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En Suiza, puso en marcha un "bunker" con más de 400 científicos para diseñar productos potencialmente menos nocivos que el cigarrillo tradicional     
09/02/2016 - 14:08hs

En el cantón suizo de Neuchâtel, Philip Morris International (PMI) ha instalado un "bunker" con más de 400 científicos para diseñar productos potencialmente menos dañinos que el cigarrillo tradicional, un hermético proyecto que genera escepticismo, pero que puede cambiar la industria del tabaco.

La investigación, de la que han surgido cuatro prototipos, entre ellos el ya comercializado dispositivo iQOS, se lleva a cabo dentro de una estructura de cristal llamada "El Cubo", a orillas del lago Neuchâtel, el más grande situado enteramente en territorio suizo.

Según trascendió, expertos en biología, química, matemáticas, informática, ingeniería de alimentos y regulación, entre otras 39 disciplinas, trabajan en estricta confidencialidad en el desarrollo de "productos de riesgo reducido" (RRPs), que tengan un aspecto y un sabor lo más parecido posible a los cigarrillos convencionales pero que sean menos perjudiciales: el "santo grial" de la industria.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que cada año cerca de seis millones de personas mueren por alguna enfermedad relacionada con el tabaco, mientras que entre el 90 % y el 95 % de los fumadores que intenta dejarlo sin ayuda recae.

En respuesta, organizaciones antitabaco y sanitarias se dividen entre desalentar el consumo o buscar opciones para reducir el daño causado por el cigarrillo convencional.

Mientras, PMI defiende el desarrollo de alternativas "más seguras" para aquellos que desean seguir fumando o no logran dejar de hacerlo, una población que calcula en 1.000 millones de personas.

De acuerdo con la tabacalera, que ha invertido cerca de 2.000 millones de dólares desde 2008 en este proyecto, la base de sus investigaciones es que el problema no está en la nicotina, sino en la "combustión", proceso que se genera al encender un cigarrillo.

"Los expertos coinciden en que la nicotina, si bien es adictiva, no es la causa principal de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Cuando se enciende un cigarrillo, la quema del tabaco y de otros materiales produce miles de químicos, más de cien de los cuales son ampliamente reconocidos y asociados" con dichos males, explicó a Efe Moira Gilchrist, directora científica de PMI.

"Cada una de nuestras plataformas de producto está diseñada para reducir o eliminar significativamente la formación de estos químicos", indicó.

El primer resultado comercial de esta labor es el dispositivo electrónico iQOS, que, según la empresa, calienta el tabaco por debajo del punto de combustión.

El iQOS tiene una unidad con forma de bolígrafo en la cual se calienta el tabaco a 250 grados centígrados, a diferencia de los 800 grados de un cigarrillo convencional, evitando así la combustión y la producción de humo y ceniza.

El calentador funciona con una batería recargable y las unidades que contienen el tabaco, llamadas "HeatSticks", son más cortas que los cigarrillos convencionales, pero están hechas también con papel y filtro.

Además, insiste la firma, es vital replicar al máximo posible la experiencia tradicional del fumador para evitar que vuelva a consumir el cigarrillo convencional, lo que creen haber logrado con este primer dispositivo.

"Como lo han reconocido numerosos expertos en salud pública, los RRPs no pueden ser exitosos si no cumplen con dos criterios básicos. Primero, deben representar un menor riesgo de daño que los cigarrillos combustibles; segundo, los fumadores adultos deben encontrar los productos satisfactorios", detalla Gilchrist.

El Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud ha mostrado cautela ante las alternativas a los productos tradicionales de la industria tabacalera y en 2014 las partes del convenio reconocieron la necesidad de regular los llamados dispositivos electrónicos.

Estudios, como el publicado en agosto por la Public Health England, agencia del Servicio de Salud inglés, indican que los e-cigarrillos son "un 95 % menos dañinos que el tabaco tradicional".

Sin embargo, "no hay aún suficiente evidencia científica para hacer una recomendación sobre estos productos", advirtió a Efe Adriana Blanco, asesora regional para el control del tabaco de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Aunque no existe una regulación general, se espera la entrada en vigor de la nueva directriz europea que fijará a partir de mayo las normas aplicables a la fabricación, presentación y venta de los productos del tabaco y los productos relacionados, en los que se prevé una nueva categoría para alternativas como el IQOS.

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