En la previa a la segunda vuelta, cuando el oficialismo instauró la "campaña del miedo", muchos acusaban a Mauricio Macri de "esconder" a sus economistas estrellas. Uno era Carlos Melconian, el ex funcionario del gobierno de Carlos Menem, que de tan bien escondido no apareció en la nómina de ministros presentada este miércoles por el flamante jefe de Gabinete, Marcos Peña.

Aunque candidateaba fuerte para ponerse al frente de la cartera económica, su alto perfil, su mirada ultra ortodoxa y su tono "desfachatado" para decir las cosas, hicieron que Macri lo ubicara en un puesto de menor exposición: Melconian se hará cargo del Banco Nación.

Su designación tiene gusto a poco para sus detractores, que esperaban que estuviera en el centro de la escena para poder ejercer a sus anchas el rol opositor que les tocó luego de las urnas; pero significa un premio para el economista que viene apostando por el PRO desde 2007.

Es que al frente del Nación, Melconian accede a un puesto de primer nivel dentro de la administración Macri, pero sin "los roces" típicos de las tomas de decisiones en temas de extrema sensibilidad que deberán ser resueltos en la primera etapa: la disolución del cepo al dólar, la corrección del atraso cambiario, con las Reservas del Central casi en rojo y sin que alimentar al monstruo de la inflación.

Además, la presidencia del Nación resulta una recompensa y una promesa: la entidad ha funcionado históricamente como un "banco de suplentes" a la hora de reemplazar a las cabezas del BCRA o incluso del Palacio de Hacienda.

En el entorno de Melconian reconocieron que el presidente electo pidió que durante su mandato se respete a rajatabla la carta orgánica del Banco Nación; sin embargo, la entidad será el engranaje que ponga en marcha los créditos a la vivienda, la infraestructura, la inversión y el consumo.

Por eso, Melconian, que será una figura central en el armado económico de "la era Macri", ahora se aboca a un rápido armado de sus equipos para liderar la banca nacional.

¿Su pasado lo condena?

Carlos Melconian despierta suspicacias en aquellos que tienen posiciones más progresistas en materia de política económica, especialmente por haber sido impulsado como ministro de Economía durante la candidatura de Menem en 2003 y por haber sido el artífice de la estatización de la deuda privada en la década del 80.

Pero, más allá de su currículum, la acidez de sus declaraciones públicas son los que ponen en alerta a más de uno. Sus recetas ortodoxas y el crudo análisis de la situación de la economía en el ocaso de la época kirchnerista, lo alejan del estilo "conciliador" y "gradualista" que parece haber tomado el futuro gobierno del lider del PRO en los últimos días.

"El crecimiento va a ser vital. Reglas, sentido común, capitalismo: el resto lo hará el sector privado", había dicho a principio de año en una cumbre empresaria, cuando por su rol de asesor del entonces candidato de Cambiemos, no se animaba a expresar abiertamente sus posturas.

Pero con el correr de la campaña, al economista se le fue "soltando la lengua" y en sus sucesivas declaraciones públicas, generó más de una polémica. Tal es así que durante los casi treinta días que separaron a las generales de octubre del balotaje del último domingo, Mauricio Macri le fue quitando protagonismo.

Además de una liberación total del cepo, Melconian propuso a los cuatro vientos medidas tan impopulares como necesarias, como por ejemplo quintuplicar las tarifas de los servicios domésticos para poder poner un freno al déficit fiscal.

"Con él sería volver a las cavernas", afirmó esta semana el titular de CAME, Osvaldo Cornide, al ser consultado sobre su preferencia para ponerlo al frente del Palacio de Hacienda.

Parece que en la batalla entre shock y gradualismo, habría ganado lo segundo y ahora Melconian pondrá en práctica su expertise ortodoxa en las bambalinas del Nación.