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En el futuro cercano, las diferencias entre las distintas personas será lo que haga mejor al equipo, no las similitudes, asegura Carolina Borracchia
13/10/2015 - 13:24hs

Desde hace un tiempo está evolucionando un cambio de estructuras que hace más democráticas a las compañías, y tiene que ver con el reconocimiento de la diversidad o lo que yo denomino "el fin de la uniformidad". 

La aceptación de que las personas son distintas entre sí, y su valor no está tanto en cómo se adaptan a formas rígidas sino en lo que pueden aportar desde quién es cada uno, entendiendo a cada persona como un todo que no termina en la oficina.

Así, desde esta nueva perspectiva, por ejemplo una mujer que fue madre -a diferencia de una de las creencias más internalizadas entre los líderes- es aún más empleable que antes de ser madre. Se reintegra al mercado laboral con el poder que le ha dado la maternidad, en donde ha desarrollado habilidades tan valiosas como la productividad o la inteligencia emocional. La diversidad está ligada a la individualidad.

En el futuro cercano, las diferencias entre las distintas personas será lo que haga mejor al equipo, no las similitudes.

Mutua elección entre compañías y candidatos

Las compañías habrán entendido que la transparencia y apertura es innegociable a la hora de contratar nuevos colaboradores, y que no hay perdedores en un proceso de selección.

Ya no se trata de elegir, sino de elegirse mutuamente. La tendencia será buscar el encuentro entre compañías y personas, sin esperar que sea el individuo el que se tiene que adaptar a todas las características de la compañía. En su lugar, se propiciará una elección mutua.

Pérdida del miedo a las redes sociales

Las redes sociales (y no sólo LinkedIn, sino Facebook o Instagram) habrá reportado beneficios concretos para aquellas compañías que hoy se animan a apostar a crear un relación más personalizada con los potenciales empleados.

Las personas se sentirán, de alguna manera, parte de la comunidad de la compañía y eso les permitirá tener un mayor discernimiento si quieren trabajar allí o no y permitirá que ambos calibren sus expectativas hacia algo más realista.

Estas tendencias, que ya son visibles, no harán más que profundizarse a medida que la generación que hoy es adolescente vaya entrando en el mundo laboral.

El home office será un must

Está muy claro que los que hoy son adolescentes deberán aprender muchas realidades, porque no todas las estructuras están para ser destruidas, y muchas tienen propósitos legítimos. Esto no será un conflicto tan grande como el que puede parecer.

Las generaciones nuevas desconfían de ciertas instituciones pero no dejan de valorar la importancia de lo que les parece genuino. Por eso siguen formando parte de una tendencia, que nació hace décadas, que tiende al abandono de formas que alguna vez fueron necesarias pero hoy pueden ser restricciones a la libertad.

Entonces se vestirán informalmente, harán home office y tratarán de estar atentos a varios estímulos a la vez. Porque se insertarán en un mundo sin dejar de pertenecer al propio.

Bienvenida la informalidad y la improvisación

El saco y la corbata se resisten a irse, pero estarán muy relegados. Las generaciones nuevas ganarán la batalla de no querer disfrazarse de algo que no son. La batalla de no querer perder la identidad. La vestimenta informal, marcada por la personalidad de cada uno, es un síntoma de la valoración de las diferencias individuales.

Con el tiempo, todos se vestirán como quieran. Y no se perderá respeto por el otro. Se desarrollarán nuevas formas de decoro desde esa realidad.

Flexibles somos mejores

Los ingredientes que hacen al ecosistema laboral están cambiando rápidamente, y todos llevan a eliminar rigideces que quizás en algún momento fueron necesarias.

En el futuro cercano, los que hoy son pilotos de home office habrán funcionado y aquellas empresas que hoy no estén planificando los mismos, quedarán muy a destiempo de cambiar su cultura respecto a sus competidores. Existirán prácticas sólidas que demuestren que ya no será relevante que todos los miembros de un equipo estén en la misma oficina. Ni siquiera en el mismo país. Existirán muchas más herramientas que permitan manejar los tiempos de trabajo como a cada uno le sea más productivo.

La sinceridad genera confianza

Las generaciones que crecieron con la posibilidad de acceder a información rápidamente tienen un sano escepticismo. Son más sagaces cuando sienten que quieren engañarlos. En consecuencia, habrá una mayor valoración por lo genuino.

Las compañías que sigan posicionando sus marcas empleadoras desde la promesa de de una experiencia laboral de perfección quedarán totalmente desacreditadas, porque la mayoría de los candidatos aceptan la imperfección y se resisten a las propuestas que pregonen situaciones ideales como posibles. La honestidad y la autenticidad garantizarán relaciones laborales duraderas. La apertura sobre lo que ocurre en la compañía, lo bueno y lo malo, será valorada y será recibida con gratitud.

Adiós al autoritarismo y bienvenida la vulnerabilidad

Los líderes que hoy se imponen desde la autoridad serán minoría. Los nuevos líderes sabrán ganarse el respeto reconociendo sus propias vulnerabilidades y su humildad será más valorada que su conocimiento.

La clave será que puedan ser "puentes" que logren circular el conocimiento dentro de la organización desde un lugar más colaborativo que competitivo.