El titular del Banco Nación, Carlos Melconian, se llevó una amarga sorpresa en su primera jornada en la entidad financiera.

Ocurrió cuando fue a recorrer los despachos del nuevo directorio y se encontró con uno al que no podía acceder. Estaba con cerrado con llave. Eso ya le llamó la atención, pero desconcierto fue mayor cuando, cerrajero mediante, logró abrir la puerta. Del otro lado había un "boliche bailable".

Se trata de la oficina que tenía asignada el ex vicepresidente, Amado Boudou, y que ahora ocupa Enrique Szewach.

El funcionario kirchnerista había decorado el lugar con luces psicodélicas de colores y equipos de música para su ocio.

Este insólito despilfarro de recursos públicos no fue el único con el que se encontraron los funcionaron macristas que desembarcaron en las distintas oficinas estatales a partir del 10 de diciembre.

En Tecnópolis, espacio que Cristina Kirchner amaba y solía visitar para hacer grandes anuncios, descubrieron un helipuerto solo para el uso personal de la ex presidenta.

Algo que podría atribuirse a la necesidad de garantizar la seguridad de un primer mandatario, pero eso no fue todo.

También había un salón que se denominaba "camarín presidencial". Allí Cristina se maquillaba, peinaba y embellecía antes de sus apariciones públicas en el predio.

Esos son algunos ejemplos del uso discrecional que el "cristinismo" hizo del poder del Estado para sacarle provecho personal, económico y partidario.

Esta semana, el ministro deHacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, dio el número de gastos: denunció que su antecesor, Axel Kicillof, le dejó un rojo de 7,1% del PBI, equivalente a $420.000 millones, según Clarín.

Así rompió por primera vez el cerco impuesto por la Casa Rosada, que frena blanquear el "campo minado" que dejó la "decada ganada" del kirchnerismo.