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En los trabajos existen distintos tipos de líderes. Hay quienes vuelven locos a sus empleados y quien desarrollan las habilidades del colaborador
19/11/2015 - 14:47hs

Hay dos tipos de jefes. Por un lado, está el jefe que enloquece a sus empleados. Y del otro lado, está el empleador genial con sentido del humor y quien sabe cómo animar a quienes trabajan.

Estos últimos, son fuentes de inspiración y ayudan a reenfocar las ideas cuando las cosas van mal.

Aunque es raro tener un jefe a quien admirar, hay quienes incluso los llegan a idolatrar.

En las investigaciones sobre liderazgo, se suele tratar de definir qué significa en realidad un excelente liderazgo (inteligencia emocional). También se hace mayor esfuerzo por ayudar a la gente a convertirse en líderes resonantes, del tipo que construyen buenos equipos, alcanzan metas, actúan con integridad y ética y también se preocupan por la gente. Estos son los tipos de líderes que toda la gente quiere y también son pocos y distantes entre sí. Entonces, ¿qué es lo que podría salir mal?

Lo cierto es que pueden salir mal muchas cosas cuando uno ama a su jefe. Y ese tipo de amor es que él esté por encima de los demás.

Idolatrar al jefe, entonces, es una muy mala idea. A continuación, el porqué:

En primer lugar, este tipo de relación se caracteriza por tener emociones fuertes. Y las emociones fuertes, ya sean buenas o malas, pueden nublar el juicio. Cuando estas emociones fuertes son las que predominan, cuesta más analizar claramente a los demás, las situaciones e incluso a uno mismo. Esto se debe a que la cognición y el razonamiento pueden verse afectados por las emociones, incluso las positivos, lo que nos deja intelectualmente discapacitados. Eso induce a no ver al jefe de manera clara y, en consecuencia, cometer errores y apoyar sus decisiones, incluso cuando son equivocadas. Esta postura, no le sirve a nadie.

Si el empleador se siente halagado por que un empleado lo idolatra, es probable que se tome en serio esos comentarios positivos y salga de la realidad y se caiga en las exageraciones.

Es en ese sentido que muchos de estos líderes se concentran demasiado en asegurarse de mantener dicha imagen positiva e incluso lograr que sientan amor por ellos. Eso no es bueno para los negocios, y no es seguro. Si el objetivo es que le gustes a la gente, ¿cómo entonces tener conversaciones difíciles? ¿O brindar la opinión desde el punto de vista del trabajador?

En segundo lugar, cuando un gerente y un empleado están en este tipo de relación, los demás suelen ser dejados de lado.  Es por eso que trae problemas. Existe una especie de "complot" entre los demás,  y esto a menudo funciona. Entonces, de pasar al mejor de los favoritismos hay tan sólo un paso para ser un chivo expiatorio. El problema de los favoritos también es que cuando surgen inconvenientes, es muy probable que se culpe a quien más cosas comparte. 

La última razón tiene que ver con que la idolatría hacia una persona poderosa es francamente peligrosa.

Grandes ejemplos en la historia del mundo, muestran que un extrema idolatría puede llevar a consecuencias muy extremas. Ejemplo de esto es el Holocausto.

Es cierto que hay un largo camino entre el escenario mundial y el lugar de trabajo, pero las dinámicas humanas subyacentes no son tan diferentes. 

Es por estas razones que quizás amar a un jefe no es malo, siempre y cuando se mantengan los ojos abiertos.

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