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Las estadísticas oficiales revelan que en los primeros siete meses del año, los argentinos representaron 44% de los turistas que visitaron el país
04/10/2015 - 10:24hs

Los comercios chilenos, que encontraron el mejor reemplazo para los clientes brasileños golpeados por la devaluación del real: los clientes argentinos. La fórmula ofrecida es imbatible: marcas y precios de Miami a sólo dos horas de avión de Buenos Aires y sin necesidad de tener visa.

"A partir de febrero, los argentinos desplazaron a los brasileños como los principales compradores extranjeros en nuestro shopping y hoy ya representan el 50% de los turistas internacionales", explican en Cencosud.

Este grupo es el controlante entre otras empresas de Costanera Center, el mayor shopping de Santiago y de toda América del Sur, que se convirtió en uno de los favoritos de los compradores argentinos.

"De los extranjeros que visitan el mall, la mayoría proviene de Argentina y Brasil, representan un 44% y un 35%, respectivamente. En general, los mayores flujos de turistas se registran en los períodos de verano e invierno", coinciden en Parque Arauco, otros de los centros comerciales más importantes de la capital chilena.

Las estadísticas oficiales que maneja el Sernatur -el organismo público encargado de promover y difundir el desarrollo de la actividad turística de Chile- revelan que en los primeros siete meses del año, los argentinos representaron 44% de los turistas que visitaron el país, y que la cantidad de viajeros provenientes de la Argentina -en lo que va de 2015- aumentó 40%, contra 20% que creció el ingreso total de extranjeros.

En algunos meses, como junio, la cantidad de argentinos cruzando la Cordillera se duplicó, si se hace la comparación interanual.

Para ver el peso que tienen los turistas argentinos en los comercios chilenos, sin embargo, no hace falta recurrir a las estadísticas. Alcanza con recorrer el Alto Las Condes, Parque Arauco o cualquier otro shopping santiaguino, en los que resulta inevitable cruzarse con clientes hablando con acento porteño, mendocino o cordobés.

El tipo de compras que hacen en Chile está muy definido. "Las mujeres van directo a las tiendas de fast fashion como H&M y Forever 21 que no están en la Argentina, mientras que los hombres lo que más buscan son los locales de Apple, Samsung y Adidas, porque ofrecen precios muy competitivos", explican en Cencosud.

Del otro lado de la Cordillera, las marcas internacionales -que son inmensa mayoría, ya que prácticamente no hay casas de moda chilenas- tienen precios similares a los que se consiguen en Miami, es decir entre 30 y 60% más baratos que los que se ven en las vidrieras de los shoppings porteños.

La oferta tampoco tiene mucho que envidiarle a la de las grandes ciudades norteamericanas e incluye marcas que no se consiguen en Buenos Aires, de Forever 21 a Top Shop, pasando por H&M, Desigual, GAP, Banana Republic, Calvin Klein o Purificación García.

Las diferencias son directamente abismales cuando se compara la oferta en materia de marcas de lujo.

La avenida Alvear no está, en la actualidad, en condiciones de competir contra el Distrito de Lujo que inauguró el shopping Parque Arauco.

Allí, en un paseo exclusivo conviven las tiendas de Louis Vuitton, Ermenegildo Zegna, Carolina Herrera, Burberry, Gucci y Dolce&Gabbana.

El centro comercial santiaguino ya anunció además una ampliación para antes de fin de año que demandará una inversión de u$s9 millones y le permitirá sumar locales como los de Ralph Lauren, Jimmy Choo y Bath&Body Works.

Chile tiene tratados de libre comercio con Estados Unidos, China, Corea del Sur y Japón, lo que explica los precios de la electrónica en las tiendas santiaguinas.

El mismo televisor LED de 32 pulgadas que en la Argentina no baja de los $7.000, en Santiago se consigue por 250 dólares (es decir, menos de $3200 pagando con tarjeta), mientras que una heladera de alta gama que en Buenos Aires cuesta $18.500, en Chile se compra por 404 dólares ($5140 con tarjeta).

Ese oscuro objeto de deseo en que se convirtieron los productos de Apple en tiempos de proteccionismo para favorecer a los armadores de Tierra del Fuego, también cotiza a un valor mucho más bajo del otro lado de los Andes.

El iPhone 6 -el 6S

recién se empezará a vender en Santiago a fin de año- de 16 GB cuesta 529 dólares ($6730 con tarjeta) contra los $13.000 a los que cotiza en MercadoLibre en la Argentina, mientras que el modelo de Mac Book Pro por el cual en Buenos Aires hay que desembolsar no menos de $30.000 pesos, en Chile se lo puede encontrar por 1.500 dólares (menos de $19.100 pagando con tarjeta).

La pérdida de competitividad que provoca el retraso del tipo de cambio no se limita a los sectores más protegidos de la economía como la electrónica o el rubro de la indumentaria, y también se siente en rubros en los que a priori la economía argentina se encuentra mucho mejor parada.

En los supermercados de Santiago, los alimentos están entre 30 y 40% más baratos que en Buenos Aires cuando se comparan los precios al tipo de cambio oficial, mientras que con el recargo de 35% que aplica la AFIP a las compras en el exterior, los valores a ambos lados de la Cordillera se igualan. Ese recargo puede recuperarse luego, porque se toma como pago a cuenta de Ganancias o Bienes Personales.

Las góndolas de los supermercados chilenos muestran además dos características que no se encuentran en nuestro país.

Por un lado, la variedad de productos en una tienda de la misma cadena con presencia en los dos países, no tiene punto de comparación.

La oferta mucho más amplia que hay en un supermercado chileno no se explica exclusivamente por la mayor cantidad de artículos importados que igualmente supera por lejos a la argentina -desde el aceto de Modena hasta el chocolate belga, las galletitas danesas o el aceite de oliva español-, sino también porque en Chile la competencia es más fuerte y en cada categoría de consumo masivo hay por lo menos una media docena de jugadores contra los virtuales monopolios locales, en los que una o dos empresas representan más de 70% de la oferta, según La Nación.

El segundo punto llamativo es la ausencia de los cárteles indicativos de los productos que están adheridos a Precios Cuidados o cualquier otro programa de control de precios. Pese a esta ausencia, en términos de inflación está claro que el modelo de libre competencia termina funcionando mejor, ya que con una economía ordenada Chile acumuló en los últimos doce meses un incremento de 4,6% del costo de vida.

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