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Las complicaciones para operar en el país no sólo complican a las firmas que comercializan productos de lujo. Un raconto de las que ya no están
07/10/2015 - 18:02hs

Esta semana se dio a conocer una noticia que a los argentinos les suena más que familiar: otra firma internacional tomó la decisión de retirarse del país.

Es el caso de Speedo, la marca británica líder en productos vinculados con la natación, que se fue a raíz de inconvenientes tales como las trabas para importar mercadería y, claro está, por el cepo al dólar.

Según trascendió, el licenciatario de la firma en el país cerró los cuatro locales y la única posibilidad de acceder a los artículos es a través de la web.

Hasta ahora, Speedo había sido una sobreviviente a los vaivenes de la economía local. Luego de la crisis de 2001, la empresa había decidido darle una segunda oportunidad al país.

Su licencia para operar en la Argentina había estado en manos del fondo de inversión The Exxel Group (ex dueños de Supermercados Norte, Musimundo, y otras marcas de ropa) que, en 1999, decidió discontinuarla. El rebote del consumo entusiasmó a la compañía británica que encontró eco en un grupo más relacionado con el deporte.

El permiso para comercializar productos en la Argentina fue adquirido por Relef, una empresa familiar liderada por Hugo Feler, dueño también de la cadena de venta de ropa y artículos deportivos SportLine.

Rápidamente abrió cuatro locales con una inversión de u$s4 millones. Uno sobre la avenida Santa Fe, otro sobre Cabildo y dos en shoppings porteños.

El negocio venía dando sus frutos hasta la irrupcíón de las restricciones al dólar y las trabas a las importaciones.

Las dificultades para ingresar los productos Speedo llevó a que la propia firma sugiriera a sus licenciatarios bajar la cortina.

La caída del consumo y la inflación tampoco alentaron las ventas. La demora para autorizar las polémicas Declaraciones Juradas de Anticipo de Importaciones (DJAI), ya sea por la Secretaría de Comercio o la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), es la queja permanente de los empresarios que venden en el exterior.

En febrero del año pasado fue cerrado el local de avenida Santa Fe y en el segundo semestre se le dijo adiós el otro sobre avenida Cabildo, donde se concentró todo lo que quedaba en depósitos. Para los fanáticos de la marca, todavía queda algún remanente en sitios de comercio electrónico.

Larga lista

El caso de Speedo es uno más de una larga lista de empresas que emprendieron "la retirada" en los últimos años.

Los primeros se remontan a las más afamadas marcas de lujo. En cuestión de meses, firmas como Calvin Klein, Escada, Ralph Laurent, Ermenegildo Zegna o Yves Saint Laurent bajaron las persianas sin promesas de retorno.

Este proceso -que cobró mayor impulso con el cepo cambiario- lejos está detenerse, producto de varios factores restrictivos que han ido agravándose.

Entre ellos, el cierre de importaciones, la caída de los márgenes de rentabilidad, el encarecimiento del país en dólares, las dificultades para lograr créditos a tasas competitivas y la imposibilidad de girar divisas.

A esto se ha sumado el conflicto con los fondos buitre, que complica la posibilidad de financiamiento externo no sólo a la Argentina sino también a las empresas instaladas en el país.

Por ejemplo, en el rubro automotor, la autopartista estadounidense Visteon es otra de de las que cayó presa de las dificultades y debió cerrar su planta en Quilmes, previo despido de sus 300 empleados.

Argumentó que su operatoria en el país "ya no era financieramente viable, que estaba operando a menos de su capacidad total y sin ninguna posibilidad de generar nuevos negocios", expresiones muy parecidas a las de otra compañía complicada: Donnelley.

Hace unos años, Lancôme, la marca de cosmética del grupo francés L'Oréal se vio obligada a cerrar su único punto de venta sobre la avenida Santa Fe.

La estadounidense Mosaic, líder en producción de fertilizantes y mayor productora mundial de fósforo es otra que mostró su pasaporte para abandonar la Argentina.

La firma informó que el movimiento respondía a problemas para importar y girar divisas, sumado a la caída en la producción de trigo y a la reducción en el área sembrada de algunas materias primas.

Casi en paralelo, la firma ICONA, fabricante de agroquímicos, tomó una decisión similar. La empresa comunicó al sindicato de químicos que su negocio ya había dejado de ser rentable.

En el rubro servicios, la empresa Liberty se desprendió de sus operaciones de seguros patrimoniales y reaseguros. Acordó con Kranos Capital, un fondo de inversión comandado por el empresario argentino Ricardo Cantilo, en un contexto en el que la operación local le había dejado pérdidas por unos u$s45 millones hacia finales de 2013.

En el plano financiero, la casa de cambio Global Exchange vació en mayo de 2014 sus siete locales en el país. "La situación en Argentina ha provocado que pasemos de ser una compañía que llevaba 12 años creando empleo a tener que reducir de forma drástica el número de puestos de trabajo", expresó la firma en ese momento.

En el rubro laboratorios, la italiana Menarini puso fin a sus operaciones. ¿Las razones esgrimidas? Las ya conocidas: cepo cambiario, limitaciones a las importaciones, altos niveles de inflación y reducciones en los márgenes de ganancias.

El default complica las cosas

"Se mantiene la preocupación entre los empresarios por la pérdida de rentabilidad que ocasiona la suba de costos y la conflictividad sindical", señaló Dante Sica, titular de Abeceb.com, que además trazó un panorama poco alentador.

"El contexto de alta incertidumbre y de reglas de juego poco estables harán que continúen restringiéndose las inversiones y, por ende, la generación de empleo", expresó.

"Los problemas de deuda con los tenedores de bonos darán lugar a una mayor carencia de dólares, con lo que las autorizaciones para importar seguirán siendo de a cuenta gotas", dijo.

Para Marcos Leonetti, especialista de Economía Online, la salida de empresas extranjeras son el reflejo de un contexto recesivo.

El conflicto de deuda que dificulta el financiamiento de las empresas no hace otra cosa que echar más leña al fuego.

En cuanto a la salida de Kenzo, de hace unos años, fuentes cercanas a la compañía había admitido que "se cansaron de las trabas para trabajar, de las dificultades para vender productos y de tener que pedirle permiso a funcionarios como Guillermo Moreno por cada cosa".

Tres años más tarde, el éxodo de marcas continúa y el kircherismo se despide de su ciclo con un escenario poco seductor para las compañías internacionales.

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