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La "mutación" de Macri: crónica de cómo pasó de ser un partidario del shock a mirar con cariño al gradualismo
25/11/2015 - 10:00hs

"Van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre. Dejaremos flotar el tipo de cambio. Pero lo vamos a tener que sostener, porque van a venir tantos recursos que la moneda local va a tender a apreciarse".

"Vamos a buscar un punto de equilibrio para que no se vea perjudicado el asalariado", aseguraba Mauricio Macri allá por el mes de marzo cuando se le preguntaba por el cepo.

"Que sea el mercado el que le ponga precio", dijo luego, ante un auditorio empresarial, en un encuentro del Cippec, cuando los asistentes le pidieron precisiones sobre el precio del dólar si se diera la eventualidad de que él llegara a la presidencia.Qué diferente lucía aquel Macri candidato, aparentemente convencido de las bondades de una terapia de shock, al lado de este Macri presidente electo, quien ya no se muestra tan contundente ni entusiasmado ante la idea de que el libre juego de la oferta y la demanda sea el que le defina la cotización del billete verde.

-"El cepo, ¿se levanta o no?"

- "Yo creo que tenemos que ir a un único tipo de cambio. Igual preferiría tener el equipo nombrado, tener la información del Banco Central, los números, y ahí decir cómo arrancamos", expresa.

"Yo no les puedo ofrecer menos a los argentinos que lo que tienen en el resto del mundo. Tenemos que tender a una normalización. El país no funciona por esta traba y el cepo logró lo contrario a lo que buscaba. En lugar de crecer, el país se paró. Tenemos que tener un único tipo de cambio lo antes que podamos".

Entre una declaración y la otra pasaron apenas ocho meses.

¿Puede acaso escribirse la crónica de la transformación de Macri? ¿Acaso pasó de ser un fervoroso partidario de la terapia de shock a un convencido gradualista?

¿Se trata sólo de una nueva comprobación del Teorema de Baglini, aquel que afirma que la osadía en las propuestas de un político es inversamente proporcional a su cercanía al poder?

¿O tuvo un cambio de visión sobre el tema, quizá en clara demostración de que también él se pone nervioso por la idea de un "overshooting" que deje al dólar muy alto y fuera de control?

Algunos pueden suponer (sin espacio para equivocarse) que desde aquel lejano marzo al de las últimas horas, Macri se dio un baño de realidad.

Y por partida doble: un baño de realidad político y otro económico.

A medida que transcurría el 2015 y él se iba viendo más cerca de la presidencia, percibió que no sería fácil un desarme inmediato del cepo, ya que implicaría una fuerte devaluación y una brutal alza de las tasas de interés.

Cuentan quienes estuvieron cerca de Macri en las últimas semanas de la campaña que el entonces candidato consideró que seguir hablando de shock podría costarle el triunfo.

Y ahora que ya ganó, algunos lo observan permeable a escuchar la sugerencia de darle una dosis de gradualismo al quite de las restricciones cambiarias.

No por nada, la estrategia del miedo -en la que se Scioli hizo hincapié- prendió en el electorado, especialmente durante la semana previa a los comicios.

De alguna forma, podría decirse, fue el mismo Scioli quien terminó por convencer al hombre de Cambiemos.

Ahora la sensación no es solamente que Macri haya modificado el discurso, sino la de un genuino convencimiento de que hay que ir "paso a paso" y avanzar con cuidado.

El hecho de que el Banco Central se haya quedado sin reservas líquidas, transforma casi en un salto al vacío el sinceramiento abrupto del tipo de cambio, por las consecuencias sociales y políticas que podría traer.

Esta idea no sólo fue sostenida por el equipo sciolista, sino también por buena parte de los asesores de Macri.

El debate del añoAquellas definiciones de Macri de comienzos de año desataron el gran debate en el gremio de los economistas: el dilema entre el gradualismo y el shock.

No hubo analista de renombre que no haya dado su opinión al respecto.

Entre los que defendieron con más entusiasmo el "ir de a poco" figuraba Eduardo Levy Yeyati, quien ponía de manifiesto tanto los costos sociales como la dificultad para manejar las diferentes variables (como la inflación y las tasas de interés) en caso de aplicar un ajuste brusco.

La mayoría de sus colegas parecieron estar de acuerdo con esa visión.

Al principio, las voces que se mostraban partidarias del "shock" no provocaban mucha sorpresa: se trataba, en general, de economistas de formación liberal que desde hace tiempo vienen alertando por el desajuste de los precios relativos.

Entre los más connotados figuraba Domingo Cavallo. El siempre controversial -pero siempre escuchado- ex ministro se manifestaba enojado con el gradualista Miguel Bein, principal asesor de Scioli.

Bein fue el gran abanderado de la tesis anti-devaluacionista, al afirmar que la situación del país no dejaba margen para una suba abrupta del tipo de cambio.

"Con una devaluación brusca se corre el riesgo de gatillar una aceleración de la inflación sin generar ganancias de competitividad y de producir un deterioro en el poder de compra de los salarios. Una dinámica que termina impactando sobre la actividad y el empleo", señalaba el economista.

Como contrapartida, "cerrar gradualmente la brecha entre el dólar paralelo y el oficial, implica tasas de interés muy altas", advertía Cavallo.

Y agregaba: "La devaluación gradual esperada en el mercado oficial tenderá a aumentar, con el consiguiente impacto sobre las expectativas de inflación y en las pujas distributivas".

Otro argumento muy escuchado ha sido el de Juan Carlos de Pablo, quien destacaba que a la hora de analizar el desarme del cepo el nivel de reservas no es una variable que deba ser tenida en cuenta.

Para el economista, la cantidad de dólares en la entidad sólo importa precisamente en un escenario de restricciones a la compra, pero no en el de una liberación de tales restricciones.¿Por qué? Porque en el primer caso hay un único oferente de divisas, que es el Banco Central. En cambio, en un mercado libre reaparece la oferta privada y entonces tanto el precio como el volumen negociado surgen del libre juego de oferta y demanda.

Hasta ese momento, había cierta sensación en el mercado de que Macri y sus asesores compartían ese punto de vista. Sin embargo, al día de hoy las cosas parecen haber cambiado de matiz.Con las datos sobre la mesaLo cierto es que en los últimos días se fueron sumando las señales de un Macri inclinado hacia el ir de a poco.

Con cierta dosis de ironía, un reputado economista de la city confiaba a iProfesional que, en sus recientes declaraciones, el Presidente electo parece haberle "comprado" la idea de gradualismo a Scioli y a su asesor Miguel Bein.

Avanzar por etapas. Esa parece ser la fórmula "remasterizada" de la propuesta PRO. Implica un nuevo tipo de cambio desde el 11 de diciembre, pero no el que manden las fuerzas de mercado.

"Un dólar a $13 o a lo sumo a $14", refiere un economista del macrismo.

Una vez puesto en ese lugar, la devaluación sería acompañada con una suba de las tasas de interés, con el objetivo de aplacar cualquier "overshooting".

Llegado el momento, y tras un previo acuerdo con las cerealeras, el plan macrista sigue con una liquidación masiva de la producción de soja acumulada en silobolsas. Hablando en plata, serían unos u$s8.000 millones que irían a reforzar las menguadas reservas del Banco Central.

En este sentido, el nuevo Gobierno anunciará un incentivo a los productores para convencerlos de que ahora sí es un buen negocio "desencanutar" la mercadería.

"Ojo. Gradualismo sí. Pero no somos sciolistas", se apura en definir uno de los economistas cercanos al líder PRO. Alfonso Prat Gay, que ocupará el Palacio de Hacienda, suele decir que con los dólares que aporte el campo, sumado a los fondos que puedan conseguirse en el exterior, alcanza para anclar las expectativas devaluatorias.

Pero las señales más fuertes sobre la aplicación de un esquema gradualista las ha dado el propio Macri. En su primera conferencia de prensa, ante la consulta sobre cómo pensaba resolver la cuestión del cepo y cuál iba a ser el precio de la divisa estadounidense, el flamante presidente respondió con cierta vaguedad.

Afirmó que el nuevo equipo terminaría de definir los detalles de la política cambiaria una vez que puedan comprobar los "números reales" del Banco Central.

Para quienes saben leer entrelíneas, hay ahí todo una definición. Si el presidente electo vincula sus primeras medidas económicas a la salud del Central, entonces es porque ya no parece tan convencido de que el 11 de diciembre sean las fuerzas del mercado las que determinen el precio del dólar.

Tarifas en la miraEl gradualisimo alcanzará también a las tarifas de los servicios públicos. Aunque los equipos técnicos del macrismo descubrieron precios distorsionados (por lo bajo) sobre todo en el sector eléctrico, en las últimas jornadas primó la cautela.No habrá modificaciones durante el verano, ni siquiera en las boletas del servicio eléctrico, tal como diera cuenta iProfesional.

Por lo pronto, Macri no quiere que al enojo por los cortes de luz (aun siendo achacables a la actual gestión) se le sume el mal humor por los aumentos. Considera que si la gente paga más querrá entonces ver mejoras en el servicio, algo que de ninguna manera puede garantizarse en tan poco tiempo.

Por otra parte, necesita contar con un ancla inflacionaria.

Ante el traslado a precios de una devaluación, la única manera de morigerar el impacto sobre los bolsillos es manteniendo los subsidios a la energía en el primer tramo del año entrante.

Por lo pronto, como en un juego de estrategia en el que se debe ir avanzando gradualmente y "de a casilleros", a Macri aún le faltan sortear algunos desafíos que serán clave para el primer tramo de su gestión.

- Tiene que entrar al Banco Central para comprobar el verdadero nivel de reservas.

- Deberá esperar la respuesta del campo cuando le pida que "desencanute" la soja.

- Tiene que esbozar un principio de acuerdo con los fondos buitre.- Tiene que salir a "pasar la gorra" por el mundo para ver cuántos dólares puede recolectar.

Recién ahí su equipo le podrá decir con exactitud cuál será la dosis correcta entre shock y gradualismo que deberá aplicar.

Recién ahí los argentinos sabrán si las palabras del "Macri candidato" - aquel que aseguraba que el cepo lo iba a desarmar de un día para el otro- quedaron pisadas por las del "Macri Presidente".

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