos que posee en el exterior.

El magistrado remarcó que toda propiedad del Estado argentino en Estados Unidos, salvo puestos militares o diplomáticos, puede ser objeto de embargo por los holdouts. No obstante, no se refirió a la emisión del Gobierno del Bonar 2024, que era otro de los pedidos de bloqueo por parte de los fondos buitre que tienen en la mira a los activos locales.

De todas maneras, la amenaza sigue en el aire, dado que uno de ellos (Aurelius) le solicitó a Griesa que verifique la calificación de estos títulos y afirma tener pruebas de que fueron colocados en el exterior y que estuvieron involucrados bancos internacionales.

Además, solicitó sanciones para estas entidades y para los compradores, por ser "cómplices de desacato".

En línea con su postura, los buitres pidieron al magistrado que extienda el bloqueo a este bono, ya que estaría en pie de igualdad con los que fueron entregados en los canjes 2005 y 2010.

La primera serie del Bonar 2024 -por un total de u$s3.250 millones que se lanzó en abril de 2014- pagó una tasa del 8,75% y se destinó a compensar a Repsol por la expropiación de YPF.

Luego, a fines de abril de este año, el Gobierno obtuvo casi u$s1.500 millones en una nueva emisión, esta vez a un 8,95 por ciento.

Estos títulos fueron colocados bajo legislación soberana y aún está en discusión si para el juzgado neoyorkino son considerados deuda externa y, en caso de serlo, si pueden ser embargados por los holdouts.

Entre la necesidad y el honor

Estos y otros factores -como la incertidumbre y la propia historia del país- hacen que, ante la decisión de salir a captar fondos, se deba pagar una tasa muy por encima de la que deben afrontar los vecinos de la región.

El mercado aguarda expectante cuál será el límite que el propio Gobierno se podría autoimponer.

Todo un dilema para la administración K y para la propia Cristina ya que, por un lado, existe la necesidad imperiosa de conseguir financiamiento pero, por otro, figuran las rigurosas condiciones que impone el propio mercado.

Para Daniel Marx, ex secretario de Finanzas y ex viceministro de Economía, no debe avalarse tasas excesivamente elevadas, aun en situación de necesidad.

"Los funcionarios deben tener en cuenta un eventual costo de caer en default en un futuro. Esa es una pista para dar un visto bueno o bajarle el pulgar a una propuesta", argumenta Marx.

"También, y esto hay que decirlo, pesa un hecho extra financiero: está en juego la imagen del Gobierno y si puede justificar pagar una tasa superior al 6 o 7% anual para una operación puntual", afirma.

En una postura similar, el economista Gastón Rossi -que ya pasó por la función pública acompañando al ex ministro Martín Lousteau- señala: "Lo lógico sería convalidar un interés similar a la expectativa de crecimiento de largo plazo de la economía. Es decir, no más del 5 al 6% anual".

A modo de comparación, afirma que "Uruguay emitió al 5% anual un bono al año 2050. Es muy importante no pagar de más porque sino el costo se vuelve exponencial con el paso del tiempo".

"Hoy el costo de una emisión en dólares sería similar al que la Argentina pagó en el megacanje de 2001, lo cual es usurario. La clave para por aprovechar que las tasas internacionales continúan en niveles bajos y reducir el tipo de interés", agrega.

Pero claro, una situación es la que se presenta como ideal -desde el punto de vista del país- y otra muy distinta es lo que reclama el mercado. Según Hernán Lacunza, ex gerente del Banco Central, los inversores podrían exigir entre un 10% o un 11%, razón por la cual considera que "lo mejor es no salir y esperar la llegada del nuevo Gobierno"."No hay que pagar más de lo que ofrecen nuestros socios comerciales. Es decir, no más del 5 o 6% anual en dólares", agrega. 

Por su parte, el operador bursátil Juan Manuel Palacio, apunta: "En caso de que pudieran colocar bonos afuera, podría hacerse desde el 9,5% en adelante, porque la incertidumbre que envuelve al juicio con los holdouts es grande".

¿Lo que el mercado pida?

Gabriel Holand, CEO de HRGlobal, tiene una visión más lineal sobre el tema: "El mercado le pedirá al Gobierno un rendimiento que al menos sea similar al costo de oportunidad de invertir en el dólar".

"En todo caso, para llegar a un número definitivo, se debe tener en cuenta la elevada incertidumbre, que se extenderá hasta las elecciones, y más si hay segunda vuelta, a lo que debe sumarse un abultado déficit fiscal", agrega Holand.

Él es de los que cree que el Gobierno -de avanzar en una propuesta de canje por el Boden 2015, para así cuidar reservas- no le quedará otra que terminar convalidando "lo que el mercado pida". 

¿Cuál podría ser esa tasa? Para el analista Agustín Cramo, los inversores exigirían cerca de un 12%, a raíz de las complicaciones causadas recientemente por el juez Griesa. 

"Desde ya que este nivel resultaría prohibitivo, ya que se ubica muy por encima de lo que están pagando las series anteriores de estos mismos bonos", añade Cramo.

No caben dudas de que tener que convalidar un rendimiento semejante sería muy difícil de digerir por Kicillof, ya que sería sustancialmente superior al vigente en la actualidad para este mismo bono.

Pero también, desde el punto de vista político ya que -en la defensa del "modelo"- sería un duro traspié el tener que convalidar una tasa de dos dígitos.

¿Cuál sería entonces el máximo que se estaría dispuesto a pagar? Fuentes cercanas al Palacio de Hacienda señalan que no debería superar el dígito, tomando como referencia, la colocación de abril.

Otra opción pasa por respetar el diferencial de tasas vigente en ese momento con títulos de otras naciones de la región a igual plazo.

Al momento de colocar la segunda emisión de Bonar 2024 (abril pasado), los rendimientos de los bonos Global con vencimientos entre 2022 y 2024, según el país, oscilaban entre el 2,2% para el caso de Chile y el 3,5% de Brasil y Uruguay, tal como puede observarse en el siguiente cuadro.

En tanto, siendo el promedio ha sido del orden del 3,1% (frente al 8,95% del bono argentino).

Por cierto, hoy día -ante una situación global más ajustada- esos rendimientos se han incrementado. En el caso de Brasil, ahora es del 5,1%, en tanto que para el resto de los países, a excepción de Chile, se ha elevado hasta un piso del 3,6 por ciento. 

Con estos datos, la tasa de corte tendría un piso del 9,5%, si se quisiera mantener el spread vigente en abril pasado. 

Entre los antecedentes cercanos puede rastrearse:

- La colocación de febrero pasado hecha por la Ciudad de Buenos Aires, que logró un 8,95% en dólares para un bono a seis años, por un total de u$s500 millones

- Luego YPF salió a ofrecer deuda en dólares y obtuvo u$s1.500 millones a 10 años de plazo y al 8,75% anual.

- Más recientemente, en junio, la provincia de Buenos Aires colocó u$s500 millones (bajo legislación de Nueva York) al 10,25% anual.

Si el plan del Gobierno era volver al mercado internacional en las próximas semanas y lograr un tipo de interés bajo, claramente el fallo del juez Griesa le jugó en contra. 

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