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Una semana sube, la otra baja y el BCRA no interviene: el dólar "montaña rusa" en la primera etapa de la era Macri
10/02/2016 - 09:56hs

A lo largo de la era kirchnerista, era habitual escuchar en sucesivas oportunidades a los funcionarios explicar que la política cambiaria consistía en una "flotación administrada".

Sin embargo, a través de los años, ese concepto pareció más un eufemismo, dado que el Gobierno era el que fijaba diariamente y de manera deliberada el valor del dólar.

Salvo contadas oportunidades en las que el billete verde bajó -como cuando se quería "aleccionar" a los especuladores-, en general siempre mostró una única dirección: hacia arriba. 

Con la llegada del macrismo al poder se anunció un cambio de estrategia en el manejo de la política cambiaria. El titular del Palacio de Hacienda, Alfonso Prat Gay, hizo referencia a una nueva etapa de "flotación sucia", otro concepto que para muchos ahorristas no resulta fácil de entender. 

En casi todos los países en los que se aplicó un sistema de este estilo, el Banco Central se ha reservado el derecho de intervenir para evitar alzas o bajas bruscas del tipo de cambio.

En la city porteña, se ha interpretado que la "flotación sucia" es una estrategia por la cual el Gobierno fija una banda, con un "techo" y un "piso", dentro de la cual permite que opere el libre juego de oferta y demanda.

Sin embargo, la entidad presidida por Federico Sturzenegger nunca comunicó formalmente cuáles son los límites de esa banda. 

Por momentos parece que los funcionarios se sienten aliviados cuando el dólar baja.

Esto ocurrió, por ejemplo, durante los primeros días de la administración macrista, cuando Prat Gay celebró el hecho de que, tras haber levantado el cepo, el billete verde cayó por debajo de los $14, interpretando ese movimiento como una señal de confianza por parte del mercado

Pero en otros momentos, ocurrió lo opuesto. Prueba de ello es cuando el Banco Central bajó las tasas de interés mientras que el dólar rebotaba, lo que induce a pensar que los funcionarios tampoco ven con malos ojos una tendencia alcista de la divisa.

En definitiva, los argentinos hasta el momento han visto una tendencia fluctuante. No hay un movimiento previsible, sino que se alternan subas y bajas. Esto hace difícil que se pueda trazar una tendencia firme y tampoco permite prever cuándo se producirá el próximo quiebre. Una especie de "dólar montaña rusa".

Cambio de paradigmaLa pregunta que queda flotando en el ambiente es si se trata de un efecto buscado por el Gobierno de manera deliberada o si, por el contrario, estas fluctuaciones son un síntoma de dificultades que encuentra el plan oficial para la llegada de fondos al país.

Algunas definiciones al respecto habían sido insinuadas por el propio Sturzenegger, en su breve paso por Davos, donde acompañó al presidente Mauricio Macri en la cumbre político-empresarial.

"Lo que es muy importante transmitir ahora es que en el objetivo del Banco Central lo que interesa son los precios, y se va a reaccionar en función de los mismos. Si tenés que la inflación sube, vos tenés que ser más contractivo. Y el dólar se mueve", dijo el funcionario.

"La idea es que cuando la gente entienda que el Banco Central se fija en precios y en inflación, el dólar se va a mover, y eso no va a afectar las expectativas de la gente ni los precios domésticos. Ahí finalmente vamos a tener un tipo de cambio que va a poder moverse y permitir a la economía ajustarse a los shocks externos", agregó. 

Las declaraciones van en línea con la fijación del plan de "metas de inflación", que implica algo opuesto a lo que se había priorizado durante el kirchnerismo. 

Así, en lugar de enfocarse en la estabilidad cambiaria, el macrismo prefiere cuidar la suba de precios, aun cuando ello pudiera implicar una fluctuación del billete verde.

Claro que esto que es común en otros países se vuelve difícil de aplicar en la Argentina, un país donde los ahorristas continúan con la "cabeza dolarizada" y toman a la divisa estadounidense como referente principal a la hora de planificar inversiones, atesorar o consumir

"No les gusta que la gente sepa en cuánto va a andar el billete verde. Les gusta la incertidumbre cambiaria", afirmó a iProfesional un analista muy cercano a Prat Gay y a Sturzenegger. 

Los economistas de mayor reputación de la city porteña, aun aquellos que formaron parte de la campaña de Daniel Scioli -como Mario Blejer y Gustavo Marangoni- admitieron su grata sorpresa por la reacción positiva del mercado tras el levantamiento de las restricciones.

Desde la liberación del cepo, a mediados de diciembre, la cotización del se movió en una banda más o menos acotada, para luego mostrar un repunte mayor en febrero.

Por lo pronto, el "dólar montaña rusa" se ha movido de la siguiente manera: 

• El día posterior al anuncio de Prat Gay, "voló" de $9,80 a $14,20 para cerrar la jornada en $13,95. Al siguiente -18 de diciembre- cayó a $13,60 y después a $13,15.

• Una semana después del adiós al cepo, la cotización se estacionó cerca de los $13,40 y se mantuvo en torno a ese valor hasta fin de año.

• En la primera semana de 2016, se despertó y volvió a los $14,20. De modo que la baja de más del 7% que tuvo lugar tras el fin de las restricciones cambiarias se recuperó en el inicio del año. 

• Luego, el precio volvió a caer. Una oportuna intervención del Banco Nación a mediados de enero hizo que  bajara hasta los $13,85.

• En la última semana de ese mes, subió apenas 8 centavos.

• Como contrapartida, en los primeros siete días de febrero repuntó nada menos que 47 centavos, siendo el mayor repunte desde el fin del cepo en una semana. 

Qué hay detrás de la volatilidad¿Se está en presencia de una volatilidad a la que ni los operadores más sofisticados ni los pequeños ahorristas están acostumbrados? ¿Hasta cuándo durará esta estategia implementada por parte del Banco Central?

Frente a este interrogante, en la city hay un creciente consenso acerca de dos puntos centrales: 

1. En el corto plazo, el Gobierno se ha fijado un límite para el valor del billete verde: no más allá del techo de $15 pero no menos de $13,80

Dentro de este esquema puede darle volatilidad al tipo de cambio y recién intervendrá si pasa esas barreras.

En las entidades financieras más importantes afirman que la administración macrista, más allá de las declaraciones públicas que puedan hacer los funcionarios, por el momento no avalarán movimientos extremadamente bruscos.

2. La inflación actual le pone un claro límite a la voluntad de los funcionarios de darle rienda suelta al circuito cambiario.

"¿Dejarán escapar el tipo de cambio? Es difícil imaginarlo ahora. Una inflación interanual superior al 30% hoy no brinda demasiado margen para darle previsibilidad al mercado", apuntó el economista jefe de un banco internacional líder con presencia en Buenos Aires.

Por estos días, los analistas están en pleno debate sobre el recorrido que tendrá el dólar de acá a fin de año.

Un sondeo publicado por LatinFocus, que reúne las opiniones de bancos de inversión internacionales, hace referencia a un dólar calmo para los meses siguientes. Un promedio de $15,70 para diciembre de 2016.

Si fuera así, representa un incremento del orden del 10% respecto del precio actual. Dicho de otra manera, la proyección de esos analistas es que la Argentina consagrará -nuevamente- un tipo de cambio atrasado.

Es que el propio Gobierno, con una mirada optimista de la situación- proyecta una inflación anual de entre 20% y 25%. Mientras que diversas consultoras privadas llevan ese cálculo a un rango de entre 30% y 35%.

Además, tienen presente el hecho de que las tarifas de los servicios públicos ya no podrán oficiar más de "ancla" para contener la inflación, tarea que parece quedar encomendada al tipo de cambio.

Más aun en un contexto en el que ya se anticipan subas salariales del orden del 30%. 

De hecho, si se proyecta una inflación del 30%, la cotización que debería alcanzar el billete verde para fin de año -para no perder competitividad cambiaria- sería de $18, un valor que se ubica muy por encima de cualquier proyección local e internacional. 

En definitiva, la historia parece volver a repetirse ahora con un nuevo Gobierno, ya que deberá elegir entre: 

Moderar la suba del billete verde para contener los precios, a riesgo de incurrir así en otro atraso cambiario

• O hacer subir al dólar casi un 30% en lo que resta del año, aunque esto afecte las metas de inflación prevista. 

¿Funciona el mercado?Ante esta pregunta, Sturzenegger dijo, desde Davos: "El mercado hoy ya está funcionando con un volumen de u$s300 millones. Si lo multiplicas por 20, te da u$s6.000 millones que, por 12 meses, te da u$s72.000 millones. O sea que hoy el mercado está operando en volúmenes normales".

Está claro que para el Banco Central el flujo actual de divisas se normalizó o está en vías de hacerlo.

En otras palabras, que el precio del dólar refleja en la actualidad las expectativas del mercado y que no sufre distorsiones

Desde algunas empresas importadoras, ya sea de insumos o de productos terminados, no lo ven tan así. 

Si bien nadie niega que existan las libertades que pregonan los funcionarios, los empresarios creen que el mercado aún no se armó.

Señalan que el flamante sistema SIMI de la Aduana -que vino a reemplazar las controvertidas DJAI- recién ahora empieza a funcionar de manera fluida.

Y, tan importante como eso, en pleno verano, hay compañías que comienzan a sacar las cuentas de los productos que traerán a lo largo del 2016. A nadie escapa que, luego de años de regulaciones e impedimentos, la vuelta a la normalidad llevará un tiempo. Quizás algunos meses.

En este contexto, aparece otra variable clave que forma parte de una realidad que está teniendo impacto de distintas maneras en la economía y en el mercado cambiario: el sobrestock de las empresas.

Es un secreto a voces que las compañías stockearon mercadería en los meses previos a diciembre, en previsión de lo que fue la devaluación más anunciada de la historia.

Ese comportamiento puede estar ayudando ahora a la estabilidad financiera ya que las firmas van colocando lo que acumularon, sin necesidad de tener que importar mercadería, lo que le quita presión a la demanda de divisas. 

Aun en este contexto de tranquilidad financiera y de manejo de la situación que busca dar el Gobierno, hay algo que no puede obviarse de ninguna manera: el escenario internacional.

Con un Brasil que viene depreciando fuerte su moneda, a la Argentina se le hará muy difícil -por no decir imposible- ir administrando las subas del tipo de cambio pensando sólo en lo que suceda fronteras adentro y manteniéndose ajena a los coletazos que llegan del exterior

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