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El "verano caliente" de Macri y su objetivo polí­tico: dividir al peronismo y así­ afirmar su gobernabilidad
11/01/2016 - 09:04hs

El primer verano de Mauricio Macri en el Gobierno arrancó muy agitado. Incluso, cuando en el plano del dólar se vive una calma que ni los más optimistas se habrían animado a predecir.

Pero en la política, por supuesto, la agenda está al rojo vivo.

Todos los temas calientes que ocupan los principales titulares de los medios podrían sintetizarse en un único concepto: el nuevo Presidente está tratando de afirmar su autoridad y construir las bases de gobernabilidad para el resto de su mandato.

Para ello, debe mostrar una férrea voluntad de desarmar el entramado kirchnerista en el Estado y, además, generar una base multipartidaria de apoyo político, dado que carece de mayoría en el Congreso.

Claro que eso puede significar sólo una cosa: que Macri jugará todas las fichas a incentivar una fisura interna del peronismo.

De momento, parecería que la estrategia está resultando exitosa.

En la provincia de Buenos Aires, donde se juega el primer test de la gobernabilidad, el peronismo encontró rápidamente el límite a su capacidad opositora.

En efecto, tras haber boicoteado la sesión legislativa en la cual se debía aprobar el presupuesto para 2016, surgió una rebelión interna.

La negativa a votar el presupuesto vino desde los líderes de la bancada legislativa, que responden directamente a Cristina Kirchner.

Pero el pedido de revisión de esa postura vino de los intendentes peronistas quienes, ante el dilema de elegir entre la lealtad política a la ex presidenta o priorizar su propia supervivencia, no tienen la menor duda sobre el camino a tomar.

Los intendentes hicieron pública una carta en la cual llamaron a la reflexión a sus propios legisladores, para hacerles ver que, sin presupuesto para la Provincia, ellos serían los principales perjudicados, por carecer de fondos para realizar obras públicas y hasta para pagar sueldos de los empleados municipales.

De manera que ahora hay optimismo sobre la aprobación presupuestaria, aunque con una fórmula negociada.

El punto más controversial es el pedido de endeudamiento por $90.000 millones –unos 6.400 millones de dólares al tipo de cambio post-cepo-. El peronismo considera que es excesivo y propone reducirlo en un tercio.

Aunque Hernán Lacunza, el nuevo ministro de Economía de la Provincia, alega que esa toma de crédito es imprescindible y que solamente estaría sincerando una deuda “maquillada” con otros organismos estatales, todo indica que se llegará a un acuerdo.

Qué se juega el macrismo 

Para Macri, implicaría un triple alivio. ¿Por qué? Básicamente porque: 

• Le daría oxígeno a su gobernadora, María Eugenia Vidal, para atravesar su primer año con cierta calma en lo económico.

• Paralelamente, esta aprobación implicaría una admisión tácita de que el kirchnerismo, y particularmente el ex gobernador Daniel Scioli, dejaron la Provincia quebrada, con emergencia financiera y una infraestructura atrasada.

• Macri finalmente lograría la fisura entre peronistas K y el sector moderado del partido. Una división, por otra parte, en la cual aquellos con responsabilidades de gobierno se están imponiendo por sobre aquellos que quieren ejercer una oposición dura.

De hecho, ya están apareciendo nuevos síntomas de esa división.

Por ejemplo, ante la determinación macrista por dejar cesantes a miles de empleados públicos acusados de ser “ñoquis”, que cobraban un salario estatal sólo por hacer actividades proselitistas.

El Senado fue uno de los lugares en que esta situación se dio de manera más contundente.

Luego de que 2.000 contratados fueron dejados sin trabajo hubo una airada protesta por parte de la bancada kirchnerista… salvo por el jefe del bloque, Miguel Pichetto, que se mostró favorable a que las nuevas autoridades revisaran caso por caso.

La actitud de este histórico dirigente K es sintomática del momento particular que se vive en el país: justo cuando el kirchnerismo está haciendo de la lucha contra el “ajuste salvaje” de Macri una bandera, admite explícitamente que durante la gestión de Cristina pudo haberse engordado la nómina estatal con empleados que en realidad no trabajaban.

De la misma manera, llamaron la atención los casos de intendencias del Conurbano manejadas por intendentes kirchneristas en las cuales también hubo cesantías o contratos puestos a revisión.

Massa, el socio perfecto

En esa estrategia por fomentar la división del peronismo, Macri ha encontrado su socio perfecto, el ex candidato presidencial Sergio Massa.

Al tiempo que cultiva la buena relación con este ambicioso líder del peronismo no kirchnerista, Macri debilita la posición del resto del partido.

Su última jugada consistió en invitar a Massa a que lo acompañara a la cumbre anual de Davos.

Este encuentro de líderes políticos y empresarios es considerado uno de los eventos que reúnen a las personas más poderosas e influyentes del planeta.

Allí, en el bucólico ambiente del pueblo de montaña suizo, se pueden cruzar presidentes con personajes de la talla de Bill Gates o científicos expertos en cambio climático. Y, por supuesto, puede resultar una oportunidad inmejorable para atraer inversores a los países latinoamericanos.

Los Kirchner, durante los doce años que duró su gestión, nunca se mostraron atraídos por este evento.

Como contrapartida, Macri, que asistía siendo jefe de Gobierno porteño, quiere regresar ahora como Presidente para enviar al mundo una señal sobre el reposicionamiento argentino.

Parte de esa nueva imagen incluye la de la buena convivencia entre oficialismo y oposición. Por eso Macri eligió llevar a un líder peronista. O sea, a Massa.

Pero el acercamiento no queda simplemente en gestos e invitaciones, sino que también se refleja en actitudes políticas concretas.

Por caso, cuando Macri nombró por decreto dos jueces de la Corte Suprema de Justicia, Massa criticó la manera en que se había tomado esa decisión y Macri dio marcha atrás.

También hubo sintonía entre ambos respecto del caso policial que conmueve al país, el de los tres fugados de una cárcel de máxima seguridad con la previsible complicidad del servicio penitenciario.

El transcurso de los días sin que hubiera éxito en la captura hizo que la propia Policía pasara a quedar en el foco de las sospechas.

Y Massa, antes que sumarse a las críticas a las nuevas autoridades provinciales, apoyó la visión de Macri según la cual la corrupción policial y su connivencia con el narcotráfico es uno de los legados de la década K.

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