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La avalancha de mensajes en la Red de rechazo contra los ataques en la capital francesa demostró el poder de las redes sociales   
18/11/2015 - 10:00hs

Luego de los atentados de terroristas islámicos en París, que provocaron el 13 de noviembre, la muerte de al menos 129 personas, Internet volvió a mostrar sus dos rostros, como soporte de acciones solidarias pero también como una herramienta imprescindible en manos de los autores de estos ataques para organizar esos hechos.

La avalancha de mensajes en la Red de rechazo contra los atentados en la capital francesa y en solidaridad con las víctimas demostró el poder de las redes sociales como canal de comunicación social en momentos de graves crisis y tragedias.

Desde el viernes, los comentarios contra el terrorismo inundan plataformas digitales como Facebook y Twitter, donde los ciudadanos cuentan con una vía de comunicación social ya consolidada, si se observa el enorme número de usuarios, para manifestar en público sentimientos personales en momentos de horror.

En Twitter el conmovedor #porteouverte (#puertaabierta), para ofrecer cobijo de forma altruista, apenas se conocieron los atentados, fue uno de los primeros “hashtags” que marcó tendencia de entre toda una batería de mensajes solidarios con las víctimas en los últimos días.

Pasadas sólo diez horas de los ataques, el número de “tuits” con ese indicativo para ofrecer vivienda en París alcanzaba el millón. 

El número de “tuits” con esa etiqueta era de 6.900 por minuto poco antes de la medianoche.

Otros indicativos muy populares que marcaron tendencia en Twitter en los últimos días fueron #NousSommesUnis (todos unidos) o #PrayForParís (rezar por París). 

También #NoEnMiNombre, de la comunidad musulmana contraria a la violencia, con el objetivo de frenar el desencadenamiento de posibles conductas xenófobas contra el Islam tras los atentados.

Pasadas diez horas del atentado, #PrayForParís alcanzaba 6,7 millones de “tuits”, y poco antes de la medianoche la cifra era de 17.000 por minuto, según informaron fuentes de Twitter.

El lunes se destacaron, por ejemplo, #NoALaGuerra o #PrayForSyria (recemos por Siria), en respuesta a los ataques perpetrados por aviones de combate franceses en Siria contra el bastión de Estado Islámico, en represalia por los atentados del viernes.

Distintas herramientas facilitadas por populares plataformas digitales demostraron su efectividad para facilitar la comunicación de las víctimas con sus parientes y amigos estos días.

Su papel como canal de comunicación fue prioritario en esta crisis, por delante, sin duda, que los medios de comunicación.

Herramientas de comunicaciónTras los atentados en París, todos los usuarios franceses de Twitter recibieron un aviso para ser informados de que podían seguir la cuenta @Gouvernemenfr para enterarse de todos los datos oficiales, con un teléfono de emergencia a donde llamar.

Además muchos usuarios de Twitter pudieron seguir en tiempo real qué pasaba en París tras los atentados, gracias a Periscope, una aplicación para emitir video en directo, y desde Twitter Moments.

Facebook activó, por primera vez en el caso de un atentado, con los ataques en París, su sistema de seguridad “Safety Check”, que permite mediante un botón notificar a los amigos si uno está bien.

Hasta el momento sólo había funcionado para desastres naturales; por ejemplo, para el accidente nuclear de Fukushima en Japón en 2011 tras un “tsunami” o en recientes terremotos en países como Afganistán, Chile o Nepal.

Tras las primeras 24 horas de los atentados en París, un total de 4,1 millones de personas utilizaron este sistema de seguridad de Facebook, según informó la agencia Efe.

Unas 360 millones de personas recibieron notificaciones de que sus allegados estaban a salvo gracias a esta herramienta.

En esos primeros momentos, 78 millones de usuarios de Facebook protagonizaron 183 millones de interacciones de todo tipo con sus contactos relacionadas con los ataques.

La abrumadora participación en Internet tras los atentados en París involucró a todo tipo de perfiles sociales, también los más mediáticos; desde políticos, hasta cineastas famosos, artistas, deportistas de élite, etc.

El propio presidente estadounidense Barack Obama saltó a Twitter el viernes con una declaración grabada en video contra el terrorismo, que superó  los 24.000 “retuits” y casi 28.000 “me gusta”. 

Nuevo terrorismoSin embargo, la misma Red que soportó estos mensajes y acciones solidarias es la que alienta el contacto mundial entre terroristas y los anima a precipitar desde el mundo virtual enormes atentados con daños terribles en la vida real.

Actualmente “no existe tecnología capaz de evitarlo”, según advirtió el escritor español Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, experto en ciberseguridad.

En su último libro, “El quinto elemento”, que en apenas tres semanas en el mercado va por su tercera edición, Suárez da detalles del uso que hacen los criminales del ciberespacio, ese enorme entorno virtual sin fronteras que da alas a los terroristas para atacar, amparados por un supuesto halo de anonimato.

Los ciberterroristas tienen en sus manos herramientas para cometer enormes atentados con daños humanos y económicos de consecuencias incalculables, que trascienden el entorno virtual desde donde fueron instigados, para alcanzar el plano físico, advirtió el experto ante la agencia Efe.

Autor de libros como “Desnudando a Google”, traducido a 16 idiomas y comercializado en 18 países, Suárez habla en su nueva obra sobre algunos fenómenos vinculados a internet tan “cotidianos” ya como el ciberespionaje masivo, los ataques con virus informáticos o el robo de secretos militares.

Sobre ataques terroristas, ciberguerras y la proliferación de actividades delictivas en la llamada “Internet profunda”, ese espacio de la red en donde aparentemente las búsquedas escapan al control de los motores tradicionales.

“Ya es técnicamente posible” para los cibercriminales organizarse a miles de kilómetros de distancia y preparar ataques tan sofisticados como para poner en jaque sistemas estratégicos, como la red eléctrica de una gran ciudad, su infraestructura de telecomunicaciones, la banca, etc.

Los riesgos cibercriminales son innumerables, advierte el autor. Con la tecnología, se puede atacar virtualmente cualquier sistema conectado a internet. Incluso a personas sometidas a telecontrol médico, por ejemplo, equipadas con marcapasos conectados con Wi-Fi, y es posible acceder de forma remota a los sistemas de control de aviones, con el riesgo de ser pirateados informáticamente, según datos de informes a los que hace referencia el autor.

Además, desde cualquier lugar y sin apenas posibilidad de ser localizados, los cibercriminales pueden organizarse para irrumpir en sistemas como el de distribución del agua de consumo en una gran ciudad e incluso “envenenarla”.

También podrían abrir de forma remota las compuertas de una presa o atacar por control remoto una central nuclear, mediante manipulación de los sistemas informáticos, advierte.

“Actualmente, no existe solución tecnológica para impedirlo”, aseguró. El experto añade que es más complicado hoy por hoy saltarse el arco de seguridad de un aeropuerto que hacer estallar un dron cargado de explosivos en medio de un partido de fútbol, manejado de forma remota a kilómetros de distancia del lugar del atentado.

Sin duda, el mal uso de la tecnología precipitará atentados aún mayores en un futuro próximo.

En su opinión, lamentablemente habrá que esperar a un suceso de consecuencias extremas para que se produzca “ese cambio de inflexión” que haga concienciar de la necesidad de impulsar medidas de seguridad suficientes para contrarrestar el gran potencial del mal uso de la tecnología.

En el libro “Quinto elemento”, cuyo nombre hace referencia a la nueva fuente de poder que implica el dominio cibernético para los países y que está cambiando las reglas del juego en la estabilidad internacional, se advierte de los riesgos de una dependencia excesiva de la tecnología sin herramientas suficientes para protegerse.

Ahora, pequeños grupos de ciberdelincuentes desde lugares lejanos, como África, pueden atentar contra las infraestructuras críticas de países al otro lado del mundo.

El gran talón de Aquiles de los grandes países dependientes de la tecnología es cómo contrarrestar los ciberataques, a los que a menudo sólo pueden responder desde el terreno físico si el estado agresor no está tan vinculado a lo tecnológico.

“En el ciberespacio, el que no intenta controlar al otro ni mete las narices para espiar es porque no puede o no sabe”, concluye el experto. 

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